Fue el pasado 8 de Abril cuando, a raíz de la muerte de Margaret Hilda Thatcher, buena parte de los medios de comunicación de esta España mía, esta España nuestra, dedicaron un gran número de páginas a dar parte de los numerosos cadáveres que tenía guardados en el armario la política conservadora que, entre el 4 de mayo de 1979 y el 28 de noviembre de 1990, moro tras las cuatro paredes de la acogedora vivienda sita en el número 10 de Downing Street (Londres), y que, el 23 de mayo de 1980, fue “asesinada” en oscuro callejón por la siniestra criatura salida de la pluma del dibujante Derek Riggs.
Si bien fueron de muy grueso calibre las críticas que despertó el hecho de que durante su mandato golpease con su puño de hierro a los mineros, a los irlandeses y a los extractos mas bajos de la escala social, lo que mas irrito a sus “rivales ideológicos” fue que – con motivo del juicio contra los responsable de los crímenes cometidos en Chile durante la dictadura (1973 - 1990) - acariciase con guante de seda el lomo del General Augusto José Ramón Pinochet Ugarte (1915 - 2006), el siniestro líder del Régimen Militar al que según “La hija del tendero” Inglaterra le debía mucho por haber contribuido con importante información a la victoria de dicho país en la Guerra de las Malvinas (2 de Abril - 14 de junio de 1982), conflicto este durante el cual la sangre de gran numero de soldados argentinos tiño de rojo los afilados cuchillos kukri que empuñaban los fieros guerreros que formaban parte del Regimiento de Gurkhas al servicio de La Pérfida Albión, y a los que el poeta – soldado Gustavo Caso Rosendi les dedico unas líneas.
En la patria del poeta nacido bajo el nombre de Ricardo Eliécer Neftalí Reyes Basoalto (1904 –1973) y conocido mundialmente como Pablo Neruda fue donde en 1992 la Iglesia Católica hizo gala de esa hipocresía que provoca que cada vez sean mas las almas que no comulgan con “la entidad que representa a Dios en La Tierra”.
Y es que, con motivo del primer concierto de IRON MAIDEN en aquellas latitudes, aludiendo a lo nocivos que eran para la juventud “los cantos satánicos” de dicha banda, la Iglesia Católica se entrego en cuerpo y alma a una cruzada cuyo objetivo era evitar que el 28 de julio de ese año se celebrase dicho espectáculo, espectáculo este durante el cual Bruce Dickinson, por mucho que lo intentara, no conseguiría que sus berridos superasen el volumen de los alaridos de dolor arrancados a los miles de chilenos que fueron torturados sin piedad por los esbirros al servicio de la dictadura que acallo para siempre al cantautor Víctor Lidio Jara Martínez, y que – ¡sorpresa, sorpresa! – fue bendecida por muchos de aquellos ministros de Dios que se rasgaron las vestiduras ante la llegada de los autores de “Santificado sea tu nombre”.
“Un grupo de rock satánico con mensajes subliminales que promueve el alcoholismo, la drogadicción y prácticas satánicas” (El Mercurio, 3 de julio 1992), frases como esta - pronunciada por Javier Prado Aránguiz, obispo auxiliar de la diócesis de Valparaíso – consiguieron que finalmente el gobierno democratacristiano de Patricio Aylwin cediera a las presiones de la Iglesia Católica chilena y suspendieran la actuación de la banda, la cual tuvo que esperar hasta el 29 de agosto de 1996 para dar allí su primer concierto, concierto este que se celebro en el Teatro Caupolicán, y que fue de lo más accidentado dado que – a parte de la agresión sufrida por el batería de Héroes del Silencio, grupo encargado de calentar al personal antes de que este cayera “En brazos de la fiebre” heavy – metalera - Blaze Bayley, vocalista de IRON MAIDEN en aquellos días, tuvo sus más y sus menos con ese sector de la hinchada heavy – metalera que no lo veían como un buen sustituto del “huido” Bruce Dickinson.
Casi quince años después de que tuvieran su bautismo de fuego en la patria defendida por la Brigada de Operaciones Especiales "Lautaro", los compatriotas de “los chicos duros” del 42 Commando Royal Marines, el 10 de abril de 2011, ante la atenta mirada de 50.000 enfervorecidos espectadores, tuvieron el honor de ser los primeros en convertir en un volcán en erupción el Estadio Nacional de Santiago de Chile, el lugar elegido para grabar “En vivo!”, un DVD que sirvió para inmortalizar para la posteridad la gira “The Final Frontier Tour” y cuyo visionado ha sido una excelente forma de calentar motores ante el anunciado decimosexto álbum de estudio de la banda británica, el cual – como viene siendo habitual desde hace ya más de 30 años – sus seguidores, independientemente de que seamos buenos, feos o malos, compraremos gustosamente por un puñado de euros.
Antes de proceder al exhaustivo análisis del DVD que hoy nos ocupa – a parte de las bondades vocal – instrumentales de las que dan fe Bruce Dickinson (Nottinghamshire, 1958), Steve Harris (Leytonstone, 1956), Dave Murray (Edmonton, 1956), Adrian Smith (Hackney, 1957), Janick Gers (Hartlepool, 1957) y Michael Henry McBrain (Hackney, 1952) – cabe destacar que, a pesar de tener una edad más que respetable, los cinco caballeros mencionados anteriormente, durante ciento quince minutos, desplegaron un poderío físico que, en honor a la verdad, provoco un profundo sentimiento de vergüenza propia al que esto escribe, a El jovenzuelo de 35 años que tras correr 100 metros tiene los problemas respiratorios propios de un abuelete de 80 años.
El comienzo de las hostilidades corre a cargo de «Satellite 15... The Final Frontier», primer tema de su último disco de estudio hasta la fecha, The Final Frontier, y que a pesar de que en el libreto figura como firmado por Steve Harris y Adrian Smith se le podría atribuir a ese gran aficionado a la ciencia ficción que es Bruce Dickinson. Y es que un más que digno protagonista de una novela de Isaac Asimov podría ser el cowboy del espacio exterior al que da voz el frontman de la banda y al que le gustaría que las estrellas que tiene ante sus ojos dejaran lugar a sus seres queridos para despedirse de ellos antes de que, a consecuencia de un fallo mecánico que le empujo a la zona que se haya más allá de la última frontera, el sol le devore con los ardientes rayos que siglos atrás abrasaron a aquel temerario joven llamado Ícaro que ignorando los sabios consejos de su padre, en lugar de emplear las alas que este último construyo para que ambos escaparan de la alta torre en la que el rey de Creta les encerró, emprendió un vuelo kamikaze hacía los territorios gobernados por El Astro Rey.
Al igual que los hombres que en 1560 – a las órdenes del enloquecido conquistador Lope de Aguirre “La cólera de Dios” (1516 - 1561) – se adentraron en ese infierno en la tierra que era la selva esmeralda que poblaba las zonas del Virreinato de Nueva Granada para hacerse dueños y señores de esa mítica ciudad hecha de oro puro llamada «El Dorado», fueron muchos los que, en el año 2010, sufrieron un duro varapalo al constatar que sus sueños de grandeza en los que nadaban en piscinas llenas de vil metal se daban de bruces contra esa dura realidad en la que se iban a ver obligados a luchar a brazo partido para evitar ahogarse en el mar de miseria en el que habían naufragado por culpa de la crisis económica mundial.
Dado que su condición de estrellas multimillonarias no ha levantado ante sus ojos un muro que les impide ver la realidad del mundo en el que les ha tocado vivir y triunfar, Los MAIDEN bautizaron con el nombre de La aurea urbe al primer single del disco mencionado anteriormente, el cual tuvo su bautismo de fuego en la capital de Transilvania (Rumania) y posee una letra muy incisiva tal como el 9 de junio de 2010 explico a la revista Kerrang! Bruce Dickinson, compositor del tema junto a Steve Harris y Adrian Smith.
"El Dorado posee una letra cínica acerca de la basura económica que está ocurriendo. Parecía un poco como una tormenta perfecta, la gente estaba pidiendo prestado el dinero a lo loco. Pensé, 'Esto es realmente va a la gente' y, efectivamente, todos estamos en profundo doo-doo! Y eso es lo que El Dorado significa, se trata de vender a alguien el mito de que 'Las calles están pavimentadas con oro' y les preguntan: ¿Dónde me inscribo?".
«2 Minutes To Midnight» – la canción que quedando unos minutos para las 17,30 h. formo parte del último SMS que como amigo envié a la que es hoy La frontwoman de mi banda de heavy – metal – por desgracia para La Humanidad vuelve a estar de vigente actualidad por hacer referencia a El Reloj del Apocalipsis, el reloj simbólico creado en 1947 por la junta directiva del Boletín de Científicos Atómicos de la Universidad de Chicago (EEUU), y cuyas agujas - tras estar cerca de la medianoche en septiembre de 1953 a raíz de los ensayos con bombas nucleares que los Estados Unidos de América y la Unión Soviética llevaron a cabo con una diferencia de nueve meses entre ellos – están de nuevo en movimiento a consecuencia de las peligrosas bravatas lanzadas por El Mocito que con mano de hierro lleva el timón de la República Popular Democrática de Corea y que amenaza con lanzar uno de los pepinos del arsenal nuclear de dicho país sobre la patria de su admirado Mickey Mouse.
«2 Minutes To Midnight» – la canción que quedando unos minutos para las 17,30 h. formo parte del último SMS que como amigo envié a la que es hoy La frontwoman de mi banda de heavy – metal – por desgracia para La Humanidad vuelve a estar de vigente actualidad por hacer referencia a El Reloj del Apocalipsis, el reloj simbólico creado en 1947 por la junta directiva del Boletín de Científicos Atómicos de la Universidad de Chicago (EEUU), y cuyas agujas - tras estar cerca de la medianoche en septiembre de 1953 a raíz de los ensayos con bombas nucleares que los Estados Unidos de América y la Unión Soviética llevaron a cabo con una diferencia de nueve meses entre ellos – están de nuevo en movimiento a consecuencia de las peligrosas bravatas lanzadas por El Mocito que con mano de hierro lleva el timón de la República Popular Democrática de Corea y que amenaza con lanzar uno de los pepinos del arsenal nuclear de dicho país sobre la patria de su admirado Mickey Mouse.
Siendo oriundos de la tierra que vio nacer a hombres que vivieron la mayor parte de su vida surcando los siete mares era lógico y normal que Los MAIDEN, «The Talisman» mediante, rindieran pleitesía a todos esos hombres que se embarcaron para ir hasta las tierras donde les esperaba La Diosa Fortuna y que por desgracia para ellos vieron como El Dios del Viento se ponía en su contra y los arrojaba contra arrecifes en los que La Muerte les esperaba para llevar a muchos de ellos a esa taberna de El Infierno en la que se reúnen los marineros muertos para regar su gaznate con unas cuantas botellas de ron.
Todo aquel que, al igual que yo, piensa que si no fuera por las melodías heavy – metaleras de La Doncella de Hierro, habría más razones para volverse loco, mentiría como un bellaco si no reconociera que fue para él un mazazo escuchar esa hermosa balada titulada «Coming Home». Y es que, oído lo oído, fue inevitable para muchos pensar que tras la gira de presentación de su último disco de estudio el Boeing B - 757 - 200 cuyo nombre de guerra es ED FORCE ONE no volvería a despegar para llevar a la banda al encuentro de los enfervorecidos fans que les esperaban a miles de millas de La Pérfida Albión.
Todo aquel que, al igual que yo, piensa que si no fuera por las melodías heavy – metaleras de La Doncella de Hierro, habría más razones para volverse loco, mentiría como un bellaco si no reconociera que fue para él un mazazo escuchar esa hermosa balada titulada «Coming Home». Y es que, oído lo oído, fue inevitable para muchos pensar que tras la gira de presentación de su último disco de estudio el Boeing B - 757 - 200 cuyo nombre de guerra es ED FORCE ONE no volvería a despegar para llevar a la banda al encuentro de los enfervorecidos fans que les esperaban a miles de millas de La Pérfida Albión.
Desde el día de 1562 en el que el pintor flamenco Pieter Brueghel el Viejo (1525 1569) sirviéndose de vivos colores inmortalizo sobre la tela de un lienzo “El triunfo de la muerte” han sido muchas las ocasiones en las que La Dama de La Guadaña bailo «Dance Of Death» (La Danza de La Muerte) en esa enorme pista de baile que es este mundo salvaje en el que la locura que se ha hecho dueña de tantos hombres en el fragor de la batalla ha empujado a muchos a los brazos del alcohol, esa droga que puede ahogar las penas pero también provocar que en plena exaltación de la amistad acompañemos a tipos poco recomendables hasta lugares donde en el centro de un circulo de fuego bailan seres cuyos ojos están llenos de muerte.
Aunque ya han transcurrido más de 150 años desde el día en el que forjo su nombre en la historia, La Carga de la Brigada Ligera, acción que tuvo lugar el 25 de octubre de 1854 durante la Batalla de Balaclava (Guerra de Crimea), aún sigue siendo objeto de debate. Y es que mientras que para los que analizan La Historia envueltos en la bandera merece formar parte de la leyenda heroica del Reino Unido, para otros fue un pésimo ejemplo de estrategia militar que dejo claro que el odio que había entre el Mariscal de campo George Charles Bingham, 3er Earl de Lucan (16 de abril de 1800 – 10 de noviembre de 1888) y su cuñado James Thomas Brudenell, 7º Earl de Cardigan (16 de octubre de 1797 – 28 de marzo de 1868) se impuso al valor de las vidas de los 673 (ó 661) jinetes comandados por este último y que – como integrantes del 4º y el 13º Regimiento de Dragones ligeros, el 17º Regimiento de Lanceros y el 8º y el 11º Regimiento de Húsares – sin temor en la mirada cabalgaron a través del Valle de la muerte directos hacía la muerte que vomitaban los cañones rusos.
Fuera como fuese, lo cierto es que «The Trooper» sigue provocando escalofríos y consiguiendo que, espoleados por Bruce Dickinson metido en la casaca roja y la piel de un soldado de caballeria, deseamos haber estado junto aquellos valientes hombres que tras morir en el campo de batalla alcanzaron la inmortalidad gracias a la canción escrita por Steve Harris, y que, sin lugar a dudas, seguramente habría sido del agrado de Alfred Lord Tennyson (1809-1892), el poeta inglés que, tras leer la narración de los hechos en la página del “Times”, puso su pluma al servicio de la épica.
Por mucho tiempo que pase jamás olvidare aquella madrugada de Domingo del año 2000 en la que la aterciopelada voz de Mariano Muniesa – conductor del programa radiofónico ROCK STAR – rompió el silencio de mi habitación para presentar «The Wicker Man», primer corte de “Brave New World”, el primer disco de la segunda etapa dickinsoniana. Nada más escuchar el marcado sonido Made by MAIDEN que supura el tema supe que – tal como ha demostrado el paso de los años – llegaría a ser uno de los himnos más coreados por todos aquellos que, por fortuna para ellos, aún no son objetivo de El Hombre de Mimbre, El Ser que provoca que de las gargantas de los que lo ven sean incapaces de salir los gritos de terror que les produce saber que ha llegado su hora y que al abrirse las puertas del amanecer deberán seguir al flautista que les indicara el camino a seguir hasta el lugar donde les espera La Parca que armada con unas tijeras cortara el hilo que les une a La Vida.
Si el 15 de Agosto de 2010 el cariñoso homenaje que Bruce Dickinson hizo al rockero Ronald James Giovanni Padavona – fallecido el 16 de mayo de 2010 – DIO lugar a que al escuchar «Blood Brothers» un escalofrió recorriera a Los True Metal Warriors que aquella inolvidable noche nos hallábamos bajo el cielo sobre Cluj Napoca, estoy seguro de que no menos emotivo fue para mis hermanos chilenos la escucha del mencionado tema más aún teniendo en cuenta esa intro en la que La Garganta de Acero – a parte de pedir un aplauso para los heavys de Japón y Libia que se quedaron sin ver a la banda por los dramáticos sucesos acaecidos en dichos países – deja claro que – al margen de que seamos cristianos, musulmanes o mediopensionistas - todos somos hermanos de sangre y por ello deberíamos deshacernos de las banderas y cargar juntos con la bayoneta calada contra todos aquellos que se empeñan en desencadenar las guerras que dejan en las calles bebes quemados y gracias a las cuales lo que debería ser “Un mundo feliz” como el que imagino Aldous Huxley es un mundo salvaje en el que la piedad no tiene cabida.
Aunque nos emocionamos con las mismas cosas y las lagrimas de dolor que surcan nuestros rostros son arrancadas por las mismas penas, por desgracia, por muchos años que pasen La Humanidad seguirá empeñándose en buscar razones para estar dividida y justificar La Guerra, ese injustificable fracaso humano que hace años, cuando Occidente tenia como enemigo a El Peligro Rojo surgido del frío de la Unión Soviética, estuvo a punto de provocar que personas tan entrañables como Jim y Hilda Bloggs, vieran como en el otoño de su vida tanto su salud como todas las cosas hermosas que había a su alrededor eran aniquiladas por las terribles y feroces hordas comandadas por El Invierno Nuclear.
Aunque nos emocionamos con las mismas cosas y las lagrimas de dolor que surcan nuestros rostros son arrancadas por las mismas penas, por desgracia, por muchos años que pasen La Humanidad seguirá empeñándose en buscar razones para estar dividida y justificar La Guerra, ese injustificable fracaso humano que hace años, cuando Occidente tenia como enemigo a El Peligro Rojo surgido del frío de la Unión Soviética, estuvo a punto de provocar que personas tan entrañables como Jim y Hilda Bloggs, vieran como en el otoño de su vida tanto su salud como todas las cosas hermosas que había a su alrededor eran aniquiladas por las terribles y feroces hordas comandadas por El Invierno Nuclear.
Tomando como referencia la historia del matrimonio protagonista de la novela grafica «When The Wild Wind Blows» (Cuando el viento sopla) escrita por Raymond Briggs, Steve Harris compuso un emotivo tema en el que el ruido y la furia de los sonidos metálicos se combina con momentos más tranquilos que reflejan la angustia que invade a los Bloggs durante la tensa calma que precede a la hecatombe que supondrá el principio del fin de la preciosa historia de amor que hace décadas empezaron a escribir juntos.
Tan cierto como que, tal como bien apunto Marco Antonio, ¡El mal que hacen los hombres les sobrevive!, es que «The Evil That Men Do» se hace dueña y señora de todo aquel que la escucha, y es que, desde aquel lejano día de hace dieciséis años en el que por primera vez agasaje a mis oídos con ella, quedo grabada a fuego en mi “memoria musical” como quedan grabadas en el corazón las cicatrices producidas por la afilada hoja de esa navaja llamada amor y sobre cuyo plateado filo, balanceándose sobre una pierna, caminan los que han dormido en el polvo con su hija, con esa dulce muchacha cuyos ojos se teñirán de rojo sangre a consecuencia del sacrificio de su inocencia.
Por si fuera poca la espectacularidad musical del tema, con objeto de caldear aún más a la audiencia, en esta parte del concierto es cuando entra en escena Eddie, la mascota de la banda que, como es habitual, entabla un divertido combate con el guitarrista Janick Gers, y que, por cortesía del dibujante Melvyn Grant, ha adoptado las formas de una criatura de otro planeta digna de protagonizar una película de ciencia – ficción.
El irracional miedo a la oscuridad que atenaza al protagonista de «Fear Of The Dark» gustosamente habría sentido por todos aquellos que durante la dictadura de Pinochet eran consciente de que las criaturas de la noche que alimentaban los cuentos de terror contados alrededor de una hoguera eran una muy grata compañía en comparación con las criaturas de carne y hueso que servían bajo la bandera de El Escuadrón de la Muerte y que, ya fuera a plena luz del día o bajo el manto de la noche, torturaban y asesinaban con total impunidad.
«Iron Maiden», sin lugar este par de vocablos son una clara muestra de como dependiendo de la época una palabra puede tener una u otra connotación, y en consecuencia provocar reacciones bien distintas. Y es que mientras que hoy en día una sonrisa se cincela en el rostro de aquellos para los que significa – banda heavy metalera creada por Steve Harris – hace siglos todo rastro de alegría era arrancado del corazón de todos aquellos que sabían que dicha palabra implicaba que de sus bocas serían arrancados alaridos de dolor nada mas que La Doncella de Hierro les atrapara entre sus brazos y atravesara sus carnes con afilados pinchos.
El Estadio Nacional de Santiago de Chile se convierte en una caldera de El Infierno en plena ebullición nada más oír al actor Barry Clayton recitar el versículo extraído del Apocalipsis, 13:18 con el que comienza «The Number Of The Beast», tema este que Steve Harris compuso basándose en la pesadilla que tuvo tras ver la película La maldición de Damien (La profecía II) y gracias al cual la banda ingreso unos cuantos cientos de millones mientras se defendía de las graves acusaciones lanzadas por aquellos que afirmaban que la canción pretendía que los jóvenes marcaran El Número 666 y siguieran las ordenes recibidas durante la conferencia telefónica mantenida con El Gran Dragón Rojo, la gigantesca criatura que tiene siete cabezas y diez cuernos y cuya cola barrera la tercera parte de las estrellas del cielo y las lanzara sobre la tierra.
Los que, «Run to the hills» mediante, recomendaron a los nativos norteamericanos que corrieran hacía las colinas para evitar ser aniquilados por los hombres blancos llegados del otro lado del mar, a pesar de que ya no tienen edad para ser rebeldes sin causa y aún menos motivos para salir corriendo, a la hora de poner fin al concierto siguen decantándose por «Running Free», canción que es un claro canto al erróneo concepto de libertad que tenemos en nuestros años mozos. Y es que, como bien sabemos los que hemos dejado de correr, llega un momento en La Vida de todo hombre en el que lo correcto es abandonar el camino a la perdición regado con alcohol y meterse en la piel de un fiero guerrero cherokee para recorrer bajo el agua purificadora de la tormenta desencadenada por La Hacedora de Lluvia el camino que lleva a la perfección o en su defecto a la redención de los pecados de juventud.
Hasta que pongan a la venta su próximo DVD – sacacuartos, el que inmortaliza el evento grabado en stereo y en 5.1 con 22 cámaras HD – una de las cuales, llamada octocam, se empleo para capturar imágenes aéreas del público y el escenario – es sin lugar a dudas una buena muestra de la grandeza de la banda cuya obra musical – cuando se apaguen los amplificadores y los altavoces, se desenchufen las guitarras y el bajo, el silencio sea parido por el doble bombo de la batería y el peso de La Voz de Bruce Dickinson ya no pueda ser soportado por las cuerdas vocales de este último – seguirá sonando a volumen brutal en la cabeza de todos esos millones de heavys que a lo largo y ancho del mundo conocido hemos experimentado como los dulces susurros de La Doncella de Hierro eran capaces de conseguir que los malos momentos se tornarán en buenos, y los buenos fueran aún mejores.
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