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domingo, 23 de junio de 2013

Triunfar es no tener miedo a fracasar


Fue el 26 de Junio de 2010 cuando, mientras estaba “Buscando a Nemo” en el fondo de una botella de cerveza, este operario de la factoría “Monstruos S.A.” se encontró con «La “Pocahontas” que admira la obra literaria de Lope de Vega y Carpio». Mientras bajo el cielo que “Aladino” surcaba sentado en cuclillas sobre una alfombra mágica y yo ponía a parir a los artífices de ese cuento de hadas moderno titulado “Pretty woman”, empezó una bonita amistad que, meses después, se convirtió en algo más cuándo la dueña del bello rostro en el que aquella noche se cincelo una sonrisa por culpa de mis comentarios sobre mi tensa relación con un tal Mihail comprendió que podría llegar a amar a un monstruo como yo.




Transcurridas 500 jornadas desde el día en el que «La “Indomable” Amazona que cruzo el Ruhr a galope tendido» y un servidor comenzamos nuestra particular y “Épica” versión de “La Bella y La Bestia” gracias a la cual me siento tan fuerte y valiente como “El Rey León” y soy tan feliz como el niño que se lo pasaba como los indios jugando con unos pequeños Playmobils que sin lugar a dudas se lo pasarían en grande con el Sheriff Woody Pride y el guardián espacial Buzz Lightyear, el pasado 21 de Junio de 2013, creímos pertinente que la mejor forma de celebrarlo era pasar por taquilla para ver “Monsters University”, una de esas películas hechas para los crios y de cuyo visionado disfrutan mucho más todos aquellos adultos que, a PIXAR de todos los golpes recibidos, aún conservan la inocencia que provoca que aún vean el mundo a través de los ojos de un niño.




Recaudar 562 millones de dólares, optar a tres Premios Oscar (Mejor película de animación, Mejor banda sonora y Mejor edición de sonido) y ganar una dorada estatuilla por la canción If I Didn't Have You fueron tres de las razones por las cuales en 2005 se anuncio que los protagonistas de “Monsters Inc.” (2001) volverían a hacer de las suyas en otra película producida por la compañía fundada en 1986 por John Lasseter y Steve Jobs; no obstante, debido a los problemas surgidos entre este último y Michael Eisner - presidente de Walt Disney Pictures – fue paralizada la realización de dicha secuela.


Los 7.400 millones de dólares gracias a los cuales en 2006 la compañía Walt Disney Pictures se hizo con el control absoluto de Pixar Animation Studios tuvieron buena culpa de que cinco años después, a las ordenes de Dan Scanlon, un amplio y eficaz equipo humano formado por creativos, ingenieros, artistas, dibujantes, animadores, programadores y desarrolladores volviera a dar vida animada a los personajes creados en su día por Pete Docter y Andrew Stanton, el director de la fallida adaptación a la pantalla grande de Las aventuras de John Carter en El Planeta Rojo.


Sin salir de Monstruópolis - el lugar “Donde viven los monstruos” - Robert L. Baird y Daniel Gerson han escrito una historia gracias a la cual el espectador viaja en el tiempo hasta diez años antes de que James P. "Sulley" Sullivan consiguiese ser el mejor Asustador de Niños gracias en buena medida a la inestimable colaboración del Ayudante Asustador, Michael "Mike" Wazowski.


Con la firme intención de convertirse en Asustador Profesional gracias a las enseñanzas del Programa de Sustos impartido en la prestigiosa Monsters University hasta dicho centro de estudios llega El monstruo verde con un solo ojo, el cual, durante el transcurso del curso lectivo, a parte de saber que grito es el mas adecuado para asustar a los niños, conocerá allí a El peluche de dos metros de altura cuya rotunda figura esta cubierta por una frondosa capa de pelo azul con manchas púrpura, y con el que, al fin y a la postre, formará la extraña pareja.


Al igual que ocurría en Buddy movies como por ejemplo, “Arma letal”, “Tango y Cash” o “Danko: Calor rojo”, las fricciones que marcan el comienzo de la relación entre los protagonistas, a medida que pasa el tiempo, se irán limando debido en buena medida a una competición que les obligará a unir sus fuerzas.


A lo largo de los 110 minutos durante los que el espectador es un estudiante más de la MU, a parte de ser testigo de las andanzas de los protagonistas principales, apreciará una serie de claras referencias a todas esas películas pertenecientes al denominado: genero universitario.

Y es que, mientras me codeaba con los miembros de las hermandades ETA HISS HISS (HSS), JAWS THETA CHI (JOX) y ROAR OMEGA ROAR (ROR), y, llegado el Viernes, tras vibrar de emoción con el equipo de la MU, bailaba en las fiestas a las que solo son invitados los monstruos más populares de campus, fue inevitable para mí acordarme de todos esos films que daban fe del desmadre de “Aquellas juergas universitarias", y que dejaban claro que serías un universitario fracasado si no te admitían en “La Hermandad” o no conseguías formar parte de la jauría de “Lobos universitarios” que protegidos con una coraza y un casco peleaban como gladiadores en el campo de fútbol americano.


Sin lugar a dudas, estamos ante una de esas películas de animación cuyo visionado provoca que el espectador se quede con la boca abierta ante las imágenes con las que son agasajados sus ojos. Y es que hasta en los trozos más pequeños de la pantalla grande encontramos razones para admirar el trabajo de todos los profesionales que de una u otra manera contribuyeron a que lo que empezaron siendo unos trazos negros dibujados sobre un papel en blanco se acabarán convirtiendo en monstruosas criaturas animadas dotadas de emociones muy humanas, y capaces de conseguir que deseemos que fueran ellos los que estaban escondidos en ese armario en el que, siendo niños, por cortesía de una desbordante imaginación y el visionado películas de terror, pensábamos que vivía un psicópata armado con un hacha cuya afilada hoja pretendíamos frenar con nuestro arma secreta: la sabana con la que nos tapábamos la cabeza.



Dicho esto, sería impresentable por mi parte no hacer mención al extraordinario trabajo llevado a cabo por el equipo humano cuya misión fue conseguir que los que hablamos en la lengua del dibujante Francisco Ibáñez entendamos lo que sale de las bocas de las criaturas que en la versión original hablan en la lengua del visionario Walt Disney.


En 2001, si bien era muy reMota la posibilidad de que al seleccionar al doblador de Mike fallarán al marcar con una Cruz el nombre del cansino humorista que se paso de la Raya haciendo el burro junto a un gigante ogro verde con muy mal carácter, hay que reconocer que, a priori, los responsables del el estudio de doblaje DELUXE 103 hicieron una apuesta poco Segura cuando, llegada la hora de doblar a Sulley, se decantaron por el que, metido en la sudorosa camisa de El brazo tonto de la ley, soltó por su boca un Torrente de frases soeces impropias del amable monstruo al que debía prestar su voz.


Oído lo oído, hay que reconocer ha sido simplemente extraordinario el gran trabajo realizado por José Mota y Santiago Segura, los cuales han conseguido que la película sea un espectáculo aún más disfrutable.

Dado que toda película de PIXAR tiene su moraleja, como no podía ser menos, también es posible extraer una de “Monsters University”.

Aunque seguramente los más pequeños no lo habrán captado, durante la historia narrada se deja claro la importancia del trabajo en equipo y, sobre todo y ante todo, que aunque nuestros defectos nos impidan ver nuestras virtudes lo cierto es que todos y cada uno de nosotros, en mayor o menor medida, tenemos algo que nos hace especiales y que, potenciado a base de esfuerzo y tesón y utilizado con sabiduría, puede permitirnos alcanzar esos objetivos que, según los más impresentables del lugar, jamás conseguiríamos.

Por si fuera poca la valía del anterior mensaje, la película, a través de la relación entre Mike y Sulley, también invita a la reflexión a los adultos que, aunque nos cueste reconocerlo, a pesar de que al oír el grito de susto “Soy el fantasma del ojo morado” respondemos sin temor en la mirada “Y serás el fantasma sin dientes como te atrevas a perturbar mis sueños”, aún sentimos pánico y terror ante determinadas cosas de la vida.

Fruto de tal reflexión he llegado a la conclusión de que el hecho de que tenga a mi lado a «La cazafantasmas que con sus palabras y cariño impide que salgan de mi armario la soledad, la tristeza, el miedo al fracaso y otras muchas más preocupaciones propias de la edad adulta» es motivo más que suficiente para que – haciendo gala de la potencia de grito de Sulley – grite a los cuatro vientos que aunque fui un pésimo estudiante en la Escuela Universitaria de Ingeniería Técnica Industrial he conseguido aprobar con Matricula de Honor en La Universidad de La Vida.

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