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viernes, 25 de mayo de 2012

Cuando un niño desaparece algo se muere en el alma


Si bien es muy dramático el hecho de que – a pesar de los siglos de evolución que nos contemplan – algo tan primitivo e irracional como la guerra siga provocando alteraciones en la naturaleza que obligan a muchos padres a enterrar a sus hijos, mucho más lo es que, en tiempos de paz, en lugares a miles de millas de los campos de batalla, otros miles de padres se vean embargados por el terrible sufrimiento que supone no saber donde esta su hijo.


Aunque a día de hoy solo en España – según las últimas cifras dadas por el Ministerio de Interior – hay hasta 900 casos abiertos, 900 familias rotas por la desaparición de uno de sus miembros, la más ferviente actualidad obliga a centrar la atención en Stan y Julie Patz, los padres de Etan Patz un niño de seis años que hace 33 años, tal día como hoy, salió a primera hora de la mañana hacia la parada del autobús, un autobús que nunca llego a coger…

Tras años siguiendo pistas falsas e interrogando a miles de sospechosos, ayer Jueves 24 de mayo de 2012 – dos años después de que el fiscal de Manhattan, Cyrus Vance reabriese el caso de Etan Patz (declarado oficialmente muerto en 2001) - el Departamento de Policía de Nueva York y el FBI consiguieron poner nombre y apellidos al autor del infanticidio.


A pesar de que ningún caso se parece entre si y sean muchas las formas en las que los padres hacen frente al dolor que supone la ausencia de sus seres más queridos, seguramente todos ellos tengan en común aferrarse a ese clavo ardiendo que es la esperanza de que un buen día al abrir la puerta de su casa se encuentren de nuevo con su hijo, el único ser humano capaz de devolverles la alegría.

Buen ejemplo de lo anteriormente mencionado es el hecho de que Stan y Julie, durante todos estos años, mantuviesen el mismo número de teléfono y siguiesen viviendo en su apartamento en el neoyorquino barrio Soho, con objeto de que Etan les encontrase si un día decidía regresar.


Dado que en aquellos días “el secuestro de menores” para la comisión de aberrantes delitos era un horror al que la sociedad no se había enfrentado aún, la desaparición de Etan conmociono a todo el país y movilizo y conciencio a la sociedad, circunstancia esta última que trajo como consecuencia que una foto de Etan – tomada por su padre, fotógrafo de profesión - fuese la primera en salir en los cartones de leche, cartones de leche en los que – desde entonces, por desgracia – han sido cientos de miles las fotos de niños desaparecidos que han aparecido.

A parte de lo anteriormente mencionado, el “Caso Ethan Patz” provoco que en 1983, el entonces presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan, declarase el 25 de mayo "Día Nacional de los Niños Desaparecidos".


Aunque a estas alturas del cuento, a sabiendas de los ogros que moran en este mundo, sea totalmente improcedente recurrir al autoengaño y pensar que habrá un final feliz para “los niños perdidos”, uno no puede evitar desear que descarrile “El tren fugitivo” en el que se vieron obligados a montar, y que todos y cada uno de ellos regresen a su hogar y con sus sonrisas infantiles se lleven por delante a las lagrimas derramadas por sus madres.


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