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viernes, 5 de septiembre de 2014

Como, gracias a la lectura de una antología de relatos contra la propiedad vital ajena, fríamente, sin motivos personales, a las horas de insomnio consegui matar


Fue el Viernes 28 de Junio de 2002 cuandomientras sus venas eran recorridas por litros de alcohol que provocaron que su actuación fuera lamentable las “Lagrimas de una Mandrágora” surcaron el rostro de Tobias Sammet, el frontman de «La banda germana que, desde hace unos años, tiene un papel Fuldamental en la historia del power – metal, y a la que - junto a ese amigo mío que, al igual que yo, siete años después, en el Recinto Deportivo de Agones (Pravia), durante el XIV Derrame Rock, fue bañado por los rayos gammas del sol que brilla en el cielo sobre la ciudad alemana en la que en 1963 nació Kai Hansen»en la langreana área industrial denominada La Morgal, vi yo el día que precedió al fin de semana que, por cortesía de dos Kahntadas de «El teutón nacido en Karlsruhe que, entre 1994 y 2009, defendió la portería del Fußball Club Bayern München eingetragener Verein», culmino con Ronaldo Luís Nazário de Lima estampando sus labios en el trofeo que simbolizaba que certificaba a la selección de Brasil como ganadora de la XVII edición de la Copa Mundial de Fútbol - atraído por los grupos que formaban parte del cartel de la séptima edición del festival mencionado anteriormente, también hizo parada y fonda Juan Miguel Fernández Fernández, «El True Metal Warrior cuyas legiones, semanas después, concretamente el 3 de Agosto, al alba y con viento fuerte del cantábrico, y gracias en buena medida a la camiseta adquirida por mi durante el VII Derrame Rock, establecieron con las mías una alianza militar que fue Sellada por las aguas del río que, horas después, descendierón cientos de piragüistas, y que atraviesa la villa marinera perteneciente a la Comarca de Oriente, y cuyas costas son bañadas por el mar en el que recibieron su bautismo de fuego los buques quimiqueros que, por encargo de la compañía noruega Knutsen OAS Shipping AS, fueron construidos en el astillero gironés en cuyas instalaciones, entre los días 4 al 13 de julio del 2014, se celebro la vigésimo séptima edición de la Semana Negra».


La tarde del pasado 12 de Juliotras haber contemplado por la mañana la belleza de las majestuosas montañas que rodean a Bezanes – fue cuando, atravesando “La jungla humana” que se había dado cita tras los muros de lo que fue NAVAL GIJON SA, y sobre la cual caían toneladas de alegría y alboroto que El perrito piloto lanzaba desde el avión con el que surcaba el cielo sobre La Villa de Jovellanos, «El hijo del calderero nacido en la mencionada aldea perteneciente al Concejo de Caso» llego al Bosque Mitago, el cual estaba poblado por árboles hechos con libros, y que, desde el cuarto día del séptimo mes del presente año, hundían sus raíces en una porción del terreno que, en 2004, tras 20 años, dejo de tener uso industrial, y que esta delimitado por los muros tras los cuales, un día de 1995, el juntaletras que esto escribe, junto a su padre y los compañeros de este último, se protegió de los botes de humo y las pelotas de goma con las que los miembros de las Unidades de Intervención Policial respondían a la artillería empleada por los obreros del sector naval que, recurriendo a la lucha callejera, intentaban impedir que el cierre del astillero al que consideraban “su hogar” hundiera en la miseria a sus respectivas familias.


Si bien, en un principio, no tenia intención de, con la compra de otra novela, provocar que, por exceso de peso, quebraran las estanterías de mi biblioteca, al final, tras imponerse la amistad a la razón, mi capital literario aumente gracias a las monedas que en la caja registradora del stand semana – negrero de la librería que esta en el número 8 de la Calle del Rosal (Oviedo) acabaron tras extraerlas de mi cartera con la mano que minutos antes había estrechado al tipo serio a carta cabal al que, doce años antes, conocí cuando ambos éramos un par de bufones, y aún no conocíamos el placer que para nosotros actualmente supone ser dos caballeros andantes que, poseídos por el espiritu San Jorge, con valor defienden a sus bellas y respectivas damas.


Y es que, tras embriagarme con el nauseabundo perfume de Las flores del mal que germinan en “El jardín impío” de cuya presentación en sociedad, el 21 de Abril de 2012, fui testigo, y que fueron regadas con la tinta negra salida de la pluma empuñada por «El que, bajo el cielo sobre Grecia, tubo el honor de ser inmortalizado junto al rey espartano que lidero a los “300” guerreros que, hace siglos, cenaron en El Infierno tras ser aniquilados por los persas a los que, durante días, impidieron que atravesarán “Las Puertas de Fuego”», el hecho de que este último fuera el firmante de uno de los relatos que forman parte de “Como matar a…” fue la razón por la cual adquirí la novela hoy reseñada, y cuya dedicatoria consiguió que este admirador de “El Hijo del Dragón” se enorgulleciera de haber conseguido que uno de los miembros de “La Compañía Blanca” que combate junto a él sea «El que, al igual que el que esto escribe, en ese campo de batalla que es La Vida, pelea por su supervivencia con un coraje digno de los miembros de la Brigada Ligera de Caballería que, el 25 de octubre de 1854, en las llanuras de Balaklava (Ucrania), cargaron contra la artilleria rusa durante una desastrosa acción militar que, al fin y a la postre, acabo formando parte de la leyenda heroica del Reino Unido, y a la que, en 1983, letra y música le puso la Doncella de Hierro heavy – metalera que, con esa aterciopelada voz suya, quiebra el silencio de nuestros aposentos cuando, tras recorrer junto a La Muerte varios kilometros de la Autopista hacía El Infierno, ponemos fin a nuestra jornada leyendo novelas protagonizadas por guerreros tan fieros y valientes como “Los Héroes” que, en “Tierras Rojas”, con las sangre de sus enemigos tiñeron de rojo las frías hojas de acero de sus espadas». 



Así como, por cortesía del plato hígado de agente del censo sobre lecho de alubias, lo fue el de el doctor Hannibal Lecter, el apetito de aquellos lectores a los que les gustan las emociones fuertes será sobradamente saciado con la divertida / terrorífica antología de relatos contra la propiedad vital ajena que ha publicado la Editorial Universo, y que, por cortesia de dieciséis escritores entre los que se encuentra Carlos Rodón (Coordinador de todos ellos), entre otras cosas, nos brinda la posibilidad de ser testigos de una serie de crímenes que bien podrían justificar la entrada en acción de los agentes del FBI adscritos a la Unidad de Análisis de Conducta, y cuya mision es encerrar tras las rejas de una celda a aquellos matarifes que en sus respectivas cabezas albergan Mentes criminales.


Sin lugar dudas, si hubiera que elegir una canción para acompañar la lectura del primero de los dieciséis relatos, los acordes de “Stuck In The Middle With You” serían los más adecuados para agasajar a nuestros oídos mientras nuestros ojos devoran las páginas escritas por Daniel Gutiérrez, y que, si tuviera oportunidad de leerlas, llenarían de gozo a «El director cinematográfico nacido el 27 de marzo de 1963 en Knoxville (Tennessee), y cuya opera prima siempre será recordada por la escena "romántica" durante la cual los estragos que una navaja de afeitar puede causar fueron mostrados por el personaje encarnado por "El hermano de la actriz que, en 1994, se metió dentro de la tatuada piel de la mujer a la que, tras ver como su hijo moria entre sus brazos de madre, le embargo una furia asesina tan irreprimible como la que se hizo dueña y señora del que, antes de enseñarnos “Como matar a un cartero”, justifica su desequilibrio mental alegando que, en estos tiempos extraños que nos ha tocado vivir, nadie esta en sus jodidos cabales, y que él no esta mas loco que quien se compra una casa para pagarla en cuarenta años, o quien acepta un día tras otro una serie de obligaciones establecidas por una sociedad llena de mierda y de corrupción"».




Si bien en un principio se puede considerar algo drástico que el asesino accidental desee hacer “Volar por los aires” a los culpables de una negligencia médica que causo la muerte a sus seres queridos, lo cierto es que, al ser conocedores de las fechorías del que, por vagancia, quebranto la máxima “El cartero siempre llama dos veces”, seguramente algún que otro lector, gustosamente, cargada con las balas más dañinas que hay, entregaría una pistola automática al que, metido en la coraza del “Juez Dredd”, al fin y a la postre, será Juez, Jurado y Ejecutor de uno esos asquerosos individuos que, para vergüenza de La Humanidad, cometen ese execrable crimen que es mancillar la inocencia de un niño



Leído lo leído, bien se podría decir que el protagonista del primer relato había sido poseído por Nex, el más sádico de los cinco gélidos que forman parte del letal y poderoso ejército del que, a la hora de ejecutar sus fechorías, se sirve "La Dama que con una de sus huesudas manos empuña una guadaña", y a la que, hacía el año 3093, según profetiza Javier Martos, intentara matar un hombre que se niega a ser uno de esos que, al ver a La Muerte, o intentan huir patéticamente, o, con las rodillas hincadas en tierra, suplican para que no sea cortado el hilo que les une a La Vida


Y es que, tal como nos hace saber el autor del segundo relato, además de a «El que, sirviéndose de La Envidia, Las Malas sensaciones y La Inquina, consigue que las personas pacificas se conviertan en impíos asesinos», con sus rostros ocultos por capuchas negras, y vestidos con túnicas oscuras en las que, con letras rojas, están escritos sus respectivos nombres, podremos ver desfilar a «El que recorre el mundo expandiendo infecciones, neumonías, tuberculosis y canceres» (Morbus), «El que disfruta poco a poco apagando la llama de vida que arde en nuestro corazón» (Senectus), «El amo y señor de los desastres naturales, y responsable máximo de que haya urbes arrasadas y masas ingentes de cadáveres» (Natura) y «El que, a diferencia de sus hermanos de armas, ni era malvado per ser, ni disfrutaba matando» (Accidentis).

«El que, tras varios años caminando, llego a allí donde las sombras dominan las tierras, y hay bosques formados por árboles cuyos troncos son negros y cuyas hojas están secas», bien podría decirse que pone rostro a todos aquellos que, sobre los lomos de El Odio y La Amargura, intentan escapar de la tierra de la que, por culpa de La Tristeza, han desaparecido esos verdes prados que eran regados por la alegría y el cariño de esos seres queridos suyos cuyos nombres, por desgracia para ellos y para él, un aciago día aparecieron escritos en el pergamino que La Muerte lleva oculto entre los pliegues de su túnica. 

De la lectura de “Como matarme” se puede extraer la conclusión de que, con un hierro al rojo vivo como aquel con el que, mientras era bañado por las luces de neon que iluminan las noches de Hong Kong, Josh Randall fue “Marcado para morir”, nuestra vida adulta es marcada por los acontecimientos vividos durante nuestra infancia, más aún cuando dicha época vital, en lugar de haber sido para nosotros un Paraíso Perdido, fue un Infierno de mierda cuyas llamas fueron alimentadas por la crueldad infantil por cortesía de la cual los niños obesos son apodados “Bola de grasa”, y, poniendo el acento en la “u”, “Puta” es el nombre de guerra con el que son llamadas las chicas guapas que, prisioneras de la inocencia, sin malicia alguna flirtean con sus compañeros de clase.


Dado que no esta en mi animo destripar uno de los mejores relatos de la antología hoy reseñada como si fuera uno de los cadáveres que son abiertos en canal por el instrumental quirúrgico de Dexter Morgan, me limitaré a decir que, tras leer como Roberto García Cela consiguió que cinco de sus compañeros de clase no se olvidaran de él, muy lógico y normal nos acaba pareciendo que el mencionado escritor - con un sadismo digno del forense especializado en análisis de salpicaduras de sangre adscrito al Departamento de Policía de Miami - sea ejecutado por “El club de los cinco” adultos para los cuales cruzar las puertas del instituto implicaba que tuvieran la “Sensación de vivir” en un infierno en el cual eran devorados por las llamas alimentadas por la mezquindad del susodicho, el cual, durante cinco años, los ataco con crueles burlas que, a parte de conseguir que, tras ser “Salvados por la campana”, “Al salir de clase” se ahogaran en un mar de lágrimas, les provocaron los traumas que, al fin y a la postre, les unieron.




Sissy Spacek, «La actriz norteamericana que, en 1976, encarno a la adolescente que, tras los muros del instituto de Chamberlain, Maine, protagonizo la fiesta de fin de curso más sangrienta de la historia del cine», tres años antes fue la elegida para recorrer “Malas tierras” junto a «El patriarca de la familia de actores a la que pertenece "El que, en 1990, cinco años después de ser uno de los cinco adolescentes que protagonizaron la película que siempre será recordada por la canción de Simple Minds que le pone punto y final, fue uno de los miembros de la pareja de chalados que exclamaron “¡Este muerto está muy vivo!” mientras se deshacían de un fiambre"», el cual, bien se podría decir que fue para ellos tan problemático como aquel del que, tal como nos es relatado en el divertido relato que lleva por título “El día que mate a mi jefe”, el trío liderado por el alter – ego de J. Daniel Aragonés Cuesta se deshará durante el transcurso de una noche cuyo recuerdo provocara que, en el futuro, de labios de sus protagonistas salga la categórica y cinematográfica afirmación “¡Jo, qué noche!”


“Capungo”el apodo con el que son conocidos los asesinos a sueldo mejicanos que matan por cantidades de dinero tan irrisorias como la que, si hubiera conseguido su objetivo, habría cobrado el que, tal como vimos en los primeros minutos de “Goldfinger”, en el camerino de un cabaret sito en Miami intento matar a Bond, James Bondes precisamente el título del que es el tercer relato de la antología, y que deja patente que su autor es un rendido admirador del personaje cinematográfico gracias al cual se hizo mundialmente famoso «El actor escocés nacido en Fountainbridge en 1930», y que a «El hijo literario de Ian Fleming» encarno por tercera vez en la película mencionada anteriormente, y ante cuya calidad, como diría Oddjob, hay que quitarse el sombrero.


Y es que «El elegante y trajeado agente perteneciente “Al servicio secreto de Su Majestad”, y que tiene “Licencia para matar”» es precisamente el protagonista absoluto de la obra firmada por Ricard Millás, y en la cual este último nos muestra como «El que llego “Desde Rusia con amor”», mientras ve como “Muere otro día” durante el cual tuvo ante si un “Panorama para matar” y actuo siguiendo la máxima “Vive y deja morir”, a parte de ser reprendido por ese superior suyo que, harto de que se comporte como un vulgar asesino a sueldo, le recuerda que el estatus doble cero va totalmente ligado a la discreción, siente como en su interior aumenta la verguenza y el desanimo que para el implica comprobar que - por culpa del trabajo gracias al cual conocio a mujeres de piernas largas, caderas de violonchelo y pelo largo hasta la espalda que, tras por él ser agasajadas con “Diamantes para la eternidad”, le prometieron que serían “Sólo para sus ojos” – esta descendiendo por una ladera mientras los tejidos orgánicos de la fría máquina de matar en la que se ha convertido son irrigados por el corazón duro como una roca que late dentro de ese pecho suyo al que cincela con la práctica del boxeo, ese deporte de caballeros que práctica desde aquellos lejanos días en los que era un inocente adolescente que, sin recato alguno, de los placeres de La Vida disfrutaba mientras esta última los peligros aparejados a ellos le ocultaba.


Aunque – a diferencia del protagonista de “Preludio”jamás conseguire ganarme la vida como escritor, «El juntaletras que esto escribe», al igual que «El novelista al que A. C. Ojeda arrebata la vida en el cuarto relato de la antología hoy reseñada», mas de una vez, desesperado ha recorrido los pasadizos de su mente en busca de una historia que le brinde la oportunidad de, concatenación de frases subordinadas mediante, construir uno de esos mamotretos por culpa de cuya lectura problemas respiratorios acaban sufriendo «Los que osan entrar en la Web http://jhosfergan.blogspot.com.es/».



Había ocasiones en las que comenzaba a vomitar una idea pero al llegar la noche la desechaba porque ya no le parecía tan lúcida como al principio. La oscura noche le quitaba todo aquello que la luz del día le brindaba. Se obsesiono con las horas, los minutos, los segundos. Se obsesiono con las palabras y los caracteres- todo lo que tuviera que ver con la escritura le perseguía sin descanso a lo largo de su jornada. Se había convertido en una especie de siniestro maratón. Corría sin descanso detrás de una idea que no encontraba mientras le perseguían todos sus miedos y manías.


Sin lugar a dudas, el párrafo que precede al presente define a la perfección los sentimientos que embargan al escritor queante la estupefacta mirada de la mujer con la que comparte su vida - con objeto de ponerle fin a la crisis creativa que los ha provocado, ha acabado convirtiendo su casa en una especie de trinchera literaria en la cual moran mesas que él ha armado con bolígrafos y libretas para que, como si fueran soldados, con la bayoneta calada se lancen sobre esa inspiración que puede aparecer sin avisar, y que él quiere capturar a toda costa


Como cabria esperar, su obsesión por conseguir escribir una obra que haga que sea tan admirado como, aún hoy en día, lo es el Arcipreste de Hita que, en el Siglo XIV, escribió el «Libro del Buen Amor» acabará provocando que su esposa enfile “La calle del adiós” tras secarse la tinta de la pluma con la escribió una nota en la que se dan cita frases construidas con “Afiladas palabras” como las que, en 1991, Aurora Beltrán grabo sobre la “Nieve negra” en la que dejaron sus huellas los Tahúres Zurdos.


Mario, no puedo mas. Sabia cual era tu profesión antes de estar juntos pero te has vuelto loco. Ni siquiera me miras, estas todo el día pendiente de esas malditas letras y yo he pasado a ser un cero a la izquierda. Necesito a alguien que sepa valorarme, me marcho y esta es la única manera de hacerlo para que realmente lo leas. No intentes llamarme, no intentes buscarme, tus letras ya no me sirven de nada.



Por fortuna para Mario volver a saborear ese dulce néctar que para los escritores es la inspiración que llena los pechos de la “Musa de la Literatura” provocara que su nombre sea sinónimo de éxito, el cual, entre otras cosas, implicara que en las estanterías de las librerías del país moren Best Sellers firmados por él, y que son devorados por lectores como aquel que, ataviado con una chaqueta en la que ha grabado los títulos de todas las novelas de su admirado autor, hace acto de presencia en una conferencia del protagonista del relato actualmente bloggeado, y que conseguirá que este último, tras conocerlo en persona, acabe siendo embargado por una sensación bastante ambigua, y es que, mientras que por una parte le satisface comprobar como su ego ha crecido un par de metros tras saber que hay alguien en el mundo que con gran vehemencia lee su obra, por otra no le hace ninguna gracia que alguien ande por ahí con una chaqueta llena de palabras que han salido de la mente de él.


A medida que la arrogancia de Mario aumenta y alimenta la máquina con la que recorre los kilómetros de su exitosa carrera profesional, el creador que hay en él empieza a desaparecer debido a que, olvidando la felicidad en la desgracia que fue crear mientras vivía en la ignorancia, se dedica a crear para contentar a quien le ríe la gracia, y lo ha acabado encerrando en “La tumba” que es esa triste realidad en la que ha perdido el Norte y delira entre grandezas inventadas que no son más que “Mentiras arriesgas” que sacan el lado más imbecil del ser humano.


Aunque, mientras le invitaba a que se fuera a la mierda, Fernando Fernán Gómez le dijo a uno de sus lectores que no necesitaba su admiración, «El dramaturgo gracias al cual conocimos a los comicos ambulantes que, durante “El viaje a ninguna parte” que les llevo a recorrer los pueblos de la España rural, alegraron la vida de aquellos cuya existencia estaba marcada por la dureza de la postguerra», aunque lo negó de muy malos modos, también necesitaba que su ego fuera levantado con esa potente droga que para Mario es el joven que, al fin y a la postre, mientras demuestra que es un auténtico “Fanático”, provocara que una espada tan afilada como la de Blade sea lo que desee tener «El que, por cortesía del que pondrá punto y final a su vida, sabrá que, según este último, merece morir por haberse convertido en un escritor que crea palabras sin personalidad y carentes de vida».


«El actor que en 1996 encarno al seguidor de los San Francisco Giants que, ante la cámara de Tony Scott, hizo las mayores locuras para conseguir que Bobby Rayburn volviera a ser admirado mundialmente por ser el mejor jugador de béisbol», veinte años antes fue el encargado de dar vida al “Conductor de taxi” al que, armado por un potente revolver .44 Remington Magnum, y enloquecido por los actos vistos y cometidos por él durante la guerra de Vietnam, vimos limpiar las calles de Nueva York de la basura humana que, desde su vehiculo, a diario veía transitar por ellas, y ante la cual, llegada la hora de ejecutarla, se presento con su cabeza recorrida con una cresta Mohawk como la que – al igual que él, y los “Trece asquerosos” que integraban la sección de sabotaje y demolición del 506.º Regimiento de Infantería Paracaidista, y que, el 6 de Junio de 1944, gritando el lema de su unidad (“¡Currahee!”, en cherokee, "¡Nos bastamos solos!"), y liderados por el sargento James Elbert "Jake" McNiece, desde el cielo sobre Normandía, cayeron en paracaidas sobre la arena de las playas de dicha región francesa – luce “El cazador” de seres humanos al que, en el relato “El último cartucho”, se enfrenta el protagonista principal del relato firmado por el joven al que, en la pagina 196, de la antología hoy reseñada, los lectores de esta última hemos podido ver armado con un fusil de asalto tan letal como el que forma parte del equipamiento de la unidad de fuerzas especiales británica de la que, entre 1994 y 1997, fue miembro Bear Grylls, «El irlandés nacido el 7 de junio de 1974 en Donaghadee, y que, un día de 2006, oso apodarse a si mismo como “El último superviviente”».


Acompañado por un perro de raza pastor alemán llamado Probeta, el hijo literario de Sergio Fernández A. - tras levantarse de la cama, y, cargado de tristeza, decir frente al espejo “Yo, soy leyenda”día tras día, como lleva haciendo desde hace meses, recorre las calles de su ciudad dejando tras de si la forma de las suelas de las botas Timberland que, sin pasar por caja, ha adquirido en esa inmensa caja formada por muros de hormigón, acero y cristal en la que se ha convertido uno de esos centros comerciales en los que – tiempo atrás, cuando entraba en ellos acompañado por su esposa Sarahse cruzaba con esa masa idiota y consumista a la que ahora tanto echa de menos, y a la cual, para sorpresa de la mujer cuya ausencia tanta tristeza le causa, él definía como una legión de zombis a la caza de cualquier artículo inútil e innecesario capaz de engrosar de manera absurda sus posesiones, las cuales estaban formadas por artículos igual de inútiles e innecesarios


Aunque la vida de Paul era una vida anodina y carente de emociones, cada día que pasa aumenta su deseo de regresar a aquellos días en los que aún no había entrado en escena la enfermedad que mato a casi todo la población mundial mundo en cuatro días durante los cuales – a diferencia de lo que ocurre en las películas de catástrofes – no hubo información por parte de la televisión o de los diarios, ninguna fuerza militar fue movilizada para evacuar a los habitantes de las zonas afectadas, y ningún científico con gafas y pelo blanco salio la palestra a argumentar sobre el detonante de la plaga que, de forma imparable, estaba eliminando de la faz de La Tierra a La raza Humana.

En ese mundo que esta patas arribas, y en el cual – a diferencia de lo ocurría cuando el Apocalipsis real aún no le había arrebatado a Sarahpara Paul no es exagerado afirmar que ha llegado a querer a Probeta como quería a su fallecida esposa, será donde el susodicho acabara convirtiéndose en el “Blanco humano” a batir por un hombre que – al enterarse de que hay otros humanos tan “Perdidos” como él – entre vivir junto a ellos o morir solo, se ha decantado por esta última opción.




El pueblo de Maine cuyos habitantes formaban una gran familia, y en el cual había un centro comercial que sirvió de improvisado refugio para los que, mientras estaban haciendo allí la compra, fueron sorprendidos por la llegada de las criaturas lovecraftianas que salieron de “La niebla”, bien podría decirse que a Carlos Rodón le sirvió de inspiración a la hora de construir Oakdale, la urbe cercana al río Calcasieu, y cuya población, en el relato del coordinador de la antología hoy reseñada, será victima de la furia de un temporal de viento y nieve que es tan destructivo como “La tormenta del siglo” que, guiada por Linoge, se llevo por delante la felicidad que hasta entonces reinaba en Little Tall, y cuya virulencia sorprenderá incluso a Peter Collins, un anciano con muy buena memoria y cuyo cuerpo ha sido endurecido por los duros inviernos de Lousiana.


“Cuando un sentimiento se convierte en una acción, una acción se convierte en actitud. Y una actitud en un forma de vida” esta máxima que, de labios de su padre, Collins aprendió siendo un niño, será la que a ese autentico cristiano temeroso de Dios le guiara mientras se enfrenta a unos espeluznantes sucesos que, al igual que a él, helara también la sangre de Joe, un hombre que, cuando no esta conduciendo la grúa del taller mecánico de Oakdale, devora todo lo habido y por haber sobre los hombrecillos verdes a los que, mientras a Dana Scully le decía “La verdad esta hay fuera”, Fox Mulder perseguía valiéndose de los medios que, no siempre con agrado, ponía el FBI a su servicio.


Sin lugar a dudas, leído lo leído, bien se podría afirmar que “Como matar a una tormenta”, a parte de ser uno de los mejores relatos de “Como matar a…”, consigue que imploremos a Dios que nunca jamás permita que nos encuentre el ejército comandado por La Sombra, y del que formaban parte las siniestras criaturas que riéndose por la satisfacción que les provoco las muertes y la destrucción que causaron en Oakdale, y que es equiparable a la que, según Stephen King, tras de si dejará la escoria de la sociedad occidental que, durante el “Apocalipsis”, la danza de la muerte bailará mientras sus fechorias, desde “La Torre Oscura” que fue testigo del nacimiento del pistolero Roland Deschain, con orgullo y satisfacción son contempladas por ese consumado hechicero y serviente devoto de La Oscuridad que es Randall Flagg, abandonaron dicho pueblo mientras el silencio era roto por los aullidos de perros de todas las razas y tamaños, y que, al igual que El Cadejo, portaban en la mirada la fiereza sobrenatural proporcionada por unos ojos inyectados en sangre, y la liviana estampa de quien ya no habita en el mundo de los vivos.


Encerrado tras los barrotes de “La celda” construida por el Dr. Talavera - y valiéndose de una escalera similar a aquella en cuyos escalones, en 1990, dejo sus huellas «El veterano de la guerra de Vietnam que, durante dicho conflicto bélico, fue utilizado como cobaya en un experimento militar cuyo objetivo fue comprobar si el poder de combate de los soldados del ejército de EEUU podría incrementarse gracias a una droga diseñada para, beneficiándose de la ira acumulada por los combatientes en los que era inyectada, rápidamente llevar a estos últimos hasta el lugar donde habitan los temores primarios del ser humano»«El tipo psicológicamente "inestable" que protagoniza “Como matar a una mosca”», llegara hasta un universo tan onírico como aquel que recorrieron los personajes que poblaron “El sueño deAlexandria”, y en el cual, por cortesía de Paloma Aragón, probara una pócima cuyos ingredientes son La Locura y El Hambre, y que al hombre integro y cuerdo que un día fue convertirá en una bestia sedienta de sangre que – al igual que el misterioso explorador que, en 1847, para desgracia del pequeño destacamento militar que malvivia en fuerte ubicado en las montañas de Sierra Nevada (California), cruzo las puertas de este último  poseido por el espirito de la criatura devoradora de hombres a la que las tribus algonquinas del noreste de Estados Unidos y Canadá llamaban Wendigo - no dudara en saciar su “Hambre de lobo” (Ravenous) con la carne de un desgraciado al que degollara tras abalanzarse sobre él como sobre las moscas, tras localizarlas con esos ojos suyos que giran hasta 360 º, caen esas arañas que pertenecen a la familia de los salticidos, y que destacan por ser capaces de dar largos y letales saltos


Aunque – al menos en el sentido estricto de la palabra - nunca se considero una persona religiosa, llegado a “La cima del pecado”, algo místico se despertara dentro del joven que tras guardar en su mochila la gorra en la que, con caracteres de rojo fuerte y trazos agresivos, esta escrito el nombre del grupo de heavy – metal que a Juan Miguel Fernández Fernández y a mi nos hace hervir la sangrecruza las puertas del monasterio en el que se esta bailando la “Danza de La Muerte”, y que es tan impresionante como la fortaleza conocida como Motsegur (Monte seguro, en frances), y en la que, un día de Marzo de 1244, tras resistir durante diez meses en el interior del castillo situado al suroeste de Carcassonne (Departamento francés de Ariège), y construido sobre la cima de la montaña de Pog (piedra gigante), morir abrasados por las llamas del fuego purificador fue por lo que se decantaron los doscientos diez Cataros a los que, quince días antes, entre La abjuración de su Fe y La Hoguera les dio a elegir el hombre al frente de las tropas que, cumpliendo los deseos del rey de Francia, Luis IX "el Santo" desde Mayo de 1243 asediaron la construccion arquitectonica mencionada anteriormente.




Yo alguna vez fui como tu. Antes estaba alejado de este tipo de deseos irrefrenables que me han impulsado a matar de forma tan despiadada. Alguna vez fui un niño risueño y feliz, un pobre ser ignorante que vivía ajeno por completo a las bajezas del ser humano. Por aquel entonces jamás imaginé que tendría que hacer todo esto. Pero un día la injusticia del mundo me abofeteo cruelmente, azotando mi alma, dejando secuelas perennes en lo más profundo de mí ser. Fueron heridas que, lejos de cicatrizar, se abrían cada verano nuevamente, sangrando sin cesar, mientras el recuerdo de algo terrible reptaba de manera repugnante en la habitación de mi inconsciencia.


Con la argumentación que precede a este párrafo, y que destaca por su impecable construcción, ante «El alter – ego del creador de los zombies que surgieron de las entrañas de “El jardín impío”» tratara de justificarse el líder de los matarifes que en una sucursal de El Infierno convirtieron al monasterio en el que cometieron los execrables crímenes que, aún a día de hoy, son los protagonistas absolutos de las miles pesadillas que, desde que los vio, al caer la noche, atormentan al “Único testigo” de ellos.


Aunque los oídos del protagonista ahora comentado están preparados para escuchar a volumen brutal las canciones heavy – metaleras de Crucifixion y de Crucified Barbara, para ellos será insoportable oír los alaridos de dolor salidos de la garganta del que, en una cruz de madera, será crucificado como, hace siglos, con clavos de nueve pulgadas (Nine Inch Niles), lo fue el hijo adoptivo de “El carpintero” que, tiempo atrás, se había instalado en Nazaret junto a la mujer de cuyas entrañas salio el bendito fruto que, años después, entre los brazos de la susodicha y mientras el rostro de esta última era arrasado por las lagrimas, murió por los pecados del mundo minutos después de haber sido martirizado por soldados romanos que, a pesar de que le destrozaron la espalda con un latigo de nueve colas y le hundieron en su cabeza una corona de espinas, «El que 33 años antes había nacido en un portal de Belén» pidio que fueran perdonados por el Dios que él decía que era su verdadero padre, y que aquel día - dado el desprecio que mostró por ese hijo suyo que, mientras agonizaba entre las garras del sufrimiento que, bajo el cielo sobre el Monte Golgota, lo mantuvo clavado a La Cruz, exclamaba “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” - demostró que el corazón que latía dentro de su pecho era tan frío como las tierras del país del norte de Europa al que pertenece el municipio en el que, durante una noche del verano de 1996, al calor del fuego de una hoguera, Tuomas Holopainen fue poseido por el Deseo Nocturno que, tiempo después, se hizo realidad tomando la forma del grupo de metal - sinfónico gracias al cual, el pasado 3 de Agosto de 2013, Las Puertas del Cielo cruzarón los ochenta y dos mil Metalheads que en Wacken hicierón parada y fonda para asistir al festival heavy - metalero que, desde hace un cuarto de siglo, se celebra en el pequeña población alemana anteriormente mencionada.




Si - al igual que «El hijo literario de "El que, hace años, en el interior de la funda de su guitarra, encontro una de las tres piezas que integran la obra de orfebreria literaria forjada por el escritor inglés que, gracias a la fiebre de trinchera por culpa de la cual fue declarado "inutil para el Servicio Militar", se libro de morir en la batalla que, bajo el cielo sobre Bélgica, se libro desde el 31 de julio hasta el 10 de noviembre de 1917, y a la que, ochenta y seis años después, letra y música le puso la banda heavy - metalera que tomo su nombre del método de tortura al que un herrero germano bautizo como "Die Eiserne Jungfrau""» - nos viéramos ante una situación como la vivida por el susodicho, sin lugar a dudas, nosotros también torceríamos el gesto para - mientras, por desgracia para nosotros, nuestros pulmones se llenan de humo que apesta a muerte y dolorevitar ver como los anaranjados dedos de unas llamas devoran el cuerpo de uno de los desgraciados monjes que vivían en el monasterio anteriormente mencionado, y que, como es lógico, a medida que aumenta la superficie de carne quemada, sube el volumen de los gritos que dan Fe de su dolor, y que, bien se podría afirmar, son tan escalofriantes como los que, entre los siglos XV y XVIII, bajo el cielo sobre el país en el que el 3 de junio de 1964 nació DOROthee Pesch, se oyeron mientras, ante la atenta mirada de un Brujo, estaban “Ardiendo las brujas” que, minutos antes, hasta la hoguera habían sido conducidas por los verdugos al servicio del tribunal ante el cual, tras haber sido sometidas a atroces torturas, confesaron que eran servidoras de La Bestia que, tal como se puede leer en el Nuevo Testamento, esta marcada con el Número seiscientos sesenta y seis, y que, aprovechándose de la desesperación de la gente, poseyó a centenares de virginales jóvenes que a ella le fueron entregadas por los hombres a los que, con su lengua viperina, había seducido diciéndoles: Cordero de Dios, “Trae a tu hija a la masacre”, y yo te daré todo lo que me pidas.




Mientras que las pistolas automáticas, los fusiles de asalto, los puñales y las espadas utilizadas por los que, siguiendo lo dictado en el infame “Credo del asesino“, protagonizan los relatos anteriormente comentados, las “Armas de mujer” que, con mayor o menor agresividad, a lo largo de su vida, utilizan «Esos seres humanos entre cuyas pinturas de guerra están las “Sombras” de ojos», a parte de provocar profundas heridas psicológicas a los hombres, consiguen que estos últimos se conviertan en muertos vivientes a los que - con la fuerza de la MAREA cuya subida es aprovechada para realizar la botadura de barcos cuya tripulación estará formada por marineros que, en los puertos donde harán escala, si lo desean, podrán gozar de la compañia de "Las putas más viejas del mundo" - «Las del mal llamado sexo debil» mueven a su antojo “Como los trileros”, con saliba en los dedos, de un lado a otro de su mesa de trabajo, desplazan a la bolita escondida bajo uno de los tres cubiletes que rapidamente por ellos son movidos ante la atenta mirada de los incautos a los que, al fin y a la postre, siempre consiguen engañar.




Buen ejemplo de como un hombre, sin oposición alguna por su parte, puede ser mangoneado por una mujer es el firmado por aquella cuyo seudonimo es D. W. Nichols.

Todo aquel que se deje seducir por la historia propuesta por la alter – ego de Marta Bolet – tras viajar en el tiempo hasta aquella época histórica que, por no haber tenido aún lugar los conflictos bélicos que, a lo largo del siglo XX, provocarón que los europeos se vieran reflejados en los ojos de El Horror, bien podría denominarse “La Edad de La Inocencia” de Europatendra ocasión de recorrer las calles de Barcelona cogido de la mano de Jacinta, una joven a la que han inculcado que las damas deben reirse comedidamente, sin ruidos estentóreos, y que, utilizando con destreza el puñal que esconde tras su inocente sonrisa, atraviesa el corazón de su primo carnal, el cual, tras ser convencido por la joven de lo satisfactorio que será que se conviertan en “Amantes”, metido en el himátion y la piel de La Parca Átropos, y utilizando una vela de cera cuya mecha ha encendido con el “Fuego en el cuerpo” que a él le debora y que su prima alimenta con el buen dominio que esta última tiene de las artes amatorias, cortara el hilo de La Vida de todas aquellas personas que le amargaron la existencia a la madre de la que, en el último acto de la presente función literaria, con su conciencia sepultada por el hambre y el frio que marcaron su infancia, con una sonrisa dibujada en su rostro vera como hombres y mujeres que se creían el paradigma de la civilización occidental como bestias salvajes pelearan por su supervivencia cuando en un infierno se convierte el teatro que, en aquellos días, era el maximo exponente de la frivolidad que gobernaba en los circulos aristocraticos y la alta burguesia catalana.


Aunque solo he comentado algunos de los dieciséis relatos que forman parte de “Como matar a…”, quiero que conste en acta que todos y cada uno de ellos tienen una gran calidad literaria, y que me siento en deuda con los autores de los mismos por conseguir que fueran para mi más soportables las horas nocturnas durante las cuales me fue imposible dormir por culpa de esos sinsabores propios de La Vida, y que, hace tiempo – al ser consciente yo de que no existía un manual que me pudiera enseñar a matarlos – provocaron que deseara fervientemente que me visitara La Muerte.

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