Fue en 1985 cuando Pedro Pacheco, alcalde de Jerez en aquellos días, dijo "El clamor hoy en Jerez es que la Justicia es un cachondeo", frase esta que arranco de sus labios la indignación que le provoco ver como la Sala de lo Contencioso Administrativo de la Audiencia Territorial paralizaba la demolición de un chalé construido ilegalmente y cuyo propietario era Bertín Osborne, ese vagabundo que rueda por el mundo con su guitarra a cuestas y una historia que contar.
28 años después, el thriller - judicial “Tesis sobre un homicidio” llega a las carteleras de España, país cuya sociedad civil esta muy de acuerdo con “el desahogo verbal” del político andaluz mencionado anteriormente, y que también, para sorpresa de propios y extraños, mientras clama a gritos que Iñaki Undargarin y La Infanta Cristina cambien sus lujosos aposentos en el Palacete de Marivent por una de las mazmorras de la Prisión de Soto del Real calla y otorga ante sentencias por cortesía de las cuales - “a los cuatro días y con el título de victimas de la sociedad” – salen del talego violadores y asesinos como los que acabaron con la vida de Sandra Palo y Marta del Castillo.
Dejando al margen “esas cositas tan nuestras” que provocan que más allá de los Pirineos sean muchos los que afirman “Spain is different / Spanien ist anders” llega la hora de someter a juicio la película dirigida por Hernán A. Golfrid a partir del guión que Patricio Vega escribió basándose en la obra literaria que da título a la cinta cinematográfica mencionada anteriormente, y gracias a la cual en 1998 el escritor Diego Paszkowski ganó el Premio de Novela del diario La Nación.
Ricardo Darin es el encargado de dar vida a Roberto Bermúdez un abogado retirado que duerme poco y toma mucho, que práctica boxeo porque en La Vida hay que saber defenderse, y que ha llegado a los 55 años siguiendo a la inversa la máxima vital “A los 30 laburas por un puesto, a los 40 por la guita y a los 50 por el prestigio”.
Durante un postgrado universitario que imparte el brillante y reputado experto en Derecho Penal citado anteriormente vuelve a entrar en la vida de este Gonzalo Ruiz Cordera (Alberto Ammann), un arrogante y sagaz abogado recién llegado de España que regresa a su patria natal con el único objetivo de empaparse de las enseñanzas del mejor amigo de su padre, del hombre al que conoció siendo un pibe y por cuya trayectoria profesional siente una profunda admiración.
A raíz de ese seminario en el que Bermúdez deja claro que a la hora de dictar sentencia los jueces se basan en los detalles y no en los testigos y las pruebas, se entabla un inteligente e interesante duelo intelectual entre dicho jurista y Gonzalo, el cual expondrá a su mentor los fallos que a su juicio hacen que sea imperfecta La Justicia, esa buena señora que el escritor Antoine de Saint-Exupery (1900-1944) definió como: El conjunto de las normas que perpetúan un tipo humano en una civilización.
Cabe destacar en este punto las siguientes reflexiones del joven abogado Ruiz Cordera:
“Los jueces no hacen justicia, aplican la Ley”
“Si aplasto y retuerzo a una mariposa no es un delito, ahora, si esa mariposa pertenece a la colección de un millonario, voy preso… Lo que se juzga no es el acto, sino cómo afecta a las voluntades de poder”
La cordial y enriquecedora relación entre ambos personajes se rompe violentamente cuando Bermúdez empieza a sospechar que su pupilo es el autor del brutal asesinato de una chica frente a la Facultad de Derecho de Buenos Aires.
Gracias a la investigación que por su cuenta y riesgo emprende “El hijo de la novia” para conseguir que “Lope” pague por su crimen en una celda tan lóbrega como la “Celda 211”, el espectador, a parte de ver como un hecho puntual puede condenar o absolver dependiendo de su explicación ante el juez, será testigo de cómo Bermúdez coquetea peligrosamente con la paranoia y forja argumentaciones jurídicas que consiguen que los receptores de las mismas lleguen a sospechar que, en lugar de esclarecer los hechos, lo que realmente pretende es convencer al mundo de la certeza de su brillante teoría.
Visto lo visto en compañía de «La hermosa admiradora de la obra del autor de “El caballero de Olmedo”» yo que siendo un niño disfrute viendo como ese juez, jurado y ejecutor que era el arquitecto Paul Kersey (Charles Bronson), tras proclamar “Yo soy la justicia” y con la inestimable ayuda de una potente pistola modelo .475 Wildey Magnum, fríamente y por motivos personales ejecutaba a los que habían hecho daño a su familia, tengo suficientes elementos de juicio para sentenciar que aplicar la ley y conseguir que triunfe La Justicia es algo muy complejo y que es muy complicada y ardua la misión de “los hombres de negro” que velan por el correcto funcionamiento de El Estado de Derecho.
Y es que como dijo Sócrates (470 AC-399 AC):
Cuatro características corresponden al juez: Escuchar cortésmente, responder sabiamente, ponderar prudentemente y decidir imparcialmente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario