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sábado, 4 de agosto de 2012
BATir las alas con fuerza no siempre es suficiente para evitar caer aBATido
Fue en el año 1989 cuándo en la siempre grata compañía de Mi Estimado Progenitor – el paganini de mis vicios en aquellos maravillosos años – tras “infiltrarme” en una reunión del sindicato CSI celebrada en el Astillero Naval Gijón, S.A., fui testigo de la adaptación a la pantalla grande que Tim Burton realizo de las andanzas del personaje nacido cincuenta años antes de la pluma del dibujante y escritor estadounidense Bob Kane.
Aunque recibió excelentes críticas tanto de la crítica especializada como de los fans del “justiciero enmascarado” que vela por la seguridad de los habitantes de Gotham City, para mi “Batman” fue una película que paso ante mis ojos sin pena de gloria, y que, gracias a mi creciente pasión por el Séptimo Arte, solo salvo por brindarme la oportunidad de ver una de las últimas interpretaciones de Jack Palance, el actor de origen ucraniano nacido bajo el nombre Vladímir Ivánovich Palahniuk que - gracias al desfigurado rostro que le dejaron las graves heridas que sufrió a consecuencia del accidente que tuvo el avión de combate que tripulaba durante el transcurso de la Segunda Guerra Mundial – se hizo famoso encarnando a malvados de todo tipo, como por ejemplo Jack Wilson, el espeluznante pistolero al que Alan Ladd, metido en la piel de Shane “el pistolero errante” se enfrenta en el inolvidable duelo que pone fin a “Raices profundas”, esa obra maestra del western dirigida en 1953 por George Stevens y que, un cuarto de siglo después, sirvió de inspiración a Clint Eastwood para realizar una de sus mejores películas, “El Jinete Pálido”.
A raíz del más que aceptable éxito de taquilla obtenido por aquella primera versión cinematográfica de las andanzas del alter – ego del multimillonario Bruce Wayne tres años después se estreno “Batman vuelve” (1992), película que también fue dirigida por Tim Burton, el cual pondría con ella fin a su relación con el personaje. Visto lo visto años después son muchos los que a día de hoy maldicen el día en el que los directivos de los estudios Warner Bros. Pictures aflojaron la cartera para que Joel Schumacher realizase “Batman Forever” (1995) y “Batman & Robin” (1997), película esta última que a parte de provocar un profundo sentimiento de vergüenza ajena dio lugar a que crecieran los rumores que afirmaban que Robin era para Batman algo más que su más fiel aliado en la lucha contra el crimen organizado.
Cuando ya pocos contaban con que la criatura de Kane volviese a protagonizar una película decente la acuciante falta de ideas frescas de la que desde hace años hace gala Hollywood motivo que en 2005, por quinta vez, se volviese a recurrir a los servicios del madurito que al caer la noche, embutido en un sexy traje de cuero, reparte estopa a todos los villanos que osan quebrantar la paz de sus vecinos.
Para sorpresa de propios y extraños, Warner Bros. Pictures, en un alarde de osadía por su parte, en lugar de decantarse por un director experimentado confiaron la resurrección de «El Caballero Oscuro» a Christopher Nolan, un joven realizador inglés que a pesar de haber dirigido hasta la fecha solo tres largometrajes – “Following” (1998), “Memento” (2000) e “Insomnio” (2002) – ya se había labrado un nombre dentro de la industria cinematográfica gracias en buena medida a su segundo trabajo tras las cámaras, el cual es considerado por muchos “una película de culto”.
A partir de un guión escrito en compañía de David S. Goyer – el caballete que, “Blade Trinity” (2004) mediante, puso fin a la trayectoria cinematográfica del caza vampiros encarnado por Wesley Snipes - Christopher Nolan consiguio con “Batman Begins” (2005) satisfacer plenamente a los fans de Batman, y que la crítica especializada – tan propensa a humillar y vilipendiar a las películas basadas en comics - cayese rendida a sus pies.
Dado el extraordinario éxito de taquilla cosechado por “Batman Begins”, tres años después Christopher Nolan regreso a las calles de Gotham City para filmar “El Caballero Oscuro”, una autentica obra maestra del Séptimo Arte con la que el mencionado realizador – según palabras de Peter Travers (Revista Rolling Stone) – consiguió algo extraordinario, acercar el entretenimiento pop al arte imperecedero.
Si con “El Caballero Oscuro” – la octava película más taquillera de la historia (1.001,9 millones de dólares) – Christopher Nolan demostró que no siempre es cierta la máxima “Segunda partes nunca fueron buenas”, en honor a la verdad y para decepción de muchos, es justo reconocer que con “El Caballero Oscuro: La leyenda renace” confirmo que “Todo lo que sube baja”.
Y es que aunque merece mucho la pena pasar por taquilla para ver la tercera y última película de la fastuosa trilogía realizada por Nolan lo cierto es que, quizás debido a las altas expectativas creadas, no es ni mucho menos el glorioso final que muchos esperábamos.
Hace ocho años que Batman desapareció en la oscuridad, dejando de ser un héroe para convertirse en fugitivo. Al asumir la culpa por la muerte del fiscal del distrito Harvey Dent, el Caballero Oscuro decidió sacrificarlo todo por lo que consideraba, al igual que el Comisario Gordon, un bien mayor. La mentira funciona durante un tiempo, ya que la actividad criminal de la ciudad de Gotham se ve aplacada gracias a la dura Ley Dent. Pero todo cambia con la llegada de una astuta gata ladrona, que pretende llevar a cabo un misterioso plan. Sin embargo, mucho más peligrosa es la aparición en escena de Bane, un terrorista enmascarado cuyos despiadados planes para la ciudad obligan a Bruce a regresar de su voluntario exilio. (FILMAFFINITY)
Tomando como premisa esta historia, Christopher Nolan, a lo largo de 164 minutos, consigue que el espectador se sienta como si fuera un pasajero de la montaña rusa. Lamentablemente para el viajero el ruido y la furia de las espectaculares escenas de acción que jalonan la película no logran que nuestro querido hombre murciélago llegue a superar la altura que alcanzo la última vez que lo vimos en la pantalla grande.
Si bien eran muchas sus virtudes, sin lugar a dudas, lo que contribuyo en buena medida a que “El Caballero Oscuro” fuera una de las mejores películas que se han hecho sobre superhéroes fue la entrada en escena de Joker (Heath Ledger) un despiadado criminal que como diría Alfred, el leal y sabio mayordomo de Bruce Wayne, es uno de esos hombres que sólo quieren ver que el mundo arda.
Aunque las comparaciones son odiosas lo cierto es que Bane, el villano de la tercera entrega de la trilogía, no esta a la altura del personaje que en 2008 le valió una nominación al Oscar como Mejor Actor secundario al que fuera un “cowboy soplanucas” en “Brokeback Mountain” (2005).
Tom Hardy – ese saco de músculos que en 2010 ya puso sus dotes interpretativas al servicio de Nolan en “Origen”, y que actualmente, bajo las ordenes de George Miller, esta en el desierto de Namibia rodando “Mad Max 4: Fury Road” – es el encargado de dar vida a ese mercenario expulsado de la “Liga de las sombras” que tras recorrer buena parte del mundo dando golpes de Estado llega a Gotham City con la intención de destruirla y posteriormente, sobre sus cenizas, hacerla renacer libre de la lacra que para él es la corrupción que corroe a todos y cada uno de los estamentos de la misma.
Dados los tiempos que corren si no fuera porque Bane cumpliría sin reparos la amenaza “la próxima visita será con dinamita” más de uno aceptaría que este “revolucionario radical” que se presenta ante los ciudadanos de Gotham City como el instrumento de su liberación fuera el encargado de liderar a los indignados que, a lo largo y ancho del mundo, muestran su repulsa ante los gobernantes que han acabado siendo simples marionetas en manos de Los Mercados.
Si la insulsa Katie Holmes y Maggie Gyllenhaal fueron las que dieron el toque femenino a “Batman Begins” y “El Caballero Oscuro” respectivamente, en la tercera entrega de la trilogía Anne Hathaway es la actriz encargada de tal misión, misión que pasa por dar vida a Selina Kyle, una escurridiza y dura ladrona que, seguramente, dado el traje de cuero en el que se embute al alzarse la luna en el cielo sobre Gotham, recibiría las criticas mas afiladas de “El Diablo viste de Prada” que, desde las páginas de la revista Vogue USA, dicta las normas a seguir dentro del vertiginoso mundo de la moda.
A pesar de su inclinación a apoderarse de las posesiones ajenas Selina Kyle trata de maquillar su actividad delictiva escudándose en el hecho de que las victimas de sus “travesuras” son los poderosos que, sirviéndose de la crisis económica que sacude el mundo, han amasado su fortuna aprovechándose del mal ajeno.
“Pronto se preguntarán cómo habrán podido vivir con tanto, y haber dejado tan poco para los demás”, al oír esta frase que, desde los labios de Selina Kyle llega a los oídos de Bruce Wayne, es inevitable acordarse del gallego de Brey que, desde hace meses, cada vez que sale de su cueva – a la señal “los españoles han vivido por encima de sus posibilidades” – nos obliga a perforar otro agujero en nuestro cinturón.
Dado que como diría Patti Smith la noche pertenece a los amantes, a medida que avanza la película, la relación entre esas dos criaturas de la noche que son “Batman” y “Catwoman” se hace cada vez más fuerte dando así lugar a una subtrama romántica que, ante la seria amenaza que representan Bane y sus secuaces, es cuanto menos una falta de respeto a los habitantes de Gotham, y es que poco le falta a “El caballero oscuro” para coger a su gatita y decirle: “Gotham esta a punto de ser borrada de la faz de la tierra por el fuego de El Infierno salido del núcleo de una bomba nuclear, y nosotros nos enamoramos”.
A parte de las novedades citadas anteriormente, en la tercera parte de la trilogía nos encontramos con varios de los personajes que contribuyeron a que las dos entregas anteriores sean películas imprescindibles para los amantes del cine de acción con alma.
Por tercera vez consecutiva Christian Bale demuestra que el traje de Batman le queda como un guante.
"Si te conviertes en algo más que solo un hombre, si te dedicas a un ideal y no pueden detenerte, entonces te conviertes en algo totalmente diferente, una leyenda." esta máxima que Bruce Wayne oyó de labios de Ra’s al Ghul (Liam Neeson), el líder de “La Liga de las Sombras” que le enseño las artes marciales gracias a las cuales se convirtió en un arma letal, sin duda alguna fue la culpable de que, a lo largo de los años que velo por la seguridad de los habitantes de Gotham City, fuera capaz de soportar el dolor de los golpes recibidos por su cuerpo durante su lucha contra el crimen organizado, y el sufrimiento que atenaza su espíritu a consecuencia de las enormes perdidas personales que le acarreo su cruzada en defensa de los más débiles.
Dado que a raíz de la muerte de Rachel Dawes (Maggie Gyllenhaal) – el amor de su vida – Bruce Wayne cae prisionero de "La inevitable ira que estrangula la pena hasta que el recuerdo de un ser amado es veneno en las venas.", las ganas de vivir que hasta la fecha le impulsaron a luchar por su supervivencia y la de su alter – ego desaparecen de su arsenal, circunstancia esta que le convierte en un ser vulnerable a merced del poderoso Bane.
Sin lugar a dudas una de las partes más interesantes de la película es aquella en la que, encerrado en la dura prisión en la que Bane fue cincelado por la oscuridad, y tras cuyos muros no hay lugar para la esperanza, Bruce Wayne comprende que – aunque el héroe enmascarado cuente con artilugios tecnológicos de todo tipo y un gran entrenamiento físico – los habitantes de Gotham no tendrán salvación si el hombre dentro del traje de murciélago no es capaz de renacer de sus cenizas y recuperar el miedo a morir.
“Cualquiera puede ser un Héroe. Incluso alguien que hace algo tan sencillo como ponerle un abrigo a un niño para decirle que no tenga miedo y que todo saldrá bien”, dado lo expuesto en esta máxima, a pesar de que vista una gabardina y tenga problemas de visión, bien podría ser también calificado como héroe el teniente James Gordon.
Gary Oldman – el que fuera uno de los miembros de “El clan de los irlandeses” que imponían su ley en Hell’s Kitchen – por tercera vez consecutiva se mete en la piel de ese integro policía que, tras convertirse en un héroe de guerra a raíz de los acontecimientos narrados en “El Caballero Oscuro”, sigue velando por la seguridad de sus conciudadanos mientras libra una encarnizada lucha contra los remordimientos que le acompañan desde el día en el que – en post de un bien mayor – decidió ocultar la verdad sobre la muerte de Harvey Dent (Aaron Eckhart), el Fiscal del Distrito que ha dado nombre a La Ley Dent Contra El Crimen, una normativa que ha permitido reducido considerablemente el número de sucesos violentos gracias en cierta medida a una serie de ataques a las libertades civiles, ataques estos que bien podrían emparentarla con la problemática Ley Patriotica que, siguiendo la máxima “El fin justifica los medios”, aprobó la Administración Bush a raíz de los ataques terroristas contra Las Torres Gemelas.
Si Batman cuenta con la ayuda de James Gordon a la hora de imponer la ley y el orden en las calles de Gotham, cuando Bruce Wayne cruza las puertas de su espectacular mansión tiene la enorme suerte de tener a su entera disposición a Alfred Pennyworth, personaje al que da vida Michael Caine, el veterano actor que consiguió que fuera inolvidable nuestra estancia en “El último valle”, y que años después fue el leal compañero de armas de “El hombre que pudo reinar”.
El entrañable mayordomo que durante años ha sido su mejor amigo y su confesor, ante el temor que le infunde Bane – un tipo ante cuya potencia de pegada poco puede hacer un Batman en horas bajas – nos entrega el momento más conmovedor de la película en esa escena en la que ruega encarecidamente al que es para él como un hijo que, en lugar de volver a las calles de Gotham donde le espera una muerte segura, viva su vida y no le obligue a asistir a su funeral en el cementerio en el que, años atrás con gran tristeza, enterró a sus padres.
Aunque el final de la trilogía haya sido un tanto decepcionante para mí, es justo reconocer que las películas de Nolan gracias a las cuales “El Caballero Oscuro” – cual Ave Fénix – renació de sus cenizas, a parte de merecer ocupar un lugar entre las obras maestras del Séptimo Arte, nos enseñaron que aunque sean muchos los Ra’s al Ghul, los Joker y los Bane a los que tengamos que enfrentarnos en ese campo de BATalla que es La Vida nunca caeremos aBATidos por sus golpes si conseguimos que el héroe que mora en el interior de cada hombre utilice el deseo de vivir y el coraje necesario para afrontar el miedo y superar las adversidades como los murciélagos utilizan sus alas para salir de los profundos y oscuros pozos en los que moran.
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