A mi que siempre me pareció muy atractiva la idea de hacerme dueño de un pequeño patrimonio emulando al “Renegado” Reno Raines que, a lomos de una Harley - Davidson, y «Por un puñado de dólares», capturaba a los delincuentes más buscados de EEUU, tuve que dejar al margen mis sueños de grandeza y hacerme a la idea de que mis primeros euros entrarían en mi cuenta corriente por cortesía de un trabajo que consistía en “contar” el número de espectadores que pasaban por taquilla para ver las películas que se proyectaban en los Cines Centro.
Fue así como durante una calurosa tarde de verano de 2003, en lugar de estar en las procelosas aguas del Mar Cantábrico buscando la gran ola, acabe «Buscando a Nemo» en compañía de la decena de medio metros que minutos antes, emulando a los lasquenetes al mando de Jorge de Frundsberg que el 6 de Mayo de 1527 tomaron “a saco” La Ciudad Eterna, habían entrado en tromba en la sala de los cines del Centro Comercial San Agustín donde se proyectaba la película que en 2004, de forma muy merecida, fue justa ganadora del Óscar a la mejor película de animación.
Huelga decir que – al igual que millones de personas – un servidor quedo fascinado por la experiencia de la que disfruto debajo del mar por cortesía del extraordinario trabajo llevado a cabo por los creativos, ingenieros, artistas, dibujantes, animadores, programadores y desarrolladores a sueldo de Pixar Animation Studios que en 1995, gracias a «Toy Story» - el primer largometraje de animación integral por ordenador y la primera película digital en recibir un Oscar – asombraron al mundo entero al conseguir que un puñado de dibujos hechos con tinta y acuarelas de vivos colores llegasen hasta el infinito y más allá.
Ante tal tesitura seis años después no dude ni un segundo en desembolsar el importe de la entrada para «Up!», película esta que, al igual que la dirigida por Andrew Stanton y Lee Unkrich, es otra obra maestra del cine de animación, circunstancia esta de la que dio fe el Óscar a la mejor película de animación, premio este al que se unió el concedido a Michael Giacchino por la exquisita y conmovedora Banda Sonora original que compuso para amenizar la aventura protagonizada por el cascarrabias Carl Fredricksen y ese entrañable explorador con un optimismo a prueba de bomba que respondía al nombre de Russell.
Dado que - tal como bien afirman Bisbal, Cali y El Dandee - "No hay dos sin tres", por tercera vez el niño que mora en mí ha sucumbido ante la magia, la fantasía y la emoción que impregnan las películas de animación que llegan a nuestras pantallas desde las oficinas de los estudios ubicados en Emeryville, California (Estados Unidos).
En estos tiempos en los que las niñas ya no quieren ser princesas, y a los reyes les da por cazar elefantes en la sabana de Botswana, Pixar Animation Studios, «Brave (Indomable)» mediante, se ha propuesto reinar en las taquillas mundiales con la historia protagonizada por la indómita Princesa Mérida.
La mencionada muchacha, doblada por Kelly MacDonald «Boardwalk Empire»), y los revoltosos trillizos que tiene por hermanos viven junto a sus padres - Rey Fergus (Billy Connolly «El ultimo samurái») y Reina Elinor (Emma Thompson «Sentido y sensibilidad») – en un gran castillo desde cuyas almenas tienen el inmenso privilegio de contemplar los impresionantes paisajes de Las Tierras Altas de Escocia.
La apacible vida de la que disfruta Mérida – la cual prefiere galopar libre y salvaje a lomos de su majestuoso caballo Angus y llegar a ser una aguerrida amazona diestra con el arco antes que una sumisa y modosita princesa de exquisitos modales - se vera seriamente alterada el día en el que su estricta madre le hace saber que ha llegado la hora de que cumpla con la antigua costumbre según la cual la hija primogénita del rey debe casarse con el hijo primogénito del líder de uno de los clanes aliados.
La negativa de Mérida a perder su libertad para unirse en sagrado matrimonio a uno de los tres mozos casaderos que se han propuesto conquistarla mostrando sus habilidades en los Juegos de las Tierras Altas la llevará a solicitar la ayuda de la anciana y atolondrada hechicera Wise Woma (Julie Walters «Billy Elliot»), la cual tendrá a bien concederle un deseo que, al fin y a la postre, pondrá en serio peligro a la madre de la Reina Elinor. Por si fuera poco lo anteriormente mencionado, el echo de que “la arquera pelirroja de indomables cabellos” no sea partidaria de permitir que su corazón sea traspasado por las flechas disparadas por Cupido provocara que se desate el caos y la furia por cortesía de los clanes a las ordenes de los padres de los pretendientes: el gigantesco Lord MacGuffin (Kevin McKidd «El reino de los cielos»), el malhumorado Lord Macintosh (Craig Ferguson) y el cascarrabias Lord Dingwall (Robbie Coltrane «From Hell»).
Cabe en este punto destacar que mientras que Lord MacGuffin es un tributo a Alfred Hitchcock – el genial director que acuño la expresión con la que se denomina a la excusa argumental que motiva a los personajes y al desarrollo de una historia, y que en realidad carece de relevancia por sí misma - Lord Macintosh - personaje cuyas “pinturas de guerra” nos recuerdan al poeta - guerrero al que encarno Mel «Braveheart» Gibson - es un sentido homenaje al recientemente fallecido Steve Jobs.
Y es que “El Mesías Tecnológico”, en 1986 - tras ser despedido por la directiva de Apple Inc., la compañía que diez años antes había fundado junto a Steve Wozniak y Ronald Wayne – puso en marcha la maquinaría de Pixar (pixel + art) el día que destino los 10 millones de dólares de su finiquito a la compra de The Graphics Group, una empresa perteneciente al legendario sello LucasFilms, y que se dedicaba a la generación de equipos para la producción de gráficos, equipos estos que junto al trabajo desarrollado por el propio Steve Jobs y sus colaboradores Ed Catmull (animador frustrado que nunca supo defenderse excesivamente bien con el lápiz, pero sí con el teclado) y John Lasseter (talentoso animador que fue despedido de Disney por predecir que el futuro de los dibujos animados no estaba en las plantillas superpuestas y los lápices de colores, sino en los softwares y los píxeles) fueron los culpables de que nueve años después el cine de animación cambiara para siempre.
Aunque la historia narrada en «Brave (Indomable)», al igual que ocurre en todas y cada una de las películas de PIXAR, tiene un final feliz es justo y necesario hacer saber que en el proceso de producción tuvieron cabida las lagrimas de tristeza derramadas por Brenda Champman.
Y es que a pesar de que en un principio la mencionada directora tuvo el beneplácito total de PIXAR para plasmar en imágenes animadas el cuento de hadas que ella misma había escrito a partir de la relación con su hija, finalmente – con la excusa de que había que cumplir los plazos de producción establecidos - Mark Andrews paso a ocupar el puesto de Chapman, circunstancia esta que provoco que esta última mostrase su malestar en un artículo en el New York Times en el cual no duda en tildar de machistas a los ejecutivos que controlan el destino de la compañía de animación mencionada anteriormente.
“Era una historia que yo había creado, que provenía de un lugar personal, como mujer y como madre. Que me la arrebataran y se la dieran a otra persona, y que fuera a un hombre, fue realmente angustioso en muchos aspectos. [...] A veces, una mujer expresa una idea y es rechazada, solo para que después un hombre exprese esencialmente lo mismo y sea ampliamente aceptado. Hasta que no haya suficientes mujeres ejecutivas en lo más alto de la jerarquía, esto seguirá pasando”
Dejando al margen el drama humano que rodeo a la película, visto lo visto en la pantalla grande queda claro que han sido muy bien aprovechados los 185 millones de dólares que se invirtieron en la producción, y que a estas horas, dado el enorme éxito de taquilla, ya han sido recuperados con creces.
Dado que desde un principio el objetivo del equipo humano que intervino en el desarrollo de la película fue plasmar con el mayor realismo posible las tradiciones y el modo de vida de los compatriotas de William Wallace, los técnicos que llevaron a cabo la animación de los personajes tomaron clases de lucha con espada y tiro con arco, vistieron kilts, montaron a caballo, visitaron el zoológico, escucharon clases y conferencias de expertos en acentos escoceses, estudiaron films clásicos y contemporáneos ambientados en Escocia y vieron documentales acerca de osos y caballos.
Tras la pertinente toma de contacto con el terreno que iban a pisar Mérida y compañía, fue necesario el desarrollo de una nueva tecnología que, además de permitir la animación de escenas de gran complejidad, solventase el problema que suponía para los animadores controlar varios personajes que están conectados o que son dependientes entre sí.
Gracias al programa PRESTO Animation System, los artistas y realizadores, a parte de superar con éxito los retos a los que se enfrentaron en un primer momento, elevaron un poco más el listón alcanzado hasta la fecha por PIXAR al conseguir imprimir un gran realismo a los movimientos de animales tan grandes, pesados y musculosos como son el oso y el caballo.
Como no podía ser menos, Mérida – la protagonista absoluta de la función – tuvo las atenciones que se merecía por parte de los creadores, creadores cuyo mayor desafío fue conseguir que el movimiento de los indomables y rizados cabellos pelirrojos de la mencionada muchacha se movieran con la misma naturalidad con la que lo hace “el pelo PANTENE”.
Dado que los programadores a sueldo de PIXAR no tienen ni un pelo de tontos el problema que suponía domar a la salvaje melena de Mérida dejo de serlo cuando consiguieron desarrollar una nueva tecnología, tecnología esta que – tal como se puede apreciar en la película – fue eficazmente utilizada por Ramiro López Dau, un animador español que a la hora de dar vida y movimientos a la indomable hija del Rey Fergus tomo como referencia a su hermana, Carolina, la cual, al igual que él trabaja para los mencionados estudios animando multitudes.
En resumen todo aquel que quiera disfrutar de una película llena de imágenes apabullantes tiene una cita ineludible con Mérida, esa princesa indomable que quiere reinar sobre su destino, y cuya historia nos anima a que todos y cada uno de nosotros seamos lo suficientemente valientes como para labrar nuestro propio camino, un camino este durante el cual – cada amanecer, “A la luz del sol” - a parte de tener presente que algunas de nuestras acciones pueden tener graves consecuencias para los que nos rodean, debemos impedir a toda costa que el orgullo nos impulse a cruzar “La delgada línea entre el amor y el odio”.
Como no podía ser menos, Mérida – la protagonista absoluta de la función – tuvo las atenciones que se merecía por parte de los creadores, creadores cuyo mayor desafío fue conseguir que el movimiento de los indomables y rizados cabellos pelirrojos de la mencionada muchacha se movieran con la misma naturalidad con la que lo hace “el pelo PANTENE”.
Dado que los programadores a sueldo de PIXAR no tienen ni un pelo de tontos el problema que suponía domar a la salvaje melena de Mérida dejo de serlo cuando consiguieron desarrollar una nueva tecnología, tecnología esta que – tal como se puede apreciar en la película – fue eficazmente utilizada por Ramiro López Dau, un animador español que a la hora de dar vida y movimientos a la indomable hija del Rey Fergus tomo como referencia a su hermana, Carolina, la cual, al igual que él trabaja para los mencionados estudios animando multitudes.
En resumen todo aquel que quiera disfrutar de una película llena de imágenes apabullantes tiene una cita ineludible con Mérida, esa princesa indomable que quiere reinar sobre su destino, y cuya historia nos anima a que todos y cada uno de nosotros seamos lo suficientemente valientes como para labrar nuestro propio camino, un camino este durante el cual – cada amanecer, “A la luz del sol” - a parte de tener presente que algunas de nuestras acciones pueden tener graves consecuencias para los que nos rodean, debemos impedir a toda costa que el orgullo nos impulse a cruzar “La delgada línea entre el amor y el odio”.
“Algunos dicen que nuestro destino está ligado a la tierra ya que ella es parte de nosotros como nosotros de ella. Otros dicen que nuestro destino está entretejido como una tela. Entrelazando el destino de uno con el de muchos otros. Es lo único que buscamos y lo que luchamos por cambiar. Algunos no lo encuentran nunca. Pero hay otros que se ven abocados a ese destino...Algunos dicen que la suerte está más allá de nuestro control, que no somos dueños del destino. Pero yo sé que no es así. Nuestro destino vive dentro de nosotros. Solo hay que ser valiente para verlo” - Mérida.
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