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domingo, 11 de mayo de 2014

Cuando un viento de venganza insuflo aire en las velas de los robustos barcos de madera griegos que surcaron un mar de sangre de héroes


Fue a principios de este año cuando, bajo el cielo en el que brilla el Sol Naciente, «El “Ronin” que esto escribe» y «La Señora de La Guerra a la que sirve desde hace veintiseis meses» vieron sus rostros reflejados en las hojas de acero de las espadas empuñadas por «“Los cuarenta y siete hombres errantes como una ola en el mar” que lucharon contra El Mal guiados por El Honor y La Lealtad», y entre los que se encontraba «El canadiense de adopción nacido en Beirut cuyo nombre en hawaiano significa Brisa fresca sobre las montañas», y que, tras “Pactar con El Diablo”, consiguió que, entre 1999 y 2003, la trilogía “Matrix” le brindase la ocasión de abrazar con sus musculosos brazos a La Gloria que el 18 de julio 1863, entre el ruido y la furia de las balas que se dispararón durante la batalla que en Morris Island (Carolina del Sur) libraron contra las tropas del Ejército Confederado que defendían Fort Wagner, conquistaron los integrantes del 54º Regimiento de Infantería de Voluntarios de Massachusetts, esa unidad militar que formo parte del Ejercito de La Unión, y que en la extensa y apasionante Historia militar de los Estados Unidos de América marco un hito por ser tan negra como la de Morfeo la piel que había bajo las casacas de «Los que, hasta el final de la Guerra de Secesión (9 de Abril de 1865), fueron hermanos de armas de Los que el 29 de Noviembre del 1864, cantando “La nana de La Muerte”, y ante los ojos de un “Soldado Azul” llamado Honus Gent, cometieron ese execrable crimen contra La Humanidad que da fe de la brutalidad con la que los civilizados rostros palidos castigaron a los salvajes pieles rojas, y que fue bautizado como La Masacre de Sand Creek».


Aunque su calidad cinematográfica es manifiestamente mejorable es justo reconocer que, gracias a la sabia utilización de esa espectacular técnica denominada Bullet time (Efecto bala), en la Historia del Séptimo Arte con letras de oro grabo su nombre la criatura creada por ese par de hermanos de apellido impronunciable que, este año, llegada la estación climatológica que se escribe con “V de Vendetta” en la lengua de los generales que en los campos de batalla de Flandes dirigían a Los Tercios en los que durante diez años sirvio Guy Fawkes como soldado, reventaran las taquillas gracias a esa superproducción en la que «El inglés nacido en (Sheffield) que en el cine y la televisión, respectivamente, murió dentro de los ropajes de los guerreros que vivieron entre las páginas de la primera entrega de dos de las sagas mas famosas del genero literario denominado espada y brujería» será el mejor aliado de la pareja formada «El estadounidense de Cullman (Alabama) que, metido en el uniforme y la piel de uno de los miles de hombres que, por el Ejército de EEUU, son denominados G.I. Joe (Government Issue, Joe / Asunto del gobierno, Joe), recibió una carta cuyo encabezamiento era “Querido John”» y por «La ucraniana nacida en las frías tierras de Chernivtsi que encarno a una analfabeta incapaz de descubrir el secreto oculto entras las páginas de “El libro de Eli”».




Y es que aunque fue creado por el fotografo Eadweard Muybridge mucho antes de que el cine fuera inventado por los hermanos Lumiere, los Hermanos Wachowski fueron los que, al fin y a la postre, consiguieron que se hiciera mundialmente famoso ese efecto visual que, siguiendo la exitosa estela dejada por ellos, ha sido explotado hasta la saciedad, y que en 1985 fue utilizada por primera vez en un videoclip gracias al buen juicio de Zbigniew Rybczynski, el director polaco que no dUDO en utilizarlo durante el rodaje del cortometraje cuyo objetivo fue la difusión audiovisual de “Midnight Mover”, una de las canciones más ACCEPTables del sexto álbum de estudio de la banda germana que en 1976 fue fundada por Udo Dirkschneider, ese pequeño gran hombre nacido el 6 de abril de 1952 bajo el cielo sobre Wuppertal, y dentro cuyo pecho late un corazón de metal.




Al igual que la primera de las tres que integran la trilogía “Matrix”, “300”, sin lugar a dudas, podría ser definida también como “Una película que sería un auténtico bodrio si no fuera por esos espectaculares efectos especiales que consiguieron que marcara un antes y un después en La Historia del Séptimo Arte”.


Y es que, si con el “efecto bala” el duo artístico - filial formado por Andrew Paul y «El que hace más de una década convertido en una mujer llamada Lana salio del quirofano en el que entro siendo un hombre llamado Laurence» hasta en tres ocasiones nos convencieron para que pasáramos por taquilla para ver sus paranoias mentales plasmadas en imágenes, Zack Snyder, con la que supuso su segunda incursión tras la cámara, a parte de demostrar que era un director con un impactante estilo visual, reinvento el genero épico, genero este que, tras la infantilización que experimento por culpa de la adaptación cinematográfica de la trilogía literaria “El Señor de Los Anillos”, con fuerza y garra recupero el territorio perdido gracias a la película que - tomando como base la novela gráfica que, en 1998, el guionista y dibujante Frank Miller firmo junto a la colorista que en aquellos daba un toque de color a su lienzo sentimental - dirigio en 2007 «El que cuatro años después, con las poderosas imágenes que se hicieron dueñas y señoras de las retinas de aquellos a los que nos dio un "Puñetazo a traición", confirmo que las chicas son guerreras». 


Teniendo presente que sería pura coincidencia el parecido entre lo acontecido durante la batalla de las Termopilas y lo que se mostraría en pantalla, tengo que reconocer que para mi fue un espectáculo muy disfrutable esa película en la que, durante 117 minutos de metraje, el culto a la violencia fue el perfecto acompañante de la exhibición de los musculosos cuerpos de los fieros y duros guerreros que la hoja de sus espadas tiñeron de rojo con la sangre de los centenares de persas que mataron durante la defensa de las Puertas Calientes hasta las que llegaron siguiendo las huellas dejadas por las sandalias que calzaba el rey de cuya garganta días antes salio el grito que precedió a los alaridos del hombre que tierra y agua encontró en el fondo del pozo al que llego por cortesía de la trayectoria mortal que para él empezó cuando en su pecho impacto la planta del pie de aquel ante cuyos pies minutos antes arrojo las calaveras de los que se negaron a postrarse ante Jerjes I, y que semanas después fue uno de los “300” espartanos que el 10 de septiembre de 480 a. C., tras tres interminables días de lucha, cenaron en El Infierno.




Tres años después de que, metido en el traje y la piel del mensajero al servicio del Dios Rey mencionado anteriormente, afirmase ante Leonidas que era una locura que Esparta intentará hacer frente a la letal e imparable máquina de guerra que era el ejército persa, «El canadiense de adopción nacido en Accra (Ghana) que responde al nombre de Peter Mensah» tubo un importante papel en la serie que, durante las primeras semanas de 2013, todas las semanas, quedando una hora para que el fin del Día de servicio militar (Dienstag / Martes) diera paso al comienzo de la Mitad de semana (Mittwoch / Miercoles), puso a mi servicio la oportunidad de aprender como espada, venganza, muerte, dolor y otras palabras que formaban parte del vocabulario de los hombres que luchando por su vida mezclaban su sangre con la arena del circo romano, se pronunciaban correctamente en el idioma que se habla en las frías y lejanas tierras que conquistaron los legionarios romanos que fueron comandados por el general que murió siendo un gladiador, y en las que durante cinco inolvidables meses – junto a «La dama a la que, según palabras textuales suyas, haré inmensamente feliz el día que de la cartelera cinematográfica elija yo una película en la que, a parte de no haber ni decapitaciones ni explosiones, hombres adultos en edad de merecer no salgan disfrazados de superhéroes» - viví una experiencia vital que reviviría una y otra vez si tuviera yo "La máquina del tiempo" inventada por el cientifico que, por cortesia del novelista H. G. Wells, tubo "El tiempo en sus manos".


Fue en 2010 cuando Guy Edward Pearceocho años después de dar vida al científico que, tras viajar físicamente entre los años 1899 y 802.701, se enfrento a los Morlocks que dominarán La Tierra en un futuro muy lejano  – llevo en uno de sus bolsillos la placa identificativa que indicaba que era Nathan Leckie, «El sargento del cuerpo policial encargado de imponer la ley en los bajos fondos de Melbourne», ese "Reino animal" entre cuya fauna estaba la banda de la que, junto a su hermano mayor y a su hermano pequeño, formaba parte Craig Cody, el traficante de drogas que, por exigencias del guión, obligo a que unos cuantos tatuajes se hicieran dueños y señores de la piel de Sullivan Stapleton, el actor nacido el 14 de junio de 1977 en la ciudad australiana mencionada anteriormente, y que, visto el hercúleo cuerpo que luce en “300: el origen de un imperio”, sin problema alguno podría levantar con una sola mano el cuerpecito de «El junta letras que recientemente consiguió que la adaptación cinematográfica de la batalla naval en la que tuvo un papel destacado el general ateniense al que encarno el mencionado mocetón fuera vista por la que, en aquellos días en los que de ella no quería ser su amigo, quería ser algo más, tras ver junto a él las andanzas de “Templario” estupefacta y anonada salio de la sala en la que fue cubierta por la sangre que a borbotones salio de las heridas causadas por la espada empuñada por el que para mi siempre será “Solomon Kane”».


 El pasado 7 de marzoa dos días para que se cumpliera el séptimo aniversario del día en el que “300” se estreno – llego a las pantallas de EEUU y España la secuela de la película dirigida por Zack Snyder, y cuyos $2,50 millones de dólares recaudados entre el Viernes y el Domingo le concedieron el honor de superar la mejor recaudación que, hasta la fecha, una película estrenada en un fin de semana del mes de marzo había conseguido en el país en el que – al igual que el director mencionado anteriormente – nació Kurt Olaf Johnstad, el guionista que, junto a el de Green Bay (Wisconsin), ha escrito el guión de la película hoy bloggeada, y que esta basado en la última novela grafica firmada por el arquitecto que trazo los planos de la "Ciudad del pecado" cuyas calles son pateadas por ese corpulento tipo duro apodado Marv, y que próximamente a las librerías llegara cabalgando sobre los lomos de un caballo tan negro como aquellos que dejaron las huellas de sus pezuñas en las tierras donde La Muerte y La Destrucción fue sembrada por Los Nueve espectros del Anillo que los montaban, y que, en la batalla que se libro ante la Puerta Negra fueron derrotados por Los Hombres del Oeste que eran dueños de El Espíritu guerrero que tantas veces poseyó a «El que hace castillos de arena en la Luna inspirado por La Musa que, regalo mediante, entre las páginas de la revista que lleva por el título el nombre de la musa de la historia y de la poesía heroica, le permitió descubrir lo realmente sucedió aquel día de septiembre del 480 a.C. en el que, a bordo de uno de los barcos de madera griegos que surcaron las aguas que bañan la isla de Salamina, su nombre en La Eternidad grabo Temístocles», el hombre que a la pluma empuñada por el historiador siciliano Diodoro Sículo arranco las siguientes palabras:


¿Qué otro hombre, mientras Esparta gozaba de mayor fuerza y el espartano Euribíades ostentaba el mando supremo de la flota, podía por sus propios méritos privar a Esparta de esa gloria? ¿De qué otro hombre hemos aprendido en la historia que con una única acción sobrepasara a todos los comandantes, su ciudad al resto de estados griegos, y los griegos a los bárbaros? ¿En qué otro momento un general tuvo menores recursos y mayores peligros a que enfrentarse? ¿Quién, enfrentándose al poder combinado de toda Asia, se mantuvo del lado de su ciudad cuando sus habitantes habían sido expulsados de sus casas, y aun así consiguió la victoria?





Jaume Collet-Serra, «El catalán nacido en Sant Iscle de Vallalta (Barcelona) el 23 de marzo de 1974, y que, desde el día de 2004 en el que abrió las puertas de “La casa de cera”, “Sin escalas” ha recorrido las millas áreas que les separaban de El Olimpo donde viven los directores más reputados de Hollywood», fue la persona en cuyas manos, en un principio, los directivos de la Warner Bros Pictures quisieron depositar los 110.000.000 $ destinados a la realización de “300: el origen de un imperio”.

 

Aunque son sobradas las muestras de talento de las que ha dado fe el encargado de hacer la adaptación cinematográfica de “Akira”, un israelí nacido en Jerusalén el Agosto 16 de 1961, y que responde al nombre de Noam Murro es el hombre que finalmente puede presumir de conseguir que nuestra sangre hierva mientras vemos la épica y pseudo-histórica película mencionada anteriormente, y que será del agrado de gente tan inteligente como Dennis Quaid, el actor que en 2008 estuvo a las ordenes del citado director, y que en 1985 a «El que fue el duro sargento instructor ante cuyos ojos Richard Gere se convirtió en “Oficial y caballero”» “Enemigo mío” llamo mientras ambos eran filmados por la cámara cinematográfica tras la cual estaba Wolfgang Petersen.


Precisamente el director alemán nacido en Emden el 14 de marzo de 1941 fue el que, en 2004, nos brindo la oportunidad de ser testigos del asedio de “Troya”, asedio este que en la pantalla grande de diez años a dos meses se redujo gracias a las "licencias históricas" que se tomo el guionista David Benioffuno de los artífices de la exitosa adaptación televisiva de la novela - río escrita por George R.R. Martin – y que por ser también utilizadas por los guionistas de la película hoy bloggeada han provocado que la credibilidad de los acontecimientos que tienen lugar durante los 102 minutos de metraje de esta última sea tan dudosa como la de aquellos que nos fueron narrados en el oscarizado film en el que se nos oculto que, tras finalizar la batalla que en septiembre de 1297 se libro en el puente sobre el río que atraviesa Stirling, William Wallace con la piel del comandante del ejército de Eduardo I de Inglaterra, a parte de hacerse un cinturón, cubrió la empuñadura de la espada que, según Randall Wallace, en el año de nuestro Señor, 1314, acabo clavada en los campos de Bannuckburn, allí donde, hambrientos e inferioridad de condiciones, conquistaron su libertad los Highlanders escoceses en cuyo pecho latía un “Corazón bravo”, y que, como poetas – guerreros, lucharon y sangraron junto a él.


Pasándose por el forro las razones geoestratégicas que provocaron la Segunda Guerra Médica (480 a. C. - 479 a. C.), Kurt Olaf Johnstad y Zack Snyder han creído pertinente que el mencionado conflicto bélico entre Persia y Grecia haya sido motivado por el resentimiento que se hizo dueño y señor del corazón de Xerxes el día de Septiembre de 490 a. C. en el que el corazón de su amado padreDario – fue atravesado por la flecha disparada por el arco cuya cuerda fue tensada por el poderoso brazo del guerrero ateniense que, minutos antes, unas magistrales lecciones de combate cuerpo a cuerpo dio a aquellos que se enfrentaron a él durante el transcurso de la batalla que supuso el final de la Primera Guerra Médica (492 a. C. - 490 a. C.), y que se libro en la llanura que da nombre a la prueba atlética durante la cual hay que recorrer 42.195 metros, la distancia que, tras la victoria conseguida aquel día por los griegos, corrió Filipedes para llegar hasta Atenas, ciudad esta en la que – tras entran gritando "¡¡¡Νίκη, Νίκη!!!" (¡¡¡ Victoria, Victoria!!!)de agotamiento murió ante los ojos de las mujeres que, al enterarse de la derrota de los persas, soltaron los cuchillos con los que iban a matar a sus propios hijos e hijas para evitar así que la sangre de las criaturas a las que dieron la vida tiñera de rojo las hojas de las espadas de los soldados del ejército aqueménida.


Diez después de que el modelo democrático ateniense se afianzara gracias a la victoria conseguida en la batalla durante la que los hoplitas – tal como bien relato uno de los veteranos de guerra griegos a los que dio vida el comediógrafo Aristófanes, y que eran molestos, correosos e incisivos como “Las avispas” - bajo una nube de flechas que les impedía ver el sol e inundados por un torrente de cólera, fueron al encuentro de sus enemigos corriendo con lanza y escudo, de pie, hombre contra hombre, y mordiéndose los labios por la furia, las polis griegas vuelve a verse amenazadas por el poderoso ejército a sueldo del imperio que durante más de dos siglos (558 a. C.-331 a. C.) ocupo los actuales territorios de Irán, Irak, Turkmenistán, Afganistán, Uzbekistán, Turquía, Chipre, Siria, Líbano, Israel, Palestina y Egipto, y que, entre los años 485 y 465 a. C., fue gobernado por «Aquel cuyo nombre persa - Jshāyār shāh - traducido al griego significaba "gobernador de héroes"», y que, un día del año 480 a.C., tras destrozar con su letal maquinaría militar a la muralla humana que defendía El paso de Termopilas, valiéndose de una enorme hacha decapito al cadáver de «El rey que la despedida “Espartano, regresa con tu escudo o sobre él” oyó de labios de Gorgo», la mujer que, por haber nacido ambos en una tierra en la que no había lugar para la ternura, no fue llamada “amada mía” por su esposo, y en cuyos ropajes, por segunda vez, se ha vuelto a meter Lena Headey, la actriz británica a la que actualmente en la pequeña pantalla podemos ver morando tras los muros de la fortaleza en la que en la vive junto al resto de los miembros de la familia Lannister.








Artemisia reunió a los sacerdotes, magos y místicos de cada rincón del imperio. Envolvieron al joven rey en gasas y medias empapadas en antiguas pociones y lo dejaron vagar por el desierto. Hasta que en un delirio de sed y calor, fue a parar a una cueva de ermitaños.

Jerjes paso de largo las miradas ausentes y las almas vacías de las bajas criaturas que moran en los oscuros rincones del corazón de todos los hombres. Y en esa oscuridad se abandono por completo a un poder tan malvado y perverso que ninguna parte del hombre que fue, Jerjes, había sobrevivido.


 

Tal como han podido comprobar mis estimados lectores, las palabras que preceden a la siguiente parrafada hacen una sui – generis definición de cómo la locura que se adueño de él tras la muerte de su padre provoco que en un Dios carente de alma se convirtiera el hombre al que da vida Rodrigo Santoro, el actor brasileño que en la comedia “Love actually” compartió protagonismo con el irlandés nacido en Ballymena que encarno al padre de Balian, aquel jóven herrero francés que para exiar ss pecads y ser digno de morar en “El Reino de Los Cielos”, viajo hasta Jerusalén para unirse a Los Soldados de Dios que, durante la Tercera Cruzada, defendieron la ciudad israelí mencionada anteriormente, y en la que el hijo del Barón Godofredo de Ibelin, entre mandoble y mandoble, se enamoro de Sibylla, la hermana de «El rey dentro de cuya piel afectada por la bacteria Mycobacterium leprae se metió Edward Norton», y a la que dio vida la pequeña actriz parisina que, protegida por una armadura, interpreta a aquella mujer de armas tomar cuyo odio hacía sus compatriotas - los griegos – es aún mayor que el que hacia los negros sentía Danny Vinyard, ese defensor de la supremacía de la raza aria que, en el trozo de piel blanca que protegía al corazón que latía dentro su musculoso torso, una cruz gamada se tatúo con tinta tan negra como a que se utiliza para escribir la historia de los Estados Unidos de América.



El echo de que la ferocidad de Artemisia solo fuera superada por su belleza, y que esta, a su vez, solo fuera igualada por su devoción a Dario I, explica la razón por la cual el rey que, entre los años 522 a. C. a 486 a. C., gobernó en Persia exigió que la nacida en Caria a la que da vida Eva Green estuviera junto a su lecho de muerte, allí donde - por cortesia de los guionstas que creyerón pertinente que fuera nulo el parecido entre la Artemisia real y la Artemisia cinematográfica - en lugar de morir victima de la enfermedad que en realidad puso fin a sus sesenta y cuatro años de vida, murió por culpa de la herida provocada por la flecha que, por cortesía de Temistocles, le atravesó el corazón.

Aunque sea osado asegurarlo, bien se podría afirmar que la crueldad de la que dicha dama da fe a lo largo de todo el metraje quizás no habría tenido cabida en su corazón si siendo niña a su pueblo no hubiera llegado La Guerra; y es que ese gran fracaso de La Humanidad que el cantautor argentino León Gieco definio como "un monstruo grande que pisa fuerte toda la pobre inocencia de la gente" fue el culpable de que el odio a los griegos se hiciera dueño y señor de ella mientras el fuego devoraba el lugar donde hasta ese día había vivido en paz, y las lagrimas arrasaraban esos ojos suyos antes los cuales a la mujer que le dio La Vida le quitaron la suya los hoplitas que antes de matarla la violaron brutalmente.


Con el cuerpo marcado por los estragos causados por el hambre y la desnutrición, y con el alma devorada por el odio hacia los griegos que, sin piedad, la maltrataron y violaron durante los años que estuvo prisionera en un barco propiedad de traficantes de esclavos, Artemisia, tras ser abandonada en puerto por aquellos para los que fue una esclava sexual, es salvada de la muerte por el guerrero al servicio de Dario I que es encarnado por Peter Mensah, y que, pasado el tiempo, duro entrenamiento mediante, la convertirá en una máquina de matar tan letal como Theokoles “El Griego”, aquel legendario gladiador albino que, si hubiera combatido durante las guerras médicas, antes de destrozar a los persas que osaran enfrentarse a él les habría helado la sangre al mostrarles las numerosas cicatrices que cubrían su imponente cuerpo, y que, sin lugar a dudas, eran la mejor prueba de que era prácticamente imposible derrotarlo.

«La que armada con un par de espadas a tantos enemigos de Dario I decapito», desprovista de armas letales y valiéndose únicamente de sus armas de mujer, intentará que Temistocles pierda la cabeza por ella, y que, al igual que Los Inmortales, sea uno de Los Perros de La Guerra que están a su servicio y que, tras ser liberados, van directos al matadero cuando ella da la orden "¡Atacar!" valiéndose de los labios con los que al mencionado general ateniense - tras informarle de que por cada griego que ella mate, él deberá matar mil persas, y que por cada barco que ella hunda, él deberá hundir cien – con palabras impregnadas de dulzura le hará la siguiente proposición:





Únete a mí, respira conmigo como si fuera tu último aliento. Muere junto a mi cada noche, y renace a mi lado cada mañana, mientras clavas tu espada en el corazón de nuestros enemigos.


«La que, según Herodoto, gracias a su bravura y al coraje demostrado durante el transcurso de la batalla, provoco que Xerxes afirmara “¡Mis hombres (los persas) se han convertido en mujeres y mis mujeres (Artemisia) en hombres!”», por desgracia para ella, con sus palabras tan afiladas como las hojas de acero de sus espadas, no conseguirá que, convertido en un traidor, se postre a sus pies «El que a los comandados por él les pregunto “¿Preferís morir de pie, espada en mano, o vivir de rodillas como esclavos?”, y que la frase “Temistocles, ¿Cuántas veces tenemos que repetir semejante tragedia?, estamos convirtiendo a jóvenes en recuerdos” oyó de labios de Aeskylos», ese leal hermano de armas suyo que al igual que él (Temistocles) desea envainar su espada, y que es encarnado por Hans Matheson, «El escocés nacido en Stornoway que se quedo de piedra al ver a la criatura de la Mitología Griega que fue decapitada por Perseo mientras se enfrentaba a la furia de Los Titanes, y que, cuando «El que fue “Billy Elliot”» cogio su subfusil ametralladora Sten, se metió dentro del uniforme de un joven soldado inglés que, al igual que el personaje al que da vida en la película hoy bloggeada, horrorizado se quedo por los estragos causados por esa cruel bestia que es La Guerra, y cuyo feo rostro vio mientras, a “La sombra del mal”, atrapado estuvo en el interior de una de las miles de trincheras que, entre el 28 de julio de 1914 y el 11 de noviembre de 1918, abrieron en canal a La Vieja Europa».


Tal como se puede ver en el cartel de la película, los personajes mencionados anteriormente son simple secundarios a lado de Temistocles, el cual, para salvar a la Democracia ateniense del despotismo que el Dios Rey llamado Xerxes desea imponer con la fuerza de su poderosa maquinaría militar, viaja hasta Esparta para conseguir la ayuda de Leonidas y los suyos, ayuda esta que finalmente no conseguirá.


Justo y necesario es en este punto señalar que pese al empeño del actor que da vida a Temistocles, el carisma de este personaje bien podría decirse que es del rey espartano mencionado anteriormente, y que fue encarnado por «El licenciado en Derecho por la Universidad de Glasgow que espera y desea que, dando vida al que le llamaban Bodhi, pueda él reverdecer los laureles que, por culpa de su errada selección de roles a interpretar, se marchitaron en el preciso momento en el que el corazón del esposo de Gorgo fue atravesado por una de las miles de flechas persas que ocultaron el Sol que brillaba en el cielo sobre El Paso de las Termopilas»; y es que, visto lo visto, buen puede afirmarse que Gerard Butler es uno de esos actores que, tras hacerse mundialmente famosos gracias a un Blockbuster revienta – taquillas, se hundieron en el fango arrastrados por el peso de los bodrios cinematográficos a los que, por elección suya, acabaron “Exposados”


Desprovisto de la frialdad y resignación con la que Leonidas condujo a sus súbditos hacía el matadero, con la frase “Cada mujer que enviuda por mis decisiones, cada hijo que crece sin padre... es por una elección mía. Es el peso de mis ordenes” constancia deja de sus remordimientos de conciencia «El que de labios de Artemisa oyó “Pienso en ti, languideciendo por mi, renunciando a la familia y al amor por la promesa de un éxtasis más profundo. El éxtasis del acero, del amor y de la vida, de la rabia y del sudor del músculo, de la absoluta alegría más profunda”».


Llegada la hora de la verdad, como no podía ser menos, con espectaculares escenas de batalla es deleitado el respetable público llegado el clímax de la película que – sin ningún rigor histórico – muestra lo acontecido en la batalla durante la cual su nombre en La Eternidad cincelo el general ateniense que en el año 472 a. C. entró al servicio de Artajerjes I, el Gran Rey persa que, entre los años 465 hasta el 424 a. C., se sentó en el trono que anteriormente ocupo su padre, el hombre mortal con ínfulas de Dios que, un día del año 480 a.C., vio como unos barquitos de madera griegos hundían a esa poderosa armada suya a la que, por cortesía de las mencionadas licencias históricas, veremos hacer buen uso del “fuego griego”, ese arma incendiaria inventada en el siglo VI por un arquitecto sirio llamado Calínico, y gracias a la cual el Imperio Bizantino fue el dueño y señor del Mar Mediterráneo.


A parte de lo anteriormente mencionado, durante el metraje de “300: El origen de un imperio” nuestros oídos son deleitados con esa música celestial que es la épica arenga militar salida de la garganta de Temistocles, y durante la cual, equipado con la armadura y armamento de los hoplitas, y emulando a los hermanos de armas del mencionado general ateniense, me habría gustado darle la replica con el sonido metálico provocado al golpear el Aspis u hoplon sujeto a mi brazo izquierdo con la hoja de acero de la xiphoi – la espada corta de doble filo que dichos guerreros empuñaban con su mano derecha, y por culpa de la cual, tal como su nombre griego indica, los que se enfrentaban a ellos veían "penetrar la luz" a través de las heridas causadas por dicha arma.

Y es que, junto al discurso pronunciado por Aragorn frente a la Puerta Negra de Mordor merece estar el que supuestamente lo fue por el personaje histórico en cuya piel se metió el que, entre 2011 y 2013, encarno a Damien Scott, un militar estadounidense que los conocimientos adquiridos durante el tiempo que fue sargento de la unidad DELTA FORCE puso al servicio de la rama secreta del MI6 - Servicio Secreto de Inteligencia Británico  - denominada Sección 20.





Temerán al griego que lucha, temerán su espada, su escudo. Temerán su amor por la madre Grecia, pero sobre todo... temerán su libertad.

En el fragor de la batalla, necesitareis una razón por la cual seguir luchando, una idea por la que abandonar todo cuanto podrías alcanzar.

Muchos de vosotros estuvisteis a mi lado en Maratón. Y aquellos que servisteis y vivisteis el clamor de la batalla. ¡Sabéis como se forja la verdadera paz!

Solo tenéis que mirar al hombre que lucha a vuestro lado, ese es el porque de la batalla, ¡esa es la fraternidad de los hombres en armas! Un vínculo irrompible, fortalecido por el crisol del combate, jamás estaréis más cerca de nadie que de aquellos con los que derramáis vuestra sangre. Pues no hay causa más noble que luchad por aquellos que darían ¡SU VIDA POR VOSOTROS!

¡Luchad por vuestros hermanos, luchad por vuestras familias! ¡Y por encima de todo luchad por GRECIA!


En resumen, una película que, a pesar de perder la batalla ante su antecesora, es de obligado visionado para todos aquellos a los que, al igual que al que esto escribe, les habría gustado poder decir que fueron uno de los cientos de héroes que con la sangre que derramaron formaron el mar que surcaron los barcos de madera griegos a bordo de los cuales iban y en cuyas velas un viento de venganza aire insuflo.

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