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miércoles, 1 de agosto de 2012

Sólo le pido a Dios que bendiga a tod@s aquell@s que ante la injusticia no se muestran indiferentes


Sólo le pido a Dios / que la injusticia y el dolor ajeno no me sean indiferentes / son un paquidermo grande y pisan fuerte / toda la pobre inocencia de la gente – esta versión libre de “Sólo le pido a Dios”  – la canción que hizo mundialmente famoso al cantautor León Gieco, y que, según la revista Rolling Stone y la cadena MTV, es la sexta mejor de la historia del rock argentino – bien podría ser cantada por el Padre Gerónimo (Jérémie Renier) y el Padre Julián (Ricardo Darín), los protagonistas de “Elefante blanco”, película cuyo visionado, este cordero de Dios, desde este pulpito que es su blog personal, recomienda a sus fieles.



En un momento de su vida en el que a consecuencia de un trágico suceso atraviesa una profunda crisis de Fe y, como si fuera Jesús de Nazareth camino del Monte Gólgota, carga sobre sus hombros con una pesada cruz personal el Padre Gerónimo recibe la ayuda del Padre Julián, un veterano sacerdote que - a parte de ser la vara y el cayado que durante su travesía por el valle de las sombras le infundirán aliento – consigue que su amigo y discípulo se aferre a “la inspiración divina” que en su día le llevo a poner su vida al servicio de los más pobres, y colabore con él en un proyecto cuyo objetivo es mejorar las condiciones de vida de los habitantes de Villa Virgen, un poblado marginal de los alrededores de Buenos Aires.


Bajo la atenta mirada de “El Elefante Blanco” – un colosal edificio construido en los años treinta para albergar el hospital más grande de Latinoamérica y que tras diversas vicisitudes ha acabado siendo el hogar de miles de bonaerenses en situación precaria – el Padre Julián, consciente que esta muy próxima su última cena, al igual que en su día Jesús hizo con los doce apóstoles, tratará de conseguir que el Padre Gerónimo continúe con la obra que hace años él comenzó.


Durante el proceso mediante el cual el Padre Julián transmite sus personales evangelios al Padre Gerónimo surgirán una serie de fricciones entre ellos, fricciones que dan fe de que dentro la institución eclesiástica hay diversas sensibilidades. Y es que mientras que el Padre Gerónimo, con objeto de conseguir un bien mayor, no duda en cruzar ciertos límites e incluso negociar con “los mercaderes de la muerte” que abastecen a los jóvenes que, chutes mediante, intentan evadirse durante unos minutos de la siniestra prisión sin barrotes en la que malviven, el personaje interpretado por el siempre soberbio Ricardo Darin emprende una cruzada que le lleva a enfrentarse a sus superiores jerárquicos, los cuales según él – además de rogar a Dios – deben utilizar su influencia y golpear con el mazo las conciencias de los políticos locales hasta conseguir que estos pongan los medios necesarios para que los habitantes de Villa Virgen vivan dignamente.


Como contrapunto a estos dos servidores de la Iglesia entra en escena Luciana (Martina Gusmán), una abogada atea cuya presencia en la trama – además de introducir otra visión sobre el tratamiento de los problemas sociales – provocará que el Padre Gerónimo se vea ante una difícil encrucijada: entregarse en cuerpo y alma a la misión que lo llevo a recorrer los inescrutables caminos del Señor o seguir los dictados de su corazón que le invitan a pecar y a hacer realidad uno de sus mayores deseos, formar una familia.


Según palabras de Pablo Trapero - director de la película – la historia narrada en la misma – basada en un guión escrito por él con la colaboración de Martín Mauregui, Alejandro Fadel y Santiago Mitre – pretendía abrir una ventana para mostrar una realidad para mucha gente desconocida.

Visto lo visto, la extraordinaria acogida que “Elefante Blanco” tuvo por parte del respetable público que, durante el último Festival de Cannes, la vio en la Sección oficial a concurso "Un Certain Regard" (Otra mirada), estuvo más que justificada dado que - además de lograr su objetivo gracias al crudo realismo con el que se muestran las duras condiciones de vida de los desfavorecidos corderos de Dios que moran en una de las miles de sucursales que El Infierno tiene en La Tierra – consigue que en estos tiempos en los que reina el pesimismo y en mayor o menor medida todos nosotros ante el apocalipsis que se avecina gritamos “¡Sálvese quién pueda!” germine la esperanza en nuestra corazón al comprobar que aún hay much@s personas – tanto católicas como ateas – que al ver el sufrimiento de las ovejas descarriadas del rebaño, en lugar de mirar para otro lado, caminan a su lado e intentan ayudarles.

Sin lugar a dudas esta película, aunque no sea uno de sus objetivos, consigue también limpiar un poco la imagen de la Iglesia Católica, esa gran casa en la que moran hombres justos al servicio de Dios que, a pesar de contribuir con sus obras a hacer de este mundo un lugar mejor, a consecuencia de una injusta generalización, pagan por los pecados cometidos por aquellos hermanos de Fe que, en lugar de hacer un ejercicio de constricción y meditar sus palabras mientras rezan tres Padres Nuestros, sin encomendarse ni a Dios ni a El Diablo, lanzan desde los altares de las Iglesias incendiarias homilías plagadas de barrabasadas, barrabasadas estas que – dado el odio que destilan hacía sectores de la sociedad que no siguen el camino de la virtud – convierten en papel mojado La Epístola que el Apóstol San Pablo envió a los Romanos con el objetivo de conseguir que dejasen de lado sus diferencias y se amasen los unos a los otros con amor fraternal.

Buen ejemplo de hombre justo es el Padre Carlos Múgica / (1930 – 1974), el soldado de Dios al que esta dedicada la película.


El fundador de la parroquia Cristo Obrero, a consecuencia de la "opción por los pobres" que le llevo a estar siempre al lado de los más necesitados, recibió críticas de todos los sectores. Por desgracia para él y para todos aquellos que tuvieron en él el mayor apoyo, el 11 de Mayo de 1974, nada más celebrar una misa en la iglesia de San Francisco Solano (Villa Luro), subió a El Reino de Los Cielos por cortesía de las balas vomitadas por la ametralladora Ingram MAC -10 empuñada por un miembro de la Alianza Anticomunista Argentina (La Triple A).

Desde ese día son muchos los que, agradecidos por sus obras, honran su memoria acudiendo en procesión hasta la capilla Cristo Obrero de la Villa 31 de Retiro, el lugar donde reposan sus restos.


“Señor, perdóname por haberme acostumbrado a chapotear en el barro. Yo me puedo ir, ellos no. Señor, yo puedo hacer huelga de hambre y ellos no, porque nadie puede hacer huelga con su propia hambre. Señor, quiero morir por ellos, ayúdame a vivir para ellos. Señor, quiero estar con ellos a la hora de la luz.” si esta oración creada por él da muestras de su implicación, las palabras que siguen a continuación confirman que además de predicar se dedico a dar trigo:

Vivió apasionadamente alimentado de la cotidianidad de la sencillez de un pueblo, caminando las villas, optando por ese Jesús que se encarna en lo pequeño, en lo humilde y, no en lo pomposo y superficial. Su manera de ser cristiano nos habla de Jesús, de su pedagogía profunda pero inmensamente clara, al alcance de todos pero especialmente de aquellos a quienes siempre se les negó su lugar, a los nadies, a los ninguneados.

Al igual que Jesús él intentó el Reino, aquí en la tierra, en cada barrio, en cada villa, en cada capilla, en cada rincón del pueblo donde sus pies caminaron, florecía la semilla del Reino de Dios, denunciando toda pobreza, hambre, injusticia y violencia que no son cosas de Dios, sino cosa de unos pocos que juegan a ser dioses creyéndose dueños de lo que es de todos/as.


En resumen una película conmovedora y muy recomendable, “Palabra de Dios”, o mejor dicho “Palabra de José Luis”.

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