A raíz de las noticias que relatan las atrocidades cometidas por el Estado Islamico, sin lugar a dudas, es inevitable pensar que no es una religión de paz la que profesa un elevado porcentaje de la población de "El Principe", ese barrio ceutí en el que - con métodos violentos que justifica alegando que cumple las ordenes de esos superiores jerarquicos suyos que le exigen que evite que la mierda suba hacía arriba, hacía la Peninsula Iberica - impone la ley y el orden Francisco Marcos, ese veterano inspector del Cuerpo Nacional de Policia que es tan duro como el que, mientras afirmaba "No habra paz para los malvados", armado con un potente revolver y una escopeta de cañones recortados, recorrio las calles de esa gran ciudad española que da apellido al novelista que relato las andanzas de la unidad policial a la que pertenecio el Inspector Lucas, y que, liderada por Flores "El Gitano", luchaba contra hijos de Malamadre tan peligrosos como los que protagonizaron el motin carcelario del que fue testigo «El que, accidentalmente, acabo encerrado en la “Celdad 211”», y en las que, hace siglos, dejo las huellas de sus botas un escritor al que sus amigos llamaban Lope, y que a la perfección describio lo provocado por ese bello sentimiento que me une a «La mujer que rendida admiradora es del hombre que le dio la vida a “El perro del hortelano”», y que, a finales del 2014, tras acceder a hacer un alto en el camino que recorre para llegar a “Fuente Ovejuna”, junto a «El que, gustosamente, habría sido el escudero de "El caballero de Olmedo"», vio una pelicula cuya acción transcurre en el país sudamericano en el que, hace decadas, fijaron su residencia miles de españoles que, al igual de los protagonistas de la comedia que, hace meses, a ambos tanto nos hizo reir, tenian “Ocho apellidos vascos”.
En estos tiempos en los que somos testigos de como, en torno a mesas que estan “Al rojo vivo”, se reunen periodistas que, mientras intentan ponerle “El cascabel al gato”, sin verguenza alguna, afirman saber de todo, es un buen momento para homenajear a esos compañeros suyos que, jugandose la vida, y mientras oyen “Los gritos del silencio”, nos informan de lo que sucede en esos lugares del mundo que Arturo Perez - Reverte y otros miembros de "La Tribu" llaman "Territorio Comanche", y que son tan peligrosos como lo fue aquel país asiatico en cuya capital, en 1965, peligrosamente vivio el reportero al que Mel Gibson encarno años antes de dar vida al taxista neoyorquino que, mientras ayudaba a Alice Sutton a evitar que tuviera exito una "Conspiración" antigubernamental, dio fe de que era tan paranoico como Gato (Norman Briski), ese tipo tan peculiar que, en buena medida, será el culpable de que se ponga en marcha la investigacion periodistica que, entre otras cosas - tal como se puede comprobar en la adaptación cinematográfica de la novela firmada en 2011 por Claudia Piñeiro - significara el retorno a la profesión periodistica de la novelista apodada “Betibú”.
Sin lugar a dudas, que es muy alargada “La sombra del poder” es la conclusión a la que llegamos tras ver los frutos de la investigacion periodistica que, junto a Nurit Iscar (Mercedes Morán ), realizo la pareja que forman Jaime Brena (Daniel Fanego) y Mariano Saravia (Alberto Ammann), y cuya evolucion seguira un proceso similar al que, en 2009, siguió la formada por Della Frye (Rachel McAdams) y Cal McAffrey, ese veterano periodista curtido en mil batallas que a, el recientemente fallecido, Ben Bradlee, siendo este último director ejecutivo del periódico The Washington Post, le habría gustado tener dentro de la plantilla de veraces y buenos profesionales de la que formaron parte los que revelaron el nombre de “Todos los hombres del presidente”, y al que, con la maestria que lo caracteriza, dio vida Russell Crowe, el neozelandes nacido hace medio siglo en Wellington, y al que, próximamente, veremos metido dentro del traje y la piel de “El zahori” australiano que a los tres hijos que junto a su mujer dio la vida buscara entre las decenas de miles de muertos que dejo tras de si la batalla cuyo fin llego el 9 de Enero de 1916, y que, a lo largo de ocho meses, dos semanas y un día, se libro en “Gelibolu”, la peninsula situada al sur de la parte europea de Turquía, y que, el 25 de Abril de 1915, fue testigo de la primera accion del ANZAC (Australian and New Zealand Army Corps), esa fuerza militar de cuyas filas formaron parte ese par de atletas a los que, en 1981, dieron vida Mark Lee y el neoyorquino de nacimiento y australiano de adopcion que, en 1983, junto a Sigourney Weaver vivio peligrosamente ante la camara de Peter Weir, el director que, dos años antes, lo grabo corriendo durante una de las escenas más épicas y conmovedoras de la película cuyo lema rezaba “De un lugar del que nunca has oído hablar llega una historia que nunca olvidarás”.
A raíz de la aparición del cadáver del empresario Pedro Chazarreta (Mario Pasik), dados los estrechos lazos que este tenia con la clase dominante argentina, Lorenzo Rinaldi – director del periódico El Tribuno – con la firmeza con la que Luis Sanz dirigia a los “Periodistas” que trabajaban en el rotativo Crónica Universal - ordena a Mariano Saravia que, armado con el impetu con el que Rafael Mazas busco los documentos que en su interior contenia “La caja 507”, recave la información necesaria para conseguir que la “Primera plana” de El Tribuno sea el lugar donde los argentinos puedan saber lo sucedido tras las cuatro paredes del espectacular chalet sito en la urbanización Las Maravillas y en el cual, como propietario del mismo, sus últimas horas de vida paso el que, junto a un cuchillo cubierto de sangre, fue descubierto por la mujer encargada de limpiar todos los rincones de dicha vivienda.
Aunque, en un principio, el periodista encarnado por Alberto Ammann cree que su encanto personal y las enseñanzas aprendidas en la Facultad de Periodismo serán la mecha que provocaran la “Combustion” cuyo fruto será su primer éxito como periodista, para su desgracia ante él se levantará un muro que solo podrá superar con la ayuda de un veterano capaz de sacar información incluso a un muerto; gracias a esto último, y dando Fe de que – tal como diría el personaje encarnado por el Viggoroso neoyorquino de nacimiento y bonaerense de adopción, y en cuyo cabeza a punto estubo de acabar alojada una de las seis balas con las que estaba cargado el revolver empuñado por el peligroso tipo al que, en 2012, dio vida Daniel Fanego - “Todos tenemos un plan” para hacer frente a los obstáculos que ante nosotros levanta La Vida, Jaime Brena conseguira, con alguna que otra artimaña, que Rinaldi le permita regresar a las calles de las que este último lo saco para evitar que volviera a tocarle las pelotas a gente cuyas buenas relaciones con los que detentan los tres poderes tradicionales - Ejecutivo, Legislativo y Judicial – podria provocar que para siempre se pararan las máquinas que, impulsadas por “El cuarto poder”, imprimen los ejemplares del periódico El Tribuno.
Por su parte, Rinaldi - consciente del potencial que tiene la información que, a buen seguro, recabarán «Los que forman un equipo cuya relación amor – odio consigue que no sería faltar a la verdad afirmar que son la version argentina de “La extraña pareja” que en 1968 formaron los que, diecinueve años antes de ser "Dos viejos gruñones", en 1974 encarnaron a Walter Burns y a Hiddy Johnson» - logra que la novelista Nurit Iscar acceda a escribir una cronica periodistica en base a los datos obtenidos por el personaje al que dio vida el que encarno al que escribio una “Tesis sobre un homicidio”, y ese viejo cascarrabias cuya Fe en La Humanidad es tan nula como la que tienen los reporteros de guerra que, durante décadas, han estado “Bajo el fuego”, y que, tiempo atrás, cuando la susodicha y él trabajaban juntos en la redacción de El Tribuno, la apodo con el nombre que Grim Natwick al personaje animado que él creo basandose en la figura de la actriz Helen Kane.
A medida que reunen datos sobre los acontecimientos que, en el pasado y hasta su muerte, protagonizo Pedro Chazarreta, Iscar, Brena y Saravia llegaran a la conclusión de que el finado era uno de esos tipos cuya desaparición contribuyo un poco a que sea un mundo mejor este Mundo Salvaje en el que nos ha tocado vivir, y en el que él, sin piedad, trato a sus semejantes con la crueldad con la que, tiempo atrás, trato a esos compañeros de instituto suyos que tenian un modo de vida que no era del agrado de Las Furias, esa siniestra banda que formo junto a otros niños pijos con infulas de matones, y que bien se podría definir como la versión estudiantil de las fuerzas policiales que, entre 1976 y 1983 estuvieron al servicio de la banda de asesinos liderada que durante cinco años lidero Jorge Rafael Videla, y que a todos aquellos que se rebelaron contra los crímenes cometidos por la Dictadura Militar presidida por el General de Brigada mencionado anteriormente golpearon brutalmente con esas porras de goma macizas denominadas Macanas, y que fueron las culpables de que, a día de hoy, en la jerga porteña, “canas” sea la palabra con la que despectivamente, en Argentina, se llama a los servidores de la ley, los cuales - tal como descubrimos por boca del hombre para el cual una pesadilla fue la desaparición del par de pibes que tubo con la mujer que, junto a los susodichos, vivia en el “Séptimo” piso de uno de los miles de edificios construidos en esa inmensa urbe que es Buenos Aires - por culpa de la corrupción que ha gangrenado al citado país latinoamericano, por un puñado de pesos acceden gustosamente a que el peso de La Ley no caiga sobre aquellos que los sobornan.
Sin dejar de centrarse en la trama principal, Miguel Cohan tiene tiempo para mostrarnos como Rinaldi pone todo su empeño en conseguir que “Betibu” y él vuelvan a ser devorados por el “Fuego” de la pasión que, tiempo a atrás, los consumio entre sabanas blancas, y que él alimento con mentiras que lo equiparan a «El encantador embaucador que vivio “La Vida de nadie”», y que quemaduras de primer grado - tan dolorosas como las que nos recuerdan que “La vida mancha”, y que hay heridas de nuestro pasado que, por mucho tiempo que pase, jamas cicatrizarán – dejaron en el corazón de «La que, vivido lo vivido junto a Rinaldi, gustosamente regresaria al pasado para, siguiendo los consejos de sus "Guapas" amigas, tras negarse a darselo al hombre que un dia le prometio que se divorciaria de su esposa para unirse a ella, entregarselo a un hombre tan bueno como Roman Maldonado», ese tipo idealista que, bajo la "Luna de Avellaneda", choco dialecticamente con el pragmatico Alejandro, y que encarnado fue por «El reputado actor que, cinco años antes de, inspirado por su encontronazo con la Jefatura de Trafico de Buenos Aires, escribir uno de los “Relatos salvajes” cuya lectura es garantia de diversión, dio vida al secretario judicial que, mientras reunia el valor necesario para decirle a la juez Irene Menéndez - Hastings que queria descubrir “El secreto de sus ojos”, por cortesia de ese simpático y buen amigo suyo que respondia al nombre de Pablo Sandoval, descubrio que un tipo, aunque cambie de cara, de casa, de familia, de novia, de religión o de Dios al que rezar, jamás podrá cambiar de pasión».
Opinión personal: Sin lugar a dudas, todos aquellos que, a lo largo de cien minutos, deseen disfrutar de uno de esos thriller en los que inteligentes dialogos se imponenen al atronador volumen del ruido y la furia de las explosiones y los disparos, no deberían desaprovechar la oportunidad de unirse al equipo de investigacion formado por esos tres personajes cuya busqueda de La Verdad provocara que el espectador descubra que, tal como comprobamos al ver los noticieros, “ese bien” no vale nada en estos tiempos en los que El Dinero ha conseguido que La Gran Mentira sea el apodo con el que bien nos podríamos referir a La Libertad de expresión.
Buena peli. Por eso me sonaba tanto la protagonista cuando fuimos a ver la película: salía en "Luna de avellaneda". Por cierto, muy bien traído Lope al principio. :* :*
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