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jueves, 1 de diciembre de 2011

La vida es un camino sin retorno - William Faulkner

Si los cohetes Hellfire disparados por los helicópteros Apache penetran hasta
el corazón de los escondrijos de los talibanes acompañados de «El ruido y la
furia», la novela «Santuario» entro en mis dominios junto a Marta&María y un
puñado de euros.

Si el puñado de euros fue «La paga de los soldados» con la que este soldado
sin guerra se costeo la búsqueda de la felicidad en el fondo de unas cuantas
botellas de cerveza, la novela fue una excelente excusa para robar horas al
sueño durante las primeras noches de lo que amenaza con ser un largo y frío
invierno.

Horace Benbow, un juez retirado e incapaz de mantenerse impasible ante la
injusticia decide ejercer como abogado defensor en el juicio contra Lee
Goodwin, un contrabandista de alcohol cuyo violento pasado ha provocado
que sea acusado injustamente de un crimen que no ha cometido: el asesinato
de un deficiente mental y la brutal violación de una joven, un acto este que
según el fiscal merece que el reo acabe en una hoguera alimentada con
gasolina y no el patíbulo donde le espera la "misericordiosa" horca."misericordiosa horca.mmmmmm

Esta novela con trasfondo judicial, sirvió a William Faulkner (Premio Nobel de
Literatura 1950) para hacer un crudo retrato de la condición humana, y de
paso le hizo merecedor de un gran éxito tanto de ventas como de critica.
Yoknapatawpha County - estado ficticio en el que se ambienta la novela - sirve
al de New Albany (Mississippi) para mostrar la desgarradora situación social
(miseria, violencia, etc.) de los estados sureños.

La tristeza que embargaba a aquellos cuyas oraciones a Dios eran ignoradas
tiene su reflejo en las canciones que estos escuchan: baladas de melodías tan
simples como sus letras, en las que se hablaba de desgracias, de
recompensas y de arrepentimientos, cantadas por voces descarnadas,
lúgubres, ásperas y tristes, que atronaban el aire, desde los muebles
gramófonos o los altavoces de superficie rugosa, por encima de los rostros
extasiados y las manos encallecidas de lentos movimientos, conformadas desde tiempo inmemorial a las imperiosas exigencias de la tierra.

Por encima de la trama cabe destacar el paisaje humano: Horace Benbow,
Ruby, Temple Drake y Popeye.

Horace Benbow, un hombre que suma fracasos profesionales y personales y
que siente en sus carnes las fauces de la derrota cada vez que piensa en el
tiempo que he gastado en no aprender a hacer cosas, se gana nuestra
admiración por su integro comportamiento.

Es Horace – un tipo que obra bien únicamente porque sabe que la armonía de
las cosas exige que se haga – lo opuesto a todos los hombres que conoció
Ruby – esposa de Goodwin – una mujer acostumbrada a tratar con "desinteresados buenos samaritanos" que le exigen que se abra de piernas para recompensarles por a sacar a "su hombre" de la trena o por darle algo de comer para su hijo, una criatura que esta más muerta que viva y cuya cuna es una caja de madera, lo único capaz de evitar que acabe siendo presa de las
ratas.

La dura vida de Ruby – jalonada de palizas a manos del hombre por el que se
desvive y al que ama con todas sus fuerzas – contrasta con la de Temple
Drake, una caprichosa jovencita criada entre algodones y demasiado digna
como para relacionarse con gente tan vulgar como Ruby, la cual le hará un
retrato demoledor de las de su clase: Sé muy bien de qué pie cojean ustedes,
las mujeres decentes. Demasiado dignas para relacionarse con la gente
vulgar. Se escapa por la noche con esos muchachitos, pero ya veremos lo que
sucede cuando aparezca un hombre. Usted se lleva todo lo que puede sin dar
nada a cambio. «Soy una chica decente; yo no hago eso.» Se escapa con los
chicos, les gasta la gasolina y hace que la inviten a comer, pero basta que la
mire un hombre para, que se desmaye porque quizá no le gustara a su padre
el juez ni a sus cuatro hermanos. Pero cuando se ve en un aprieto, ¿a quién
viene llorando a pedir ayuda? A nosotros, los que no somos dignos de atarle
los zapatos al juez.

Sobrevolando sobre la vida de todos ellos esta Popeye un sádico gánster con
un desprecio absoluto por el sufrimiento ajeno y cuya vida esta marcada por
una terrible infancia durante la que padeció una grave enfermedad por culpa
de la cual, además de ser un hombre incompleto incapacitado para surcar un
cuerpo de mujer, esta condenado a morir si recurre al alcohol ya sea para
brindar por las pocas victorias que le permite la vida o para aplacar el dolor
que le dejan las derrotas.

En resumen, una extraordinaria novela a través de cuyos personajes
comprobamos que la vida es un camino sin retorno y que muchas veces las
vivencias pasadas tarde o temprano nos acaban condenando.

Ante tal tesitura, a pesar de que hay cosas que jamás podremos cambiar, nos
queda la esperanza que supone saber que aún queda un trecho del camino
durante el cual tendremos la oportunidad de mejorar.

No te preocupes por ser mejor que tus contemporáneos o predecesores.
Intenta ser mejor que tú mismo - William Faulkn

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