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lunes, 29 de abril de 2013

Соблазнил и очарован танец красоты и красота танца

Desmayarse, atreverse, estar furioso,
áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado, mortal, difunto, vivo,
leal, traidor, cobarde y animoso;
no hallar fuera del bien centro y reposo,
mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
enojado, valiente, fugitivo,
satisfecho, ofendido, receloso;
huir el rostro al claro desengaño,
beber veneno por licor suave,
olvidar el provecho, amar el daño;
creer que un cielo en un infierno cabe,
dar la vida y el alma a un desengaño;
esto es amor, quien lo probó lo sabe.

Como bien apunta este poema escrito por el autor de la comedia “La hermosura aborrecida”, cuando El Amor libera a Los Perros de La Guerra un hombre puede llegar a experimentar cambios que jamás imaginaría, y de los que pueda dar buena fe El True Metal Warrior que paso unas cuantas horas de su niñez tirando piedras a “El estanque de los patos” del Parque Isabel La Católica, y que años después, mientras se sentía como si estuviera “Bailando con un ángel”, disfruto de una exquisita representación de “El lago de los cisnes” junto a «La bella admiradora de Lope de Vega y Carpio» con la que tantas veces bailo “La danza del fuego” alrededor de una hoguera alimentada con leña de Ébano.






Dado que como dijo Wayne W. Dyerante ideas, actividades o gentes desconocidas es más fácil y más seguro quedarse con lo conocido – hasta la fecha, el que esto escribe solo se había acercado de puntillas a “eso” llamado danza para saber si era verdad la leyenda urbana que afirmaba que Aleksandr Borísovich Godunov – el actor ruso que encarnaba a uno de los terroristas alemanes que tomaron parte de la caza al hombre que se desarrollo en el interior de “La jungla de cristal” – antes de realizar la pirueta que lo llevo al mundo del cine había sido el primer bailarín del American Ballet Theatre, la compañía a la que se incorporo en 1979 tras cambiar “La Hoz y El Martillo” por “Las Barras y Estrellas” aprovechando la gira que realizo por Estados Unidos de América con el Ballet Bolshói siendo uno de sus mayores astros.




Sin lugar a dudas todo habría seguido igual si el pasado 28 de Abril, en ese marco incomparable que es el Teatro Campoamor de Oviedo, con motivo del Festival Internacional de Danza que en él se celebrara hasta Junio, no hubiera visto al Ballet Nacional de Lituania dar vida a la pieza más famosa de Pyotr Ilyich Tchaikovsky (1840-1893).


Y es que fueron los “Pasos de baile” de los integrantes de la compañía que pasea por el mundo el nombre de la república que hasta 1991 fue amamantada por La Madre Rusia los que provocaron que escalara hasta “Cumbres borrascosas” para arrancar los prejuicios que como malas hierbas crecían entre las piedras, y que según Charlotte Brontë “Son sumamente difíciles de erradicar de un corazón cuyo suelo nunca fue preparado o fertilizado por la educación”.


A lo largo de 125 minutos los asistentes a la representación de la obra compuesta en 1875 por el autor de “El cascanueces” fuimos seducidos y fascinados por un extraordinario espectáculo durante el cual del vientre de esa Muñeca Matrioska llamada “El lago de los cisnes” fueron saliendo a la superficie pequeñas piezas de orfebrería que se superaban en belleza progresivamente y que nos hicieron constatar que la coreografía creada por el francés Alphonse Victor Marius Petipa (1818 - 1910) y el ruso Lev Ivánovich Ivánov (1834 - 1901) estaría tan coja como el soldadito de plomo sin su bailarina si no fuera por los bailarines de la compañía que pusieron sus cuerpos a su servicio.

Y es que como dijo Ted Shawn. (1891 - 1972), auténtico pionero de la danza moderna: "La danza es el único arte en el que nosotros mismos somos el material del que el arte está hecho."


El bailarín español Igor Yebra es el encargado de dar vida al Príncipe Sigfrido, un joven que el día que cumple la mayoría de edad recibe como regalo una ballesta, ballesta esta con la que, raudo y veloz, se lanza a la caza de uno de los cisnes que moran en el lago del bosque y que en realidad son muchachas que se hayan bajo el influjo de un hechizo obra del mago Rothbart (Gediminas Bubelis) y por culpa del cual, hasta que no encuentren el amor puro y eterno, solo pueden recuperar su forma humana cuando la luna se refleja en las cristalinas aguas del lago.


Cuando esta a punto de provocar que una flecha atraviese el corazón de una de esas nobles aves, Sigfrido, para su sorpresa, ve como una de ellas – la reina de los cisnes - se transforma en una hermosa joven llamada Odette (Oksana Kucheruk). Seducido por la belleza que contemplan sus ojos, Sigfrido no tarda en jurarle amor y fidelidad eternos, promesas estas que dan alas a Odette para entregarle su corazón.

Mientras viven un romance tan trágico como el protagonizado por el capitán Etienne Navarre e Isabel – los amantes condenados a estar eternamente unidos y separados a consecuencia del hechizo que provoca que ella sea un halcón durante el día, y el un lobo gris al caer noche – para desgracia de Odette y Sigfrido hace acto de presencia en escena Odile (Oksana Kucheruk) la hija del mago Rothbart, y cuyo atractivo y parecido físico con Odette provocara que Sigfrido tenga que enfrentarse a un serio dilema.




Dividido en dos partes, con dos actos cada una de ellas (Parque en un castillo – Lago en los bosques, de noche / Baile en el castillo – A la orilla del lago, de noche) la representación nos da la oportunidad de ver como palabras como Allegro, Arabesque, Assemblée, Attitude, Battement, Batterie y Fouetté en tournant cobran significado gracias a todos y cada uno de los dieciocho bailarines que intervienen en la función, y que, mucho antes de paladear el dulce sabor del éxito, probaron el sabor de la mezcla formada por el sudor y las amargas lagrimas de dolor que derramaron sus ojos durante el transcurso de esos interminables ensayos en los que se machacaban para alcanzar la perfección.




Y es que, tal como bien apunto la bella dama con la que bailo pegado como baila el mar con los delfines – aunque los profesionales mas valorados sean aquellos cuyo trabajo incrementa las frías cifras macroeconómicas que hacen funcionar los engranajes de la sociedad de mercado – lo cierto es que la calidez que transmite una función de ballet debería ser motivo mas que suficiente para reconocer la gran valía de todos esos corredores de fondo que participan en una dura carrera durante la cual – a pesar del esfuerzo y los muchos sacrificios realizados – son muchos los que no son bendecidos por “Los Dioses de La Danza”.

Sin lugar a dudas, la dureza de ese sensible arte que es la danza queda patente en la siguiente frase del bailarín bonaerense Jorge Donn (1947 - 1992) "Entrar en la danza es como entrar en la Religión, pronunciar los votos es comprometer cada minuto de la vida futura".


Finalizado el espectáculo, este caballero andante y su pareja de baile abandonaron el Teatro Campoamor deseando que en la pista de baile de La Vida sonara para ellos las alegres melodías que animaron el “Baile en el castillo”, y que los culpables de habernos hecho disfrutar de un fascinante espectáculo, días después de haberse bajado el telón y haberse apagado el eco de la merecida ovación que recibieron por parte del respetable y entregado publico, experimentaran aun el inmenso placer que según el gran Rudolf Nureyev (1938 - 1993) atrapa entre sus brazos a todos aquellos que con sus movimientos conseguen transmitir un estado de emoción y goce.



sábado, 27 de abril de 2013

Un Britanie teroare, construit cu mize bont şi ascuţite săbii (Un reino de terror, construido con espadas romas y afiladas estacas)


Siglos antes de que, bajo el cielo sobre Cluj Napoca (Rumania) y por cortesía de IRON MAIDEN, los miles de True Metal Warriors que nos dimos cita en la explanada del Polus Center Mall tuviéramos “Miedo a la oscuridad”, escalofríos de terror recorrían el cuerpo de los habitantes de aquellas latitudes cuando oían el nombre de Vlad Drăculea (1431 - 1476).





Y es que ese siniestro personaje - que gobernó con el título de Vlad III de Valaquia, y que para unos fue todo un héroe y para otros un auténtico monstruo - acabo con la vida de entre 40.000 y 100.000 personas durante el Reinado de Terror que levanto valiéndose de estacas romas y afiladas espadas, “instrumentos” estos a los que, sin lugar a dudas, si hubiera vivido treinta y nueve años más, habría añadido Die eiserne Jungfrau (La Doncella de Hierro), la siniestra dama forjada en Nürnberg (Alemania) para satisfacer las necesidades de La Santa Inquisición, y que en 1893 fue la protagonista absoluta de «The Iron Maiden», una historia corta escrita por Bram Stoker, el irlandés de Cluain Tarbh que cuatro años después vampirizo la leyenda negra que rodeaba a “El Empalador” para dar vida a El Conde Dracula.


En el gélido invierno de 1431, en el pueblo de Sighisoara, nació un segundo hijo de Vlad Drácul, voivoda de Transilvania. Lo bautizaron como Vlad y al igual que a su hermano mayor le dieron el apellido Drácul - a: “Hijo de Drácul”. En su lengua, la “limba romana” significa “el dragón”. O “El Demonio”. Así que Vlad Drácula era el Hijo del Demonio…

En su vida adquirió otros títulos. Voivoda de Ungro – Valaquia. Señor de Amlas y Fagaras. Hermano de la secreta fraternatis draconem: la Orden del Dragón. Los suyos lo llamaban Vlad Ţepeş. Sus enemigos turcos lo llamaban Kaziklu Bey. Los dos nombres significaban lo mismo: El Empalador.

La tierra que conquisto y perdió y gobernó fue Valaquia, la provincia central de la actual Rumania.

Atrapados entre el reino húngaro en expansión cuyos ejércitos eran dirigidos por János Hunyadi “El Caballero Blanco” y los arrolladores turcos liderados por Mehmed II Fatih “El Conquistador”, entre La Media Luna y La Cruz, se esperaba que los príncipes valacos fueran sumisos vasallos de estos o de aquellos.


Dracula tenía otras ideas. Otras maneras de ejecutarlas.

Muerto finalmente en batalla en 1476, le cortaron la cabeza y se la mandaron de regalo a su más enconado enemigo, Mehmet, sultán de los turcos. La clavaron en una estaca sobre los muros de Constantinopla. Allí se pudrió.

Algunos lloraron su muerte; no la mayoría.

Yo no lo juzgo. Dejo eso en manos de quienes oyeron su última confesión…y, por supuesto, en las tuyas, lector.

Así es como empieza “Vlad: La última confesión de Dracula” novela escrita por C.C. Humphreys, autor canadiense que ha conseguido grandes éxitos de crítica y público gracias a la saga de novelas sobre Jack Absoluteel 007 de 1770 – y a “A Place Called Armageddon”, obra esta que da el parte de guerra del infierno en la tierra que fue el asedio al que, en el año 1453, fue sometida Constantinopla por parte de los 100.000 soldados que integraban el ejercito de Mehmed II Fatih.


Transilvania, 1501, veinticinco años después de la muerte de Vlad Drăculea, en el castillo donde este paso los últimos años de su vida, Janos Horvathy, conde de Pecs, y Domenico Grimani - cardenal de Urbino y representante del Papa Sixto IV en la corte de Matías Hunyadi o Matías I Corvino (Corvín Mátyás o Hunyadi Mátyás en hüngaro) - asisten a un acto durante el cual las tres personas que más cerca estuvieron del Voivoda de Ungro – Valaquia durante su tormentosa existencia dan parte de los actos que este llevo a cabo en vida, y en virtud de los cuales El Representante de Dios en La Tierra deberá decidir si le da el perdón divido y permite que La orden del Dragón vuelva a convertirse en la vanguardia de Cristo, en la fuerza de choque encargada de liderar a los estados de Los Balcanes en La Guerra Santa cuyo objetivo es apartar de la garganta de Roma la cimitarra otomana.


Salido de la oscuridad de una lóbrega y fría mazmorra llega Ion Tremblac, un antiguo caballero que hace cinco años fue encerrado en ella por haber traicionado a Vlad, a su mejor amigo, al hombre al que acompaño desde la infancia, cabalgando con él estribo con estribo en la caza y en la guerra, y con el que compartió el sufrimiento de la tortura y el dulce sabor de la victoria conquistada en el campo de batalla.

La segunda es Ilona Ferenc, una mujer mitad húngara y mitad valaca que tras vivir junto a Vlad una juventud gobernada por los pecados de la carne sufre los rigores de la dura vida monacal tras las cuatro paredes de un convento, convento este en el que, por fortuna para ella, no hay espejos capaces de devolverle la estremecedora imagen que es para ella ver su cuerpo marcado por las cicatrices de las terribles heridas que le dejo en él el hombre que en otro tiempo lo cubrió de caricias.

Por último, tras ser atrapado por los hombres que le persiguieron como una alimaña hasta la cueva en la que vivía como un ermitaño, hace acto de presencia el hermano Vasilie, el santo varón que en calidad de confesor, oyó de labios de Vlad las atrocidades que este cometió en nombre de Dios y gracias a las cuales, a parte de convertir sus dominios en una sucursal de El Infierno en La Tierra, justificaron con creces que fuera conocido como El Hijo del Demonio.

En 1444, a raíz de las buenas relaciones existentes entre János Hunyadi “El Caballero Blanco” húngaro - el mayor enemigo de los turcos – y Vlad Dracul (1390 - 1447), el señor de este último – el sultán Murat II (1404 – 1451) – tras citarlo en Gallipolli y atarlo a la rueda de una carro, consigue que acceda a pagarle un tributo anual en oro y que entregue a sus hijos como rehenes.

Será así como, contando con 13 y 7 años de edad respectivamente, la enderun kolej de Edirne, capital del Imperio turco, se convierte en el hogar de Vlad y Radu cel Frumos (Radu el hermoso), el cual, para desgracia de su hermano mayor, años después será definido por Mehmed II Fatih como un amante capaz de dar mas placer que la más dulce de las prostitutas.

Convencido de que su kismet (destino) es convertirse en el guerrero que aniquilará a las hordas del Imperio Otomano, Vlad dedicara todo su tiempo y empeño en conocer a su enemigo, “táctica” esta cuya “validez militar”, años después, quedo plasmada en la máxima Resulta mucho más fácil defenderse de los turcos a quien esta familiarizado con ellos que a quien no conoce sus costumbres, máxima esta que aparece en las memorias de Konstantin Mihailović, un serbio de Ostrovica que siendo niño, tras la conquista del castillo de Novo Brdo por parte de las fuerzas del sultán Mehmed II Fatih, fue reclutado y adiestrado por los turcos para que formase parte de las filas de Los Jenízaros, las unidades de élite al servicio de La Sublime Puerta.


Por desgracia para Vlad, los días durante los cuales - junto a otros niños cristianos a los que los turcos tienen como rehenes para sofocar el ardor guerrero de sus padres - asiste a clases de aritmética, lee el Corán y se somete a un duro entrenamiento físico, tocan a su fin cuando secuestra a Iliona, una niña destinada a ser una de las mujeres destinadas a complacer sexualmente a Mehmet.


La tamaña osadía por cortesía de la cual la mencionada joven se salva de ver como se consumen sus días bajo la atenta mirada de los eunucos que la vigilan a ella y al resto de concubinas que moran en los lujosos aposentos del Harîm será la culpable de que su salvador sea trasladado a Tokat, una ciudad situada en la región central del Mar Negro (Anatolia) y en la que tiene su sede el kolej donde será receptor de unas enseñanzas de naturaleza más práctica.

Y es que será allí donde, por cortesía de Mahir “el experto” y Wadi “el tranquilo”, aprenderá todo lo concerniente a la filosofía del tormento, la cual – a parte de la obtención de información – tiene como objetivo conseguir que los alaridos de dolor arrancados al torturado dejen claro el alto precio que pagaran todos aquellos que osen negarse a hincar las rodillas en tierra y doblar la cerviz ante el Sultán.

Cualquier imbécil puede infligir dolor, príncipe, pero solo un  hombre hábil lo puede mantener. En eso es como cualquier arte. Se pulsan de tal manera las cuerdas de un laúd que sus armonías vibran en el aire. No puntuamos ni enfriamos las notas, interrumpiendo la maravilla. Tratamos de que se prolonguen. - Wadi “el tranquilo”, dixit

Será en Tokat donde Vlad, un soleado día de primavera, aprenderá “la técnica coercitiva” gracias a la cual grabo su nombre en la historia de la infamia, y que, tal como le indicará el historiador y filosofo que tiene por maestro, en el año 701 antes de Cristo el poderoso Sennacherib, rey de los asirios, práctico con los israelitas tras la caída de Lachish.


En Diciembre de 1448, traumatizado por su estancia en la fortaleza de Tokat, Vlad se convierte en Voivoda de Valaquia, empezando así una etapa de su vida durante la cual, a parte de hacer frente a las cimitarras de los infieles, deberá proteger su espalda de los puñales empuñados por los que cristianos que desean arrebatarle el trono. Por fortuna para él el mencionado guerrero  hallara un merecido descanso entre los brazos de Ilona (Estrella), la mujer cuyo recuerdo fue el luminoso rayo que impidió que fuera devorado por la oscuridad que le rodeo allí donde le inculcaron con sangre la máxima: Torturamos a los demás para que los demás no puedan torturarnos.

Entonces empezó a besarla, a besarla con pasión, con besos de hombre joven. Y ella, a quien habían enseñado mil maneras de complacer al sultán, pronto se olvidó de casi todas. Casi todas. Porque en la casa de la calle Rahiq le habían advertido de la urgencia de los deseos de los hombres, la prisa por satisfacerlos. Le habían dicho que muchos hombres después se sienten tristes, y ella ya había visto suficiente tristeza en los ojos de su príncipe para saber que cuando volviera lo arrastraría de nuevo a su causa: una familia que no había sido vengada, un trono obtenido y perdido. Pero por el momento ella lo mantuvo allí, delante del fuego…

Gracias a la extraordinaria labor de documentación llevada a cabo por C.C. Humphreys, durante el fragor de la lectura de esta apasionante y estremecedora lectura, descubriremos que los mercenarios que hoy en día matan en Irak a sueldo de compañías de seguridad privadas y al morir se reagrupan en El Infierno, son descendientes de los que hace siglos tomaron parte de batallas como la que se libro durante el asedio de Constantinopla, la ciudad que era conocida como La Roma del Este y que el 29 de mayo de 1453 cayo derrotada gracias en buena medida a los estragos provocados en sus murallas por las balas de piedra de hasta 76 centímetros de diámetro y 680 kilos que eran vomitadas por La Gran Bombarda Turca, esa poderosa arma de nueve metros de longitud y dieciocho toneladas de peso que fue forjada en bronce siguiendo las indicaciones de Orban, un reputado artillero húngaro.

Mehmet volvía a ser sultán. Y tenía las manos libres para intentar cumplir el sueño de ser el nuevo Alejandro, el nuevo César. Se preparo bien, durante un largo tiempo, reunió un enorme ejército, hizo traer al mejor artillero del mundo, que construyo el cañón más grande jamás visto…

Y el cañón fue forjado por alemanes de este lado de la frontera, en Sibiu, mientras los serbios mandaban mineros a cavar las murallas de Constantinopla, que los valacos escalaron al compás del tambor kös…


El Empalamiento, la técnica que le enseñaron los turcos y que estos a su vez aprendieron de los alemanes que lo aplicaban siguiendo la Ley de Iglau, y parte de ser utilizado para provocar que la caballería otomana sedienta de sangre cristiana huyera despavorida al ver ese macabro espectáculo que eran Los bosques de empalados que Vlad plantaba a su paso, sirvió al regente de Valaquia para evitar que la que fuera la encrucijada del mundo siguiera siendo saqueada por los boyardos (nobles terratenientes), esa clase de hombres a los que les importaba poco su país y nada su príncipe. Que se arrodillaban ante Dios y después violaban todos sus mandamientos. Que creían que el sacrificio hecho por Jesús en su día era para dar esperanza a los esclavos y así tenerlos tranquilos hasta que llegaran sus amos.


Me gusta que el pueblo viva con certezas. Que sepa su sitio en El Reino de Dios. Que obedezca, sin rechistar, las leyes que yo hago en Su nombre. Y que si deja de obedecer será castigado de tal manera que hará pensar a otros antes de pecar, o no pecar en absoluto. Esta exposición que Vlad hace a su confesor sobre su forma de aplicar justicia da buena Fe de que “la piedad” no tenía cabida en su vocabulario.

Buena prueba de ello fue la suerte que corrió el ladrón que robo La copa de oro que Vlad puso en una fuente de la plaza de Târgovişte (capital de Valaquia) para que todo el mundo bebiera en ella. Y es que meter la dorada y valiosa pieza de artesanía en su alforja provoco que en el cuerpo del ladrón y en el de sus familiares fueran introducidas romas estacas.

Maniobrar para conseguir que la corona que adornaba la cabeza de Vlad pasará a la suya fue lo que motivo que en el año en 1460 el voivoda usurpador Dan fuera decapitado al finalizar una macabra ceremonia durante la cual este último fue obligado a cavar su propia tumba y asistir a sus propios funerales.


El hecho de que fuera un autentico psicópata capaz de las mayores atrocidades no estaba reñido con que fuera un hombre valiente, circunstancia esta que queda clara con el parte de guerra que se nos en el capítulo que narra la batalla librada en el bosque de Vlasia y en que Vlad - a lomos de Kalafat y dando zarpazos a diestro y siniestro con esa poderosa espada de mano y media bautizada como La Garra del Dragón – dirigió a los cuatro mil hombres que, sin temor en la mirada y con total desprecio a la muerte, cargaron contra el campamento de Mehmed II Fatih a pesar de que en el les esperaba una fuerza de combate de hasta cien mil efectivos y entre la que se encontraban unidades tan letales y experimentadas como la infantería yaya de Anatolia, los akincis, invasores llegados de las tierras de Tartaria, los belerbeys de las provincias, los guerreros sipashis de Rumelia, Egipto y las orillas del Mar Rojo, las ortas de Los Jenízaros y los peyks, soldados a los que les han extirpado el bazo para que tengan un temperamento más conciliador.


Una de las mayores atrocidades ejecutadas por Vlad será la causante de que la delgada línea que separa El Amor y El Odio sea cruzada por su hermano de armas, Ion, el hombre cuyo cuerpo esta jalonado de cicatrices que dan fe de las veces que le salvo la vida en callejones y en el campo de batalla.

Las ovaciones, las risas y los brindis continuaron, y los hombres abandonaron la mesa formando un grupo. Ion se unió a las ovaciones y rio. Pero se le revolvía el estomago pese al vino que bebió para convencerse de que se encontraba donde debía, junto al Dracula correcto. Cuando se aseguro de que ninguno de los borrachos lo observaba, abandono la tienda.

Se dirigió a la orilla del río, se inclino y vomito hasta vaciar el estomago, tenia la boca llena de bilis. Era amarga, el sabor de su traición al aparecer, así que no se la quito de los labios.

Transcurridos los años, seremos testigos de cómo Vlad se convierte en un tipo dominado por la amargura que le provocan los panfletos que hablan de atrocidades ejecutadas por él – tanto ficticias como reales – y que han sido distribuidos por Los Dragones que un día fueron sus hermanos y que han acabado traicionándolo.

¿Quién es como La Bestia?, ¿Quién es capaz de hacerle la guerra?. El Apocalipsis. Lo leo constantemente, porque nos dice que si El Diablo queda en libertad, miles le seguirán, lo imitarán, incluso procurarán superarlo. El Diablo…o El Hijo del Diablo. Y todos los que me condenaron en estos escritos con fines propios, también saben que lo siguiente es verdad: cuando La Cruz de La Cruzada se eleva por encima de las hostias, La Bestia acude y se cobija debajo. Y entonces todos hacen cosas que otros quizás…cuestionen.

Asi que me han convertido en una historia para divertir a burgueses gordos durante la cena, y para acallar a sus hijos y asustarlos cuando se niegan a dormir. Todo lo que hice, todas las medidas que tomé por Valaquia contra los ladrones, los traidores y Los Infieles se reduce a esto. Yo, reducido a ser un monstruo chupasangre.

Tras la lectura de las 431 páginas de las que consta la novela, algunas de las cuales contienen párrafos de gran crudeza, se puede afirmar que estamos ante una extraordinaria aproximación al hombre que – a pesar de su leyenda negra – es un héroe para muchos rumanos por su forma de mantener la ley y el orden, “pilares” estos que mantuvo firmes gracias a sus “hazañas”, las cuales consiguieron lo que parecía imposible, superar lo hecho por Gilles de Rais (1404 - 1440), ese otro soldado de Dios cuya negra barba de azulados reflejos hizo que lo llamaran «Barba Azul», y que, a raíz de lo acontecido durante la aciaga hora en la que "La muerte del amor" fue certificada por el fuego de la hoguera que devoro el cuerpo de La Doncella de Orleans junto a la cual combatió contra los ingleses, convirtió el castillo de Tiffauges (Bretaña) en un infierno sin llamas para los 1.000 niños de entre 8 y 10 años que secuestro y torturo tras sus cuatro paredes.




Dicho esto, cabe afirmar que si bien en ocasiones hay que dar la razón a la máxima “Cualquier tiempo pasado fue mejor”, otras veces – sobre todo cuando echamos un vistazo a lo acontecido durante los oscuros días dominados por la brutalidad, la depravación y el fanatismo religioso - es manifiestamente discutible tal afirmación. Y es que, aunque cada amanecer los países de La Vieja Europa, en mayor o menor medida, son sodomizados por Los Mercados, por fortuna para nosotros la raza humana ha evolucionado lo suficiente como para no volver a “parir” a gobernantes que pongan firmes a sus gobernados valiéndose de romas estacas introducidas por el recto.

martes, 23 de abril de 2013

Si nos espera el olvido, tratemos de no merecerlo - Alejandro Dolina


Si en 1980, acompañado por Mi Estimado Progenitor y sentado en una de las butacas del Cine María Cristina, empecé mi historia de amor con El Séptimo Arte gracias al visionado de “El Imperio contraataca”, el 22 de Abril de 2011, en la Sala 1 de los Cines Yelmo Ocimax, el corazón de El Caballero Jedi que esto escribe, sin oponer ningún tipo de resistencia, se rindió ante Las Tropas de Asalto comandadas por la bella y noble dama que se sentó a mi diestra durante la proyección de la adaptación cinematográfica de las andanzas de nuestro héroe televisivo, “Águila Roja”.


Y es que mientras que siendo un mocoso que no levantaba tres palmos del suelo quede fascinado por lo visto en aquella pantalla grande en la que esa adorable criatura que es el maestro Yoda decía a Luke SkywalkerEl miedo es el camino hacia el Lado Oscuro. El miedo lleva a la ira, la ira lleva al odio, el odio lleva al sufrimiento. Percibo mucho miedo en ti”; doscientas noventa y un películas después desee fervientemente que – al igual que le ocurre a Margarita cuando ve a Gonzalo de Montalvo - «La Filóloga Hispánica que surgió del frío de Bochum», al ver mi rostro reflejado en sus bonitos ojos, afirmase con rotundidad que yo era el héroe digno de velar sus sueños.




Aquella agradable y inolvidable tarde durante la cual mentalmente hice la siguiente plegaria a mis dioses - Bruce Dickinson de mi vida, tu que eres heavy como yo, evita por lo que más quiera que este siervo tuyo meta la zarpa – bien sabe Dios que El Cosaco que hay en mí habría decapitado a aquel que me hubiera profetizado que tiempo después protagonizaría una novela de caballería junto a la fémina con la que, finalizada las andanzas de El protector de los habitantes de La Villa y Corte, mantuve una enriquecedora conversación sobre lo divino y lo humano en torno a una mesa en la que se daban cita exquisitos manjares de la gastronomía turca.

A pesar de que este vikingo siempre tuvo predilección por Los Dioses Nórdicos, un año después, “Ira de Titanes” mediante, me empape de mitología griega para “conmemorar” el bendito día en el que Ares puso en marcha la maquinaría militar por cortesía de la cual, el 8 de Febrero de 2012, «La Amazona que cruzo el Ruhr a galope tendido» provoco que el que esto escribe tocase con los dedos El Cielo, el lugar donde llego Perseo a lomos de Pegaso, el alado caballo blanco nacido de la roja sangre de Medusa.


Teniendo en cuenta que cada 6 de Junio rindo homenaje a los miles de hombres que en 1944, durante el transcurso de la Operación Overlord, tiñeron con su sangre las playas de Normandía mientras sus alaridos de dolor eran acallados por el ruido y la furia de los fusiles M1 Garand y las ametralladoras MG42, bien merecido habría tenido acabar frente a un pelotón de fusilamiento si al llegar el amanecer rojo de nuestro particular Día – D no hubiera propuesto a mi compañera de armas que fuéramos al cine para celebrarlo como se merecía.


Fue así como - a las 19.00 Hora Zulú del 22 de Abril de 2013 – nos adentramos en la Sala 3 de los Cines Yelmo Ocimax para olvidar las preocupaciones propias del mundo real durante los ciento veinticinco minutos que duro la última película protagonizada por el “Nacido el 4 de Julio” que, a las ordenes de Edward Zwick y metido en la armadura y la piel de “El último samurái”, protagonizo la obra maestra de El Séptimo Arte gracias a la cual el director de “Tiempos de gloria” consiguió que el que esto escribe le perdonase haber perpetrado “Leyendas de pasión”.


A raíz del lanzamiento de las bombas nucleares gracias a las cuales La Humanidad venció a los Scavengers (Carroñeros), la raza extraterrestre que pretendía invadir La Tierra, dicho planeta quedo arrasado. Año 2077, seis décadas después de dichos acontecimientos, el eficiente equipo de limpieza formado por Jack Harper (Tom Cruise) y Victoria (Andrea Riseborough) es el encargado de supervisar que se desarrolle por los cauces normales la operación que tiene como objetivo extraer los últimos recursos vitales del moribundo planeta viviente para abastecer a los cientos de miles de humanos que se han visto obligados a empezar de cero en Titán, la mayor luna de Saturno.


Mientras que durante el día el mencionado astronauta realiza labores de vigilancia a bordo de una nave burbuja que pilota con la frialdad y pericias propias de los intrépidos “Ídolos del aire” que ni se inmutaban al romper la barrera del sonido a los mandos de un Grumman F-14 Tomcat; al caer la noche, a pesar del borrado total de memoria al que fue sometido, ve como en sus sueños hace acto de presencia una extraña mujer junto a la cual vive momentos propios de aquellos días en los que, además de disfrutar contemplando Manhattan desde la última planta del Empire State, era posible experimentar un subidon de adrenalina gracias a esos épicos partidos de la Super Bowl durante los que se libraban encarnizados combates cuerpo a cuerpo entre esos fornidos gladiadores modernos que son los jugadores de fútbol americano.


Todas las certezas de Jack se resquebrajan como el cristal al salvar la vida de Julia Rusakova, una humana caída del cielo a la que da vida Olga Kurylenko, La chica Bond nacida en la patria de los cosacos, y que, en 2010, dirigida por Neil Marshall, se metió en las pieles y la piel de la sanguinaria Etain, una fiera guerrera perteneciente a la tribu de los pictos que, en el año 117 de nuestra era, aniquilo a la Legio IX Hispana que se lanzo a la conquista de Britania a las ordenes de Titus Flavius Virilus (Dominic West), un general curtido en mil batallas y muy apreciado por los soldados para los que era en el entrenamiento su maestro, en el festejo su padre, en las filas su hermano y en la batalla el dios al que rezaban para que salvase sus almas.


Dado que – como diría Mayra Gómez Kemp – “Hasta aquí puedo contar” deberán pasar por taquilla todos aquellos cowboys del espacio azul eléctrico que quieran saber el desenlace de esta película que combina con maestría drama y ciencia – ficción y durante cuyo rodaje Tom Cruise se jugo el tipo rodando una peligrosa escena en el Pico Earl (Islandia).


Aunque sea muy admirable su extraordinaria labor interpretativa y el hecho de que, como si fuera Ethan Hunt, llevase a cabo la “Misión: Imposible” durante la cual se arriesgo a caer desde 250 metros de altura, lo cierto es que sería injusto atribuir el éxito del film únicamente a El neoyorkino de Siracusa nacido el 3 de julio de 1962; y es que - además del fascinante e impresionante Diseño de producción de Darren Gilford, y las hipnóticas y relajantes melodías que forman parte de la Banda Sonora Original compuesta por el grupo de música electrónica M83 – cabe destacar el libreto escrito por William Monahan, el gran guionista norteamericano que en 2007 gano el Óscar al mejor guion adaptado por “Infiltrados”.


En el año en el que la película dirigida por Martin Scorsese recibió las mayores distinciones que otorga La Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas tuvo lugar la huelga de guionistas que provoco que viese la luz la novela gráfica que cinco años después Monahan convirtió en guion, y que en su día escribieron a dos manos Arvid Nelson y Joseph Kosinski, el arquitecto que dirige la película hoy analizada, y que en 2010, gracias a "Tron: Legacy" - un alucinante paseo virtual según el crítico Peter Debruge (Variety) – confirmo la gran verdad que encierra la máxima: Segundas partes nunca fueron buenas.


En el año 508 a.C., ante la llegada de los etruscos comandados por Lars Porsena fueron muchos los habitantes de Roma que querían huir para salvar su vida. A sabiendas de lo importante que era el puente sobre el Tiber a través del cual llegaban los víveres a La Ciudad Eterna, el valiente Publio Horacio Cocles se dirigió hacia el con la firme intención de defenderlo hasta la muerte.


Al final el puente Sublicio fue destruido, no obstante – a pesar de los siglos transcurridos desde entonces – su valiente defensor no ha caído en los profundos abismos del olvido. Ante tal tesitura, visto lo visto, el que esto escribe, al igual que Jack Harper, ha llegado a la conclusión de que, sin lugar a dudas, son un excelente guía espiritual las palabras que, según el poeta inglés Thomas Babington Macaulay (1800–1859) – autor de "Lays of Ancient Rome" (1842) – pronuncio El Héroe Romano minutos antes de lanzarse a defender con dureza y crudeza el puente sobre el cual esperaba impacientes la muerte.

A todo hombre de esta tierra tarde o temprano le llega la muerte
¿y qué mejor muerte puede haber que enfrentar una suerte adversa por las cenizas de sus padres, por el templo de sus dioses o por las personas que están presentes en sus pensamientos tan intensamente como él espera y desea estar en los de ellas?.

lunes, 22 de abril de 2013

Gran concierto al lado de mi buena chica


Aquel ya lejano Viernes de 1991 en el que, tras ver junto a mi buen amigo Jorge Gines esa obra maestra de El Séptimo Arte que es “Le llaman Bodhi”, cruce por última vez las puertas del Cine Albeniz y me plantee muy seriamente comprar una tabla de surf para cabalgar sobre las olas del bravo Mar Cantábrico no imaginaba yo que años después, como buen True Metal Warrior, volvería a entrar en la mencionada sala para ver a algunos de los grupos más importantes del panorama heavy – metalero patrio e internacional.


Y es que – como diría Bienvenido Guevara, el magistrado que presidio el tribunal que juzgo a Rafael Escobedo por el asesinato de Los Marqueses de Urquijo - “Solo o en compañía de otros" asistí a inolvidables conciertos durante los cuales, con sonido atronador, el escenario bramo como un volcán en erupción por cortesía entre otros de AVALANCH, BRAINSTORM, MEDINA AZAHARA, GUN, SEPULTURA o IN EXTREMO.


Fue en un pueblo con mar antes de un concierto de la banda germana liderada por Das letzte Einhorn cuando, mientras raudo y veloz me dirigía a danzar una vez más al son del folk – metal, me cruce con «La Amazona que cruzo el Ruhr a galope tendido» y a la que, por muchos años que pasarán, yo jamás podría dejar marchar bajo la “Luna llena” a través de “La calle del olvido”.






Quien me iba a decir a mí que, en la sala donde vibre con el ruido y la furia de los sonidos metálicos, meses después, gracias a Los Secretos, escucharía algunos de los clásicos de la música pop española en compañía de la dama mencionada anteriormente, una de sus mayores fans y a la que – a raíz de lo vivido junto a ella desde la tarde de Febrero de 2012 en la que me habría gustado que sonara “Jump” para saltar a lo David Lee Roth – cada día que pasa debería decirle: “Gracias por elegirme”.




Fue en 1981 cuando Los hermanos Urquijo - Javier (guitarra), Enrique (bajo y voz) y Álvaro (guitarra) – junto al batería Pedro A. Díaz. dieron su primer concierto “serio”, concierto este del que fue testigo la Sala de Fiestas Brujas (Oviedo), la cual, treinta y dos años después – rebautizada como Espacio Estilo – albergo el escenario sobre el que el pasado 19 de Abril la nueva formación de la banda dio comienzo a la gira "Déjame estar a tu lado" que al día siguiente les llevo a hacer parada y fonda en La Villa de Jovellanos.


A lo largo de dos horas y gracias a canciones cuyo nombre esta cincelado en la historia del pop patrio, los que nos dimos cita en el Teatro Albeniz disfrutamos de un grandioso concierto durante el que quedo constancia de la extraordinaria química que hay entre los integrantes del grupo – Álvaro Urquijo (guitarra y voz), Santi Fernández (bateria), Jesús Redondo (teclados), Juanjo Ramos (bajo) y Ramón Arroyo (guitarra) – cinco tipos corrientes ajenos al divismo del Show Bussines que ponen letra y música a historias impregnadas de tristeza y melancolía protagonizadas por gente corriente.

"Nosotros no hemos buscado el éxito, sino hacer buenas canciones y pasarlo bien. Los atajos no son buenos" (Los Secretos)


A la diestra de mi buena chica acompañe a Los Secretos hasta el lado siniestro de La Vida, allí donde moraba la “Buena chica”, esa pobre desgraciada que les sirvió de vehículo para hablar sobre todos esos jóvenes que – durante la década de las 80 – al engancharse a ese Diablo vestido de Ángel que era la droga rompieron los lazos con las cosas buenas de La Vida y emprendieron un camino a la perdición que para muchos tuvo su punto final en un cementerio.



Como bien podemos comprobar todos los que moramos “En este mundo raro”, a parte de ser muy complicado mantener elevada la moral de combate, es muy tentador no seguir la máxima "un hombre bien informado vale por dos", y es que, dado el desolador panorama y lo duras que pueden ser las respuestas a algunas preguntas, hemos llegado a un punto en el que la ignorancia nos parece tan hermosa e inocente como el amor y lo único que deseamos es que la persona a la que amamos se aburra a nuestro lado mientras a nuestro alrededor todo se derrumba.



El que, bajo el atronador ruido de los motores del avión de combate pilotado por el BARÓN ROJO, corrió sin descansar por “Tierra de nadie” nunca podrá recompensar a Los Dioses de La Guerra por haber provocado que, mientras se hallaba “Buscando” el sentido de La Vida en el fondo de una jarra de cerveza, conociese a la mujer gracias a la cual dejo de ser un extraño en su ciudad, un “Naufrago” en su barrio.



Aunque películas como “Solo ante el peligro” o “Los valientes andas solos” nos han hecho creer que en ese campo de batalla que es La Vida podemos salir victoriosos sin que halla alguien a nuestro lado apoyándonos con su fuego de cobertura, lo cierto es que, en el mundo real, como dijo Gustavo Adolfo Bécquer, «La soledad es muy hermosa... cuando se tiene alguien a quien decírselo». Y es que, sin lugar a dudas, tal como apunta la letra de “Que solo estas”, no hay existencia más vacía y desdichada que la de todas aquell@s a l@s que el espejo les devuelve la imagen de una persona con la que ya no cuenta nadie.




“Agárrate a mí, María”, esta canción compuesta por Enrique Urquijo y que este último dedico a su hija, bien podría ser cantada por uno de esos tipos que, a sabiendas de que a la mañana siguiente morirá durante un “Duelo al sol”, necesita sentirse protegido entre los brazos de su amada. Y es que – tal como podemos certificar muchos hombres – cuando en las horas más oscuras Los Demonios nos atenazan con sus garras, la dulzura y el apoyo de la que cabalga a nuestro lado activan los Explosivos de Alto Impulso Termoquímico que en un milisegundo convierten el aire en fuego arrasador y ponen fin a toda tristeza, a todo dolor, a todo lamento…




Alarma!, el grupo liderado por Manolo Tena y cuya canción “Colgado de tí” forma parte de la Banda Sonora de los días en los que Los Tercios de Flandes liderados por El Capitán Alatriste que ahí en mí estaban inmersos en la conquista de «La admiradora de la obra de Lope de Vega y Carpio» protagonizo un sentido homenaje por parte de Los Secretos. Aunque hay notables diferencias entre la tesitura de voz de Álvaro Urquijo y la voz cazallera del que combinaba pasión gitana con “Sangre española” lo cierto es que fue más que notable la interpretación que el primero hizo de “Frio”.



Aunque para los oídos del que, durante cinco inolvidables meses, vivió bajo el cielo sobre Bochum son mucho más agradables los zarpazos sonoros de Die Tigerin aus Düsseldorf (La tigresa de Düsseldorf) lo cierto es que sería injusto por su parte que no reconociera el valor de la obra musical de Chavela Vargas, la cantautora costariquense pegada a un poncho rojo que paseo “Por el boulevar de los sueños rotos” mientras sonaba la canción que Álvaro Urquijo y Joaquín Sabina compusieron para ella, y que al sonar durante el transcurso del concierto reseñado motivo que los allí presentes recordáramos con cariño a la dama de pelo de plata y carne morena que al dar vida a las letras escritas por un tal José Alfredo conseguía que las amarguras no fueran amargas.




La amistad que unía al fallecido Enrique Urquijo y a El hombre del traje gris al que le robaron el mes de Abril tuvo buena culpa de que no hubiera disputas entre ellos a la hora de atribuirse la autoría – nunca del todo clara – de esa melancólica balada que pone la piel de gallina al respetable cuando escucha el desgarrador lamento del hombre que se vio reflejado en los “Ojos de gata” de la mujer a la que conoció en un pueblo con mar después de un concierto y cuyo desprecio inexplicablemente provoco que se vuelva vulgar al bajarse de cada escenario.




Si bien hubo un tiempo en el que, por cortesía de Los Suaves golpes del destino, me sentí tan fracasado como el “Pobre jugador” al que la bola que cayo en el veintiséis negro le hizo perder todo lo que había apostado al “Uno Rojo, división de choque”, tengo muy claro que desde que juega conmigo «La admiradora de Los Secretos que domina la lengua gerMANA» para “Mi amiga mala suerte” será más fácil “Vivir sin aire” que conseguir que un servidor abandone la partida que disputa en El Casino de La Vida.




Hecha la pertinente “crónica sui generis” del concierto, el que ya no persigue sueños rotos – como por ejemplo, conquistar el más bello premio, el “Trono del metal” – hace saber a «La Amazona que cruzo el Ruhr a galope tendido» que siempre cabalgare a su lado y que, por fortuna para ella, me abstendré de meterme en el traje y la piel de Bruce Dickinson para cantarle al son de acordes aún no inventados los cantares sobre nuestras gesta que escribiré sobre los trozos de un “Papel roto”.


domingo, 14 de abril de 2013

Un violento cocktail de sangre y alcohol


En los días en los que jugaba con Los Playmobils y, por fortuna para mí, aún no vivía aThormentado por los problemas propios de la madurez, en compañía de Mi estimado progenitor y El par de monstruitos que tenía por hermanas fueron muchas las tardes durante las cuales tuve la fortuna de maravillarme con las imágenes plasmadas en las grandes pantallas de los cines Robledo, María Cristina y el Teatro Arango.


Fue en uno de ellos donde, en el año 1990, minutos antes de comenzar una película de cuyo nombre soy incapaz de acordarme, quede fascinado al ver un tráiler en el que un jovencísimo Sean Penn saltaba tras la barra de un bar para evitar ser acribillado a balazos.



Dado que la película anunciada - “El clan de los irlandeses” - no era tolerada para medio metros como yo tuve que esperar unos cuantos años para poder ver en mi DVD las andanzas del policía infiltrado Terry Noonan en La Cocina del Infierno, uno de los barrios más duros y peligrosos de Nueva York, ciudad cuyas calles, años después, recorrió Carlitos Brigante, el traficante de heroína de origen portorriqueño “Atrapado por su pasado” (1993) al que dio vida el actor que, una década antes, bajo el sol sobre Miami y metido en traje de lino y la piel del frío y sanguinario Tony Montana, nos había enseñado lo elevado que podía llegar a ser “El precio del poder”.


Si bien las tres obras maestras del cine de acción mencionadas anteriormente son muy diferentes entre si tienen en común presentarnos un universo al margen de la ley en el que moran tipos muy poco recomendables cuyos actos son regidos por su propia ley y por su particular código moral.

Sin lugar a dudas, buen ejemplo de hombres “Sin ley” fueron los hermanos Bondurant, tres contrabandistas de alcohol que, durante La Ley Seca (1920 - 1933), operaron en las montañas del condado de Franklin (Virginia) y cuya historia real fue relatada en The Wettest County in the World, novela escrita en 2008 por uno de sus descendientes y que ha sido el instrumento utilizado por el músico australiano Nick Cave para escribir el guión que ha permitido a su compatriota y buen amigo John Hillcoat (“The Road”) realizar una violenta película en la que se combina con maestría acción, drama y unas cuantas escenas no aptas para estómagos sensibles.


Tom Hardy – protagonista de la cuarta entrega de las andanzas de “Mad Max, el guerrero de la autopista” – da vida a Forrest Bondurant, un tipo duro e inteligente que siendo niño sobrevivió a la gripe española que mato a sus padres; por su parte Jason Clarke (“Zero Dark Thirty”) interpreta a Howard Bondurant un veterano de la I Guerra Mundial enloquecido por lo que vio y por lo que hizo durante la carnicería que fue el mencionado conflicto bélico.


Somos supervivientes que controlamos el miedo a sabiendas de que sin él estaríamos muertos, estas palabras son las que Forrest inculca a Jack, el tercero en discordia, un adolescente que ha crecido escuchando a sus hermanos afirmar que nada podrá matarlos, y al que da vida Shia LaBeouf, el hijo de Henry Walton Jones Jr. en ese “despropósito cinematográfico” que provoco que los que tanto disfrutamos viendo al mencionado arqueólogo – aventuro ir “En busca del arca perdida”, enfrentarse a los horrores de “El templo maldito” o tomar parte de “La última cruzada”, deseáramos que George Lucas y Steven Spielberg – los padres de la criatura – fueran atravesados de parte a parte por La lanza de Longinos.


En 1930, en un tiempo en el que, al caer la noche, el cielo sobre Franklin se iluminaba como un árbol de Navidad por cortesía del fuego que ardía en las cientos de destilerías que había en dicho condado, los Bondurant eran los dueños del cotarro en aquellos lares gracias a su conocimiento del lugar y a las cajas de whisky con las que compraban el silencio de los hombres cuya misión era evitar la manufactura, la venta, el transporte y la importación - exportación de licores intoxicantes.

Todo va bien hasta que entra en escena Mason Wardell (Tim Tolin), el nuevo Procurador del Estado que propondrá a los contrabandistas un trato que, por su bien, no deberían rechazar: darle un porcentaje de los ingresos obtenidos por la venta del alcohol con el que tantos miles de desgraciados hacen más llevadera la pesadilla en la que se ha convertido para ellos la búsqueda de El sueño americano.

El echo de que los hermanos Bondurant sean unos tipos muy duros que no se doblegan ante nada ni ante nadie, unido a que se han llegado a creer la leyenda que afirma que son inmortales, dará lugar a una encarnizada lucha entre ellos y Wardell, el cual tiene de su lado a Charlie Rakes (Guy Pearce) un Agente Especial del FBI llegado de Chicago que desprecia a los habitantes del lugar por su tosquedad, y cuyos refinados modales son la fachada tras la que se esconde un tipo sádico y despiadado.


El personaje al que da vida el protagonista de “Memento” (2000) permite al director de la función dejar claro que la brutalidad de “los servidores de la ley” era muy similar a la de gangsters como Floyd Banner, un auténtico psicópata encarnado por el camaleónico Gary Oldman y que el 23 de julio de 1934, tras la muerte de John Dillinger, fue nombrado El Enemigo Público N º 1 gracias a los numerosos asesinatos que cometió con La pistola Tommy, el cariñoso apodo con el que fue bautizada el subfusil Thompson, el arma de cuya letal eficacia (1000 disparos / min) dan fe los cientos de policías y delincuentes cuya muerte tuvo como banda sonora el ruido y la furia provocado al disparar las balas que llenaban la panza del cargador de tambor que alimentaba al invento nacido en 1919 de la mente del militar John Taliaferro Thompson.


Aunque su peso en la trama es muy inferior al de “los machos”, merecen ser mencionadas el par de féminas que intervienen en la cinta hoy reseñada.

Jessica Chastain, la que dio vida a la agente de la CIA gracias a cuyo trabajo Osama Bin Laden fue aniquilado por los chicos duros del Navy SEAL Team Six durante el transcurso de “La noche más oscura”, en esta ocasión la da a Maggie Beauford, una chica que busca en Franklin la tranquilidad que no hayo en Chicago, la gran ciudad en la que “las chicas de mala reputación” como ella eran despreciadas por esa sociedad hipócrita y moralista que veía mas pecaminosas las faldas cortas que las armas largas.


Por su parte Mia Wasikowska, tras haber recorrido el colorido país de las maravillas metida en el vistoso vestido de La Alicia de Lewis Carroll, hace parada y fonda en el oscuro y opresivo universo en el que vive Bertha Minnix, la hija de un predicador menonita que no ve con muy buenos ojos que a la niña de sus ojos la corteje el más pequeño de el clan Bondurant, clan este que según él es peor que Las Diez Plagas Bíblicas que asolaron Egipto.


En resumen, western moderno mediante, John Hillcoat nos sirve un violento cocktail de sangre y alcohol que entra en el gaznate del espectador como un puñal afilado y que provoca que veamos lógico que cuando la ley se corrompe los "sin ley" sean catalogados como Héroes…