Vistas de página en total
martes, 5 de junio de 2012
Tan solo enfrentarse cara a cara con la vida es ya un claro síntoma de valentía
Si el perverso Saruman no me ha confundido creo recordar que la lectura de esa obra maestra de la literatura fantástica que es la trilogía “El Señor de los Anillos” fue para mí una excelente válvula de escape durante aquellos lejanos días en los que llegue a temer que nunca jamás lograría culminar con éxito la misión que me había llevado hasta la Escuela Universitaria de Ingeniería Técnica Industrial.
Y es que si durante el día, en el mundo real, más concretamente en el número 75 de la calle Manuel Llaneza, mas de una vez estuve a punto de rendirme tras oír como D. Miguel Ángel Castrillo Cabello “El Teniente Castrillo” – desde la tarima del aula donde de forma magistral impartía la asignatura “Elasticidad y resistencia de Materiales” - me decía "Veo en tus ojos el mismo miedo que encogería mi propio corazón. Pudiera llegar el día en que tus horas de estudio por fin dieran los frutos deseados, y, a parte de comprender todo lo referente a las teorías establecidas por Mohr, lograras sacar un sobresaliente en los problemas cuyo objetivo último es calcular el perfil IPN mas adecuado para mecanizar una viga sometida a flexión, pero hoy no es ese día”, al caer la noche, al adentrarme en La Tierra Media de la mano de los inolvidables personajes creados por J.R.R. Tolkien, y ser testigo de las proezas llevadas a cabo por todos y cada uno de ellos, mis ánimos se enardecían y volvía a ser yo poseído por ese espíritu de superación gracias al cual, al fin y a la postre, conseguí mi objetivo tras una batalla tan épica como la que se libro frente a Las Puertas de Mordor, y durante la cual las hordas de Saurom fueron aniquiladas por los hijos de Gondor y de Rohan a las ordenes de Aragorn.
Más de seis años después de que dejara atrás a Frodo y al resto de miembros de “La Compañía del Anillo” me he vuelto a ver envuelto en una aventura de corte fantástico gracias a “La elegida de La Muerte” el libro que fue capturado como “botín de guerra” para recordar la deliciosa tarde del 13 de Mayo de 2011 durante la cual mis tropas tuvieron el inmenso honor de cabalgar junto a «La Amazona que cruzo el Ruhr a galope tendido», la mujer que, a parte de ser una de las personas que mi corazón mas ama de esta buena tierra, consiguió que La Luz que robo al sol que se alza en el cielo sobre Bochum se llevase por delante a La Oscuridad que se alzaba sobre él que esto escribe, sobre él que, metido en la coraza y la piel del valeroso Boromir, combatirá a su lado hasta que las agujas de El Reloj del Juicio Final marquen la maldita hora de lobos y escudos rotos que rubricara la consumación de la Edad de los Hombres.
«Durante los últimos seiscientos años, la guerra ha sacudido los reinos de Thaledia y Svonda, en la península de Ternia. La bella guerrera Issendra de Liesseyal, Issi, es una mercenaria que lucha por el ejército que paga mejor. Entre el horror y la destrucción de un campo de batalla encuentra a una niña moribunda, que le marca con el signo Öi, una señal plateada en la frente que la convierte en la Öiyya, la Elegida de la Muerte. Esto provocará que los monarcas de Thaledia y Svonda, además de los reinos vecinos de Monmor y Thilia, ávidos de poder, emprendan una búsqueda sin cuartel de Issi para hacerse con el poder mágico que confiere la Öiyya y alzarse con la victoria en el continente» con estas palabras cinceladas en la contraportada de la exquisita edición que Ediciones B ha hecho de “La elegida de La Muerte” se presenta la historia narrada en la primera novela de Virginia Pérez de la Puente.
Antes de proceder a realizar la reseña de la mencionada novela cabe resaltar el hecho de que una mujer haya debutado con éxito dentro del genero fantástico, genero este que ha estado siempre dominado por la testosterona desde los tiempos de J.R.R. Tolkien hasta estos días en los que esa “joven” promesa que es George R. R. Martin se ha hecho mundialmente famoso a sus 68 primaveras gracias a la adaptación televisiva de su novela – río “Canción de Hielo y Fuego”.
La madrileña que hasta hace poco – a través del magazine “Hoy por hoy Mérida” - daba el parte de lo que acontecía en el mundo real publico en 2010 la novela que hoy nos ocupa, y que ha supuesto la coronación a su trayectoria literaria, una trayectoria en la que se dan cita varios relatos fantásticos que han sido merecedores de varios premios literarios, y que vieron la luz gracias a la pasión por la escritura que nació en la autora tras leer la saga “El Señor de los Anillos”.
A lo largo de 544 páginas acompañaremos a Issendra, una aguerrida muchacha nacida en Thaledia, al pie de las Lambhuari, muy alejada del Tilne y de la orilla del mar de Hindlezen, que como tantos otros solo puede confiar en su espada mientras recorre los territorios del continente de Ridia, un lugar en el que los hombres cambiaron de águila a buitre, de cazador a carroñero, por culpa de la muerte, la enfermedad y el hambre que llegaron de la mano de El Ocaso que se llevo consigo el alma del Mundo.
Consciente de que la necesidad que ha acabado con los escrúpulos de la gente implicará que sus servicios como mercenaria sean bien recibidos por las aldeas que temen ser aniquiladas por Los Perros de La Guerra que – a raíz del conflicto entre Svonda y Thaledia - andan sueltos desde hace seis siglos, Issi se embarca en una aventura en compañía de Keyen de Yintla, un hombre con el que mantiene una relación amor – odio, y que – al igual que los mercenarios y asesinos – ha encontrado en la guerra una buena forma de hacer negocio, aunque este se fundamente en algo tan deplorable como robar a los muertos todos aquellos objetos de valor que – al igual que los ojos que a picotazos les arrancan los cuervos - no volverán a necesitar.
Por desgracia para ella, su vida cambiará para siempre al llegar a los llanos de Khuvarkha (Svonda), un lugar donde la tierra, la piel del mundo, ha sido perforada por cientos de lanzas provistas de estandartes cuyos brillantes colores han desaparecido bajo la sangre derramada por los hombres que están tendidos sobre el campo de batalla a la espera de ser devorados por los carroñeros, y que horas antes habían bailado alegremente alrededor de las hogueras, cantando, bebiendo hasta hartarse y perdiéndose entre los arbustos en compañía de alguna de las muchas mujeres que seguían al ejercito como un enjambre.
Será en ese lugar donde se enfrentaron ferozmente los hombres de Svonda y Thaledia que por culpa de la guerra dejaron de distinguir amigo de enemigo, hermano de vecino, hombre o mujer de bestia, donde Issi de Thaledia entrará en contacto con El Öi, un extraño símbolo que deformara su hermoso rostro, y que le hará caer prisionera de la angustia que supone para ella ser testigos de horrorosas escenas que ella solo puede ver y que los que la rodean no se atreverían a imaginar.
Mientras La Öiyya - como un horrible súcubo - nubla su mente y le hace olvidar sus razones, sus pensamientos y su verdadero ser, a medida que le absorbe el alma y deja en Issi solo el deseo por La Muerte, entrarán en escena una serie de personajes secundarios que hacen aún mas rico el relato, y dan muestras de la maestría que la autora ha tenido a la hora de crear su propio universo.
Las intrigas palaciegas que tienen lugar en las cortes de Carleig y Adelfried, reyes de Svonda y Thaledia respectivamente, son un extraordinario vehículo para mostrar la avaricia y el ansia de poder que anida en el corazón de todos aquellos hombres que, ante su incapacidad para comprender que no es más rico el que tiene más, bien harían en asimilar la sabiduría que encierra la siguiente reflexión de un Öiyin:¡Cuan orgullosos son los reyes de los hombres, cuanto los poderosos! ¡No son capaces de ver que, por muchos que sean sus bienes y su poder, están condenados a morir, igual que el más humilde de sus siervos! La Muerte lo iguala, todo lo asimila, todo lo ata.
Por otra parte seremos también testigos de la lucha entre El Bien y El Mal que desde tiempos inmemoriales ha llevado a “Los Ianïe” - Los Servidores de La Vida – a combatir sin descanso a “Los Öiyin”, esos siniestros seres que en los previos al Ocaso, cuando, en un ritual a mayor gloria de la Muerte, querían sacrificar a un hombre de forma rápida y fácil le desollaban vivo.
Cabe destacar por último de la presente novela que “la sensibilidad femenina” no ha sido impedimento para que, a la hora de abordar todo lo concerniente a la guerra que se libra entre Svonda y Thaledia, Virginia Pérez de la Puente exponga con la crudeza que se merece como un pueblo lleno de gente a la que asesinar y mujeres a las que violar - para los hombres que enrolados en un ejército están dispuestos a matar y a morir – se convierte en lo mas parecido en una taberna con existencias ilimitadas de cerveza, hombres pendencieros y putas.
Y es que sin duda alguna, y aunque pueda parecer osado afirmarlo, el hecho de que la prosa de la autora rehúya en todo momento de mostrar la épica del combate seguramente habría recibido la felicitación del mismísimo J.R.R. Tolkien, el cual en su famosa trilogía siempre que tuvo ocasión mostro El Horror que implica toda batalla, y que él tuvo frente a frente durante la Batalla del Somme, una de las más largas y sangrientas de la Primera Guerra Mundial y durante la cual – el que fuera segundo teniente del 11.º Batallón de Fusileros de Lancashire – vio para su desgracia como sus mejores amigos acabarían formando parte de los 300.000 muertos que dejaron tras de sí los brutales choques que tuvieron lugar entre el 1 de Julio y el 18 de Noviembre de 1916.
Dicho esto no queda más que felicitar a Virginia Pérez de la Puente por habernos entregado una novela de lo más atractiva que a parte de brindarnos deliciosas horas de lectura a los amantes de la épica – fantástica es un buen ejemplo de que, al igual que ha hecho la autora, si queremos hacer realidad nuestros sueños lo que tenemos hacer es recurrir al coraje y al valor de Issendra de Thaledia y enfrentarnos sin temor ni autocompasión a los obstáculos que cada Amanecer Rojo La Vida pone en nuestro camino.
Y es que, sin duda alguna, enfrentarse cara a cara con la vida es el mayor y más claro síntoma de valentía en estos días oscuros en los que ante la llegada de la tormenta esa estúpida criatura que es el hombre mira al cielo mientras los pájaros dejan de volar, los animales corren a esconderse, las plantas afianzan sus raíces en el suelo y hasta la misma tierra parece contener el aliento.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario