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domingo, 15 de septiembre de 2013

Más pronto que tarde la inocencia se ahoga en el río de La Vida


El que dedica su tiempo libre a hacer planos con AutoCAD y Autodesk Inventor, y que, más pronto que tarde hará “Planes de boda” con la culpable de que las agujas de su reloj señalarán que era “Tiempo de matar” a sus Demonios y sus Fantasmas, si bien no puede explicar “Como perder a un chico en diez días” si puede dar clases magistrales a los caballeros andantes del mundo sobre como conseguir que sus nobles y bellas damas les pierdan el respeto.


Y es que el que esto escribe es consciente de que la extraordinaria opinión que su compañera de armas tenia de él se esfumo el día que, sin encomendarse ni a Dios ni a El Diablo, afirmo que El Séptimo Arte estaba en deuda con las películas de acción de los 80, década esta durante la cual – al igual que las obras maestras protagonizadas por Sylvester Stallone, Arnold Schwarzenegger y Chuck Norris - tuvieron mucho éxito las películas para adolescentes, películas estas de las que cabe destacar la que narraba las andanzas de unos intrépidos aventureros cuyo nombre de guerra era “Los Goonies”, y que si los conocieran, sin dudarlo ni un segundo, dirían “Cuenta conmigo” a Ellis y Neckbone, ese par de mozalbetes junto a los que mi amada y yo recorrimos las calles del pueblo al que, viaje cinematográfico mediante, nos mudamos, y que, bajo nuestro atenta mirada, al igual que Zakk Wylde y todos aquellos que desde hace décadas vivimos nadando contracorriente, descubrieron que más pronto que tarde la inocencia se ahoga en ese río que es La Vida.




Además de las paradisíacas playas de Malibu en las que - si no se hubiera cruzado en su camino El fiel Ángel Guardián que les impidió entrar en el mal llamado Paraíso Terrenal - los Barón Rojo habrían conseguido haciendo surf un torso tan perfecto y viril como el de Matthew McConaughey, en los Estados Unidos de América, aunque las películas made in Hollywood no sean partidarías de mostrarlos, existen pueblos tan deprimentes como el que esta situado en la meseta de Ozark y que durante el invierno profundo se convierte en un frío y oscuro pozo para sus moradores, o aquel en el que viven los protagonistas de la última película del guapito de cara citado anteriormente.


En 2012, un año después de conseguir con “Take Shelter” el Premio Especial del Jurado que evaluo la calidad artísticas de las películas exhibidas durante la 49ª edición del Festival Internacional de Cine de Gijón, el director de cine Jeff Nichols tuvo el inmenso honor de ver como el respetable público y los críticos especializados que se dieron cita en la 65ª edición del Festival de Cannes para ver su última incursión tras la cámara alababan el extraordinario trabajo que tanto él como los actores a sus ordenes habían desarrollado durante la adaptación a la pantalla grande de una sencilla y emotiva historia escrita por el propio Nichols, y gracias a la cual, sin moverse de la butaca, el espectador viaja hasta De Witt, un pequeño pueblo de Arkansas situado a orillas del Mississippi, el río que el 8 de mayo de 1541 el conquistador y explorador español Hernando de Soto bautizó como Gran Río del Espíritu Santo, y cuyas aguas bañan los pilares sobre los que se levantan las casas en las que viven dos razas de hombres bien distintas entre si: los lobos solitarios que, “Lejos del mundanal ruido”, esperan y desean librarse de la mezquindad y las miserias de “La jauría humana”, y aquellos que, carnaza mediante, imploran al padre de las aguas al que los amerindios llamaban Meschacebé que les de los kilos de pescado necesarios para conseguir un torrente de dinero que les permita mantener a flote la barca vital en la que junto a sus seres queridos recorren “El río de La Vida”.


A esta última raza de hombres pertenece el padre de Ellis (Tye Sheridan), un adolescente que, al igual que su inseparable amigo Neckbone (Jacob Lofland), tiene como objetivo mas inmediato llegar hasta el islote en mitad del Mississipi en el que hay una barca que espera y desea arreglar y capitanear, y para la cual la red formada por las ramas de un árbol se ha convertido en su último puerto de atraque por culpa de la crecida del río mencionado anteriormente, y del que el hombre que tantas veces lo surco a bordo de ella saco sus redes llenas con peces pertenecientes a algunas de las doscientas sesenta especies que, juntas pero no revueltas, viven en sus aguas.

El barco en el que iba ese sueño de grandeza suyo que era llegar a ser la versión fluvial de los “Capitanes intrépidos” que marcaban el rumbo de las goletas a bordo de las cuales, junto a los bravos pescadores bajo sus ordenes, por unos kilos de bacalao se jugaban la vida en el impío océano Atlántico, por desgracia para ambos mozalbetes, se acaba estrellando contra los arrecifes de la dura realidad cuando descubren que la embarcación mencionada anteriormente es la vivienda de Mud, personaje este al que da vida el tejano de Uvalde que corto sus rubios y rizados cabellos para protagonizar “El Imperio del fuego”, película esta que bien Bale la pena ver y en la que mientras lucia musculosos y tatuados brazos cincelo la frase lapidaria “Admirar al país que tiene héroes, compadeceos de aquel que los necesita”.


Aunque en un principio el miedo a los desconocido provocara que Ellis y Neckbone no muerdan el anzuelo con el que quiere pescar su amistad el habitante del islote, al fin y a la postre seran atrapados por la red tejida por el sentimiento de admiración que les provoca tan carismático personaje, y que es tan grande como el que Rusty James (Matt Dillon) sentía por «El chico de la moto» (Mickey Rourke) que hacia cumplir los dictados de “La ley de la calle”.


Y es que, gracias a sus posteriores asaltos anfibios al trozo de tierra citado anteriormente, tendrán ocasión de conocer la fascinante historia de ese curioso tipo que, para ahuyentar a los malos espíritus, en el tacón de su botas lleva clavos que graban cruces en la arena bañada por las aguas del Mississippi en las que se refleja el cielo azul surcado por ruiseñores tan hermosos como los que con tinta negra han sido dibujados en las manos de Juniper (Reese Witherspoon), una rubia muy (poco) legal que provoco la “Pasión obsesiva” que desde que era un niño va Devorando el corazón que alberga Mud en su interior, y que hace años, concretamente el día que la conoció, si no hubiera sido por ella, habría dejado de latir por culpa del veneno que le inoculo una serpiente mocasín tan grande como la que, como amuleto protector, esta tatuada en la epidermis que cubre uno de los brazos que no son cubiertos totalmente por las mangas de esa camisa blanca que según él, gracias al "signo del lobo" cosido en una de ellas, es una coraza que le protege de cualquier daño.


Dado que Juniper y Mud entran en escena justo cuando el amor que unió a los autores de los días de Ellis decrece a la misma velocidad que crece el que este último siente por May Pearl (Bonnie Sturdivant), el mencionado muchacho hará todo lo posible para que tenga un final feliz la historia protagonizada por ese par de tortolitos que todos aquellos que llevamos varios años recorriendo las “Malas tierras” que dan título a una de las películas preferidas de Jeff Nichols sabemos que, a parte de estar condenados a “Vivir sin aliento”, más pronto que tarde serán consumidos por las llamas de ese Amor apache que, alimentado por las infidelidades de ella y las mentiras de él, les devorara con la insaciable voracidad de las lenguas de fuego que redujeron a cenizas las carnes de los desgraciados que caían en manos de los fieros indios hurones.


Visto lo visto, sin lugar a dudas, bien podría decirse que Senior (Ray McKinnon), el padre de Ellis, es una rara avis en estos tiempos que corren. Y es que ese rudo pescador que educa a su hijo para que sea un hombre honrado y de provecho, es diametralmente opuesto a esos tipos y tipas que cumplen la estupida ecuación progenitor = colega enrollado, y que responden “yo no pago la multa, que peor es lo de Luisito Barcenas” cuando metida en un sobre les llega la sanción administrativa que, a requerimiento de la Policía Local, ha sido impuesto a esas tiernas criaturas a las que dieron la vida y para las cuales divertirse es sinónimo de joder al prójimo y/o dejar las calles con un aspecto más lamentable que el de aquellos campos de batalla que fueron horadados por las pezuñas del caballo de Atila.


Mary Lee, la madre de Ellis, es encarnada por Sarah Paulson, la actriz que dio vida a Lana Winters, la periodista que sufrió en sus carnes los atroces métodos curativos utilizados en Briarcliff, el hospital psiquiátrico en el que, con La Sagrada Biblia en la diestra y una fusta en la siniestra, La Ley de Dios era impuesta por la Hermana Jude, una sádica y despiadada monja bajo cuyos negros ropajes se metió Jessica Lange, la oscarizada rubia de Cloquet que durante veintiocho años fue pareja sentimental de Sam Shepard.


El veterano actor encargado de dar vida a ese viejo cascarrabias llamado Tom Blankenship, es precisamente el que puso su rostro pálido al servicio de uno de los agentes del FBI que llevaron a cabo la caza y captura de un piel roja que descendía de aquellos bravos guerreros Sioux en cuyo pecho latía un “Corazón de trueno” y que cabalgaron por las praderas de Norteamérica sobre los lomos de caballos veloces como el rayo.


El que fuera un Ministro de La Muerte que, enfundado en el uniforme de los francotiradores del Cuerpo de Marines, más de una vez apretó el gatillo de un fusil de combate M14 para que el cañón de este vomitara balas de 7,62 mm cubiertas con una chaqueta totalmente metálica y destinadas a acabar con la vida de los enemigos de los Estados Unidos de America, por culpa de la peligrosa atracción que Ellis y Neckbone sienten por Mud, se verá obligado a abandonar el encierro al que se condeno tras una desgracia personal.


Recurriendo a la sabiduría que a lo largo de su vida ha acumulado en su petate, ese "Viajero” al que le quedan pocas jornadas para llegar al “Purgatorio” hará saber a los mencionados mozalbetes que ayudar a ese “Loco por amor” que tienen por amigo puede ser tan peligroso como aquella misión de rescate que se llevo a cabo el 3 de octubre de 1993 y cuyo objetivo era evitar que, en el infierno terrenal en el que el se convirtieron las calles de Mogadiscio (Somalia), las frías garras de La Muerte atraparán a los miembros del 75.º Regimiento Ranger y del 1.º Destacamento - Delta Operacional de Fuerzas Especiales que iban a bordo del “Halcón negro derribado” por el proyectil disparado por uno de los lanzacohetes RPG - 7 que formaban parte del arsenal de las milicias a las ordenes del General Hussein Mohamed Farrah Aidid, el Señor de La Guerra al que pretendía hincar el diente la Serpiente Gótica que dio nombre a la operación militar cuyo máximo responsable fue el General de División William F. Garrison.


La sensibilidad con la que Jeff Nichols disecciona la perdida de la inocencia, las siempre complejas relaciones paterno – filiales y esos indescriptibles sentimientos que son la amistad y el amor, sin lugar a dudas, conseguirá cautivar y emocionar a todos aquellos que pasen por taquilla para surcar el río Mississippi junto a esos pillos y adorables crios que bien podrían haber sido compañeros de juegos de aquel que cobro vida en las blancas hojas sobre las que, sirviéndose de palabras trazadas con tinta negra, plasmo sus reflexiones sobre la infancia el escritor que el 30 de noviembre de 1835 fue bautizado con el nombre Samuel Langhorne Clemens, y cuya inmortal obra, más de un siglo después, lleno de gozo unas cuantas horas de la vida del niño que un día fue el artífice de la película hoy reseñada.


Visto lo visto, el que esto escribe ha llegado a la conclusión de que, en "El río que nos lleva" al encuentro del barquero infernal que nos conducirá a El Reino de Los Muertos, podemos autoproclamarnos "El Rey Pescador" todos aquellos que hemos conseguido que el anzuelo de nuestra caña sea mordido por "La Reina del río" que, a parte de impedir que nos ahoguemos "Cuando el río crece", consigue que lata con fuerza ese corazón nuestro que bombea "Los ríos de color púrpura" que irrigan las regiones cerebrales donde mora el inteligente capitán que llena sus redes con buenas personas mientras espera y desea que las bravas aguas del "Río salvaje" arrastren lejos de su barco a la basura humana acumulada en la RIVera del río y cuya podredumbre moral desprende un nauseabundo olor que provoca arcadas.


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