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miércoles, 24 de julio de 2013

Alien voló sobre el nido de El Mal


Como hacía siempre que llegaba de Carrandi (Colunga) tras pasar allí el fin de semana junto a mi familia, un Domingo de finales de los 80, tras cruzar la puerta de casa, raudo y veloz me dirigí hacía la televisión para ver cual era la película que no podría ver por ser “no tolerada para menores”.

Tras conseguir la cuadratura del circulo – es decir, que Mi Santa Madre no viera los dos rombos que indicaban que era para mayores de 18 años - los ojos del niño que era yo vieron los primeros minutos de una película en la que, bajo la Luna llena que brillaba en el cielo sobre la campiña inglesa, dos jóvenes excursionistas eran brutalmente atacados por un hombre – lobo.



Aunque décadas después un segundo visionado de la misma provoco que no pudiera reprimir una sonrisa al ver sus rudimentarios efectos especiales, lo cierto es que durante las semanas que siguierón a su primer encuentro con "Un hombre lobo americano en Londres”, un niño asustado en Gijón, ante el mas mínimo ruido sospechoso, se tapaba la cabeza con las sabanas de blanco satén de su cama con la esperanza de que tan “sofisticado sistema defensivo” impidiese que las mandíbulas de un licántropo le destrozasen la garganta a dentelladas, y/o que fuera descuartizado por El carnicero tejano que protagonizo la película cuya promoción a cargo de la segunda cadena de televisión española provoco que, mientras millones de telespectadores se limpiaban las salpicaduras de sangre provocadas por las embestidas de la motosierra empuñada por el mencionado matarife, él permaneciese encadenado al pánico aquella lejana noche de Jueves de finales de los 80 en la que empezó a dormir lejos de ese par de niñas que seguramente habrían deslumbrado al respetable público si hubieran tenido un papel en “El resplandor”.


Llegada la década de los 90, coincidiendo con la época en la que al llegar el periódico a casa no leía única y exclusivamente la página en la que se daba parte de la programación televisiva del día, comprendí que, en lugar de preocuparme por lo que pudieran hacerme Depredador, Alien y otras criaturas fantásticas, debería temer a La Raza Humana, y es que gracias a las secciones de sucesos e internacional tuve noticias de los aberrantes crímenes que era capaz de cometer esa cruel especie a la que pertenecían Jeffrey Lionel Dahmer "El Carnicero de Milwaukee" o las bestias de dos patas que formaban parte de Los Chetniks, Los Ustaše y los Islamski Golubovi, las milicias serbias, croatas y bosnio – musulmanas respectivamente que a sangre y fuego consiguieron que entre el 6 de Abril de 1992 y el 14 de Diciembre de 1995 los territorios pertenecientes a la República Federal Socialista de Yugoslavia se convirtieran en una sucursal de El Infierno.


Las noches que han seguido a estos últimos días durante los que las andanzas de Juan Carlos Aguilar "El falso monje Shaolin" y José Bretón han provocado que deseará que Los Humanos fuéramos tan civilizado como Los Animales, han sido amenizadas con el visionado de "American Horror Story: Asylum", una escalofriante serie creada por Brad Falchuck y Ryan Murphy, y en la que han hecho acto de presencia una serie de personajes que, siguiendo lo estipulado en inquietantes y aterradores guiones, han ejecutado aborrecibles y repugnantes crímenes que, por desgracia y por increíble que nos parezca, palidecen ante los que protagonizan las noticias de sucesos que leo mientras esquivo los zarpazos de Maruja.


Mientras que en Murder House – primera temporada de American Horror Story – los espectadores y la familia Harmon, tras fijar nuestra residencia en una gran mansión bañada por el sol de Los Ángeles, convivimos con los espíritus de aquellos que quedaron atrapados tras sus cuatro paredes tras morir en ella en extrañas circunstancias, en la segunda, tras viajar en el tiempo hasta el año 1964, nos convertimos en residentes de Briarcliff, una siniestra mansión ubicada en el Estado de Massachusetts, y que, tras ser comprada por la Iglesia Católica, ha sido convertido en un manicomio para criminales dementes en el que bajo un manto de oscuridad conviven el horror, la injusticia, la demencia, el trato inhumano y el dolor.


En estos días en los que ya no sorprende a nadie que el fruto de la mezcla racial entre un negro keniano y una blanca estadounidense sea el encargado de gobernar el destino del mundo libre desde el Despacho Oval sito en el ala oeste de la Casa Blanca, sigue sorprendiendo que hace medio siglo, en el país de las barras y estrellas, el amor entre personas de distinta razas fuera atacado violentamente por bestias de dos patas como por ejemplo Los Caballeros Blancos cuya negra alma era devorada por el fuego de El racismo, esa lacra social que el teólogo judío Abraham Joshua Heschel definió como “El máximo odio con el mínimo de razón”.


Dado que haber sucumbido frente a ese poderoso sentimiento que no entiende de diferencias raciales les ha convertido en criminales, Kit Walker (Evan Peters) y Alma Walker (Britne Oldford) viven ocultos en una apartada casa que – a pesar de sus precauciones – ha recibido la visita de los racistas del lugar, y que cierta noche se convertirá en el objeto de deseo de una nave alienígena. Tras ser utilizado como conejillo de indias por los hombrecillos verdes llegados del espacio exterior, Kit, tras contar su aterradora experiencia a las autoridades verá como estas, a parte de tomarlo por loco, le acusan de haber asesinado a su esposa y de ser Bloody Face (Cara Sangrienta), un sádico psicopata que ha asesinado a varias mujeres tras despellejarlas vivas.


A la espera de determinar si las facultades mentales de Kit estan lo suficientemente serenas como para permitir que sea ético y estético que el brazo ejecutor de la ley, alto voltaje mediante, le ase en la silla eléctrica, el mencionado joven es encerrado en Briarcliff, lugar este al que, siguiendo las rodadas dejadas por el furgón policial que lo traslado hasta allí, llega también Lana Winters (Sarah Paulson), una ambiciosa periodista que, harta de alimentar su carrera profesional redactando recetas para el periódico en el que trabaja, decide saciar su apetito de gloria y fama entregando a su jefe en bandeja de plata un reportaje sobre el supuesto criminal mencionado anteriormente. Por desgracia para ella su agudo olfato periodístico provocara que se acabe quemando al tocar los siniestros secretos ocultos tras las paredes de el Hospital Psiquiátrico, allí donde, para su desgracia, y al igual que su entrevistado, acabará compartiendo un miserable destino con el grupo de desgraciados que a parte de ser prisioneros de la locura son prisioneros de personas cuerdas que no dudan en dar rienda suelta a sus bajas pasiones.


Joseph Fiennes, el hermano pequeño de El jardinero fiel, es el encargado de dar vida al Monseñor Timothy Howard, un santo varón que, haciendo gala de La Ira Divina que empleo su jefe contra los que probaron el fruto del pecado que germino en uno de los árboles de El Jardín del Edén, esta dispuesto a cortar de raíz las malas yerbas que crecen en La Viña del Señor, y entre las que se encuentran los locos cuyas almas endemoniadas desea salvar para conseguir que los altos dirigentes de la Iglesia Católica le permitan calzar sus pies con Las sandalias del pescador y sentar sus posaderas en La silla de San Pedro.


Mientras que en Tierra Santa Los Soldados del Cielo ejecutaron su santa misión enfundados en ropajes que combinaban el blanco virginal y el rojo sangre, en Briarcliff el éxito de la salvación de las almas emprendida por Monseñor Timothy Howard esta asociado al negro color del habito de La Hermana Jude, una cruel mujer que desea limpiar su impuro pasado con el dolor de los pecadores bajo su yugo y que esta encarnada por La rubia de Cloquet (Minnesotta) que ablando el corazón que latía dentro del duro pecho de King Kong, y que fue embargada por la decepción y la pena al descubrir que su progenitor había colaborado en la composición de La Danza de La Muerte que se bailo en los campos de concentración nazis, y cuya siniestra melodía encerrada en La caja de música no consiguieron acallar los golpes en la puerta dados por el que siempre llama dos veces.


Mildred Ratched, la estricta enfermera que, con objeto de aplacar a los pájaros locos encerrados en el nido del cuco, no dudaba en recurrir a la aplicación de descargas eléctricas y a la practica de lobotomías, sin lugar a dudas, vería con buenos ojos a esa Madre Superiora que recurre a despiadados métodos para aplacar a Los Descarriados Hijos del Señor, muchos de los cuales acabarán deseando que se les aparezca Shachath “El Ángel de La Muerte” (Frances Conroy) y que con un dulce beso en sus labios ponga fin al daño provocado en sus mentes por la locura y en sus cuerpos por la varas con las que sádicamente les golpea esa religiosa que confirma que arrepentidos los quiere Dios y que no hay peor Fe que la de los conversos.


A Dios rogando y con la Sierra de Gigli trepanando cráneos, visto lo visto, no sería una osadía afirmar que dicho refrán fue el que provoco que Monseñor Timothy Howard, a parte de recurrir a los servicios de Una mujer de Fe, metiese en nomina a Arthur Arden, Un hombre de Ciencia que, por desgracia para aquellos que según la Iglesia Católica son seres poseídos por El Demonio, disfruta jugando a ser Dios.


James Cromwell, el veterano actor que, metido en el uniforme y la piel del condecorado General Joseph Campbell, antepuso el honor de unos miembros del Cuerpo de Marines de los Estados Unidos de América al de la capitana cuyo cuerpo fue mancillado por ellos y que era el bendito fruto del vientre de la mujer con la que en el lecho conyugal él mantuvo encarnizados combates cuerpo a cuerpo; metido en la bata blanca y la piel de un neurocirujano, deja claro que su corazón no alberga ningún tipo de compasión, y que la moral y la ética médica no tienen cabida en la sala donde tortura a sus pacientes durante los experimentos cuyo objetivo es conseguir crear una raza de superhombres capaz de morar en la arrasada y radioactiva tierra en la que se podría convertir La tierra de La Libertad si finalmente caen sobre ella los misiles armados con cabeza nuclear que alberga en su vientre La Madre Rusia.


A parte de por la subtrama alienígena, la huella de Tim Minear y James Wong – guionistas de “Expediente X” – queda claradamente patente gracias al oscuro pasado de Arthur Arden, y es que, tras analizar con Rayos X a El Doctor Muerte, se puede apreciar que su estructura ósea se ha formado a partir de los fragmentos de la Operación Pisapapeles, operación esta sobre la que arrojaron luz Mulder y Scully, y durante la cual, a lo largo de la década de los 50, el Gobierno EEUU recluto a cientos de criminales de guerra nazis para que estos últimos, utilizando sus conocimientos científicos adquiridos gracias a siniestros experimentos realizados con judíos, les ayudasen a ganar la guerra que entre 1947 y 1991 libraron contra La Bestia Roja que surgió del frío de la estepa rusa.


Zachary Quinto, segundo de abordo de la nave Enterprise, es el encargado de encarnar a Oliver Thredson, el especialista en psiquiatría al que el Estado de Massachusetts ha encargado evaluar a Kit, y cuyos sofisticados y avanzados métodos chocaran frontalmente con la brutalidad que caracteriza a los que son empleados en su nuevo lugar de trabajo.


Si bien es cierto que hay ciertos aspectos de la vida moderna que justifican que se afirme Cualquier tiempo pasado fue mejor hay que reconocer que no es aplicable a la medicina psiquiatrica, y es que, gracias a los herederos de Sigmund Freud “El padre de la Psiquiatría Moderna”, dicha disciplina ha experimentado un salto cualitativo que entre otras cosas ha conseguido que sean encerrados bajo siete llaves los salvajes métodos curativos que se empleaban en las Casas de locos donde eran encerrados los enfermos mentales, grupo este en el que en 1964 estaban incluidos los homosexuales.


El echo de que Lana y otra mujer duerman juntas bajo las mantas de algodón de la cama que comparten junto al amor que las une es la excusa a la que recurren los creadores de la serie para mostrar como, además de las personas de raza negra, otro blanco contra el que dirigió su ira la conservadora sociedad estadounidense fue el grupo formado por los gays y las lesbianas, los cuales, con objeto de mantener su puesto de trabajo o no perder su libertad tras los muros de un manicomio, debían evitar a toda costa que el humo desprendido por las llamas de las hogueras de la pasión fuera visto por los ojos de los defensores de la moral que gustosamente les habrían quemado en una hoguera siguiendo el ejemplo de los fanáticos puritanos que siglos atrás, con su odio e ignorancia, alimentaron el fuego que devoro el cuerpo de las mujeres acusadas de brujería.


"Dominique (nique nique)", la perturbadora y alegre canción compuesta por Soeur Sourire (Sor Sonrisa) y que sonó en la sala del Schauspielhaus Bochum donde una mujer parió lamentos de tristeza provocados por ser su vientre una tierra Yerma en la que jamás germinaría la simiente de su esposo, es la elegida por la Madre Superiora para perforar a todas horas los oídos de los perturbados mentales que residen en ese psiquiátrico en el que germinan las flores del mal cuyo embriagador y nauseabundo perfume conseguirá que se marchite la pureza carnal y espiritual de Sor Mary Eunice (Lily Rabe).


En definitiva, todos aquellos que, durante diez horas, estén dispuestos a convertirse en residentes del Hospital Psiquiátrico sobre el que vuela una nave tripulada por miembros de una Raza Alienígena, tendrán ocasión de comprobar la magnitud que puede alcanzar El Horror cuando los actos de La Raza Humana son guiados por la maldad que alberga en su interior El corazón de las tinieblas.


miércoles, 3 de julio de 2013

36 kilómetros recorridos a bordo del carro de La Vida


Antes de que – gracias a un Sínkope provocado por la hemorragia causada por el letal abrazo de La Doncella de Hierro - me convierta en pasajero de la diligencia de la que tiran unos caballos cuyos lomos son golpeados por el látigo de nueve colas que empuña La Muerte, hoy, 3 de Julio de 2013, he creído pertinente analizar mi trayectoria vital durante los últimos 36 Km. que he recorrido a bordo de El carro de La Vida del que tiran los años y al que empujan los días.


Dado que por culpa de ella El último tren a Katanga a bordo del cual El expreso de Corea iba Camino al infierno se vio obligado a tomar el desvió que lo llevo hasta Los paraísos perdidos, las primeras líneas de esta hoja de ruta vital versan sobre la dama gracias a la cual el legionario mencionado anteriormente, durante su última etapa vital, tras cruzar La puerta del cielo y espoleado por la orden ¡Marchar o morir!, ha transitado por Senderos de gloria.


En La cabaña donde, junto al Clan Heavy del lugar, tantas veces vi amanecer mientras sonaba “Miedo a la oscuridad”, destino mediante, encontré el 26 de Junio de 2010 a la mujer que, primero como amiga y posteriormente como novia, toco las teclas de mi felicidad con la precisión y delicadeza con la que las cuerdas de acero del instrumento de madera noble con formas de mujer son tocadas por Axel Rudi Pell, el guitarrista oriundo de la ciudad germana de la que, por fortuna para mí, tras graduarse con honores en la RUB (Ruhr-Universität Bochum), meses antes había llegado «La Filóloga Hispánica amante de los perros y admiradora de la obra del autor de “El perro del Hortelano”».


Si bien durante las conversaciones sobre lo divino y lo humano en el Café Ebano, y las tardes de playa en el arenal de Poniente en el que, por cortesía de mi mente trastornada, desembarcaba metido en el uniforme y la piel de un soldado de la 1ª División de Infantería del Ejército de los Estados Unidos de America, Sheila tuvo sobradas razones para caer rendida ante mi irresistible encanto personal, lo cierto es que mi conquista a sangre y fuego de su corazón se habría retrasado si la suerte no se hubiera puesto a mi FAGOR.

Aunque no era 7 de Julio y no llevaba puesta ni una media ni un calcetín, a Pamplona tuve que ir el 8 de Enero de 2012 para coger el autocar que me llevaría hasta Tafalla. Quién me IVA a decir a mi que el segundo Miércoles de Febrero de ese año, la mencionada dama, con el cuchillo entre los dientes, abordaría mi galeón pirata gracias a la entrevista de trabajo que tuve en la ciudad que vio nacer al pequeño Ministro de Industria y Energía que, entre 1982 y 1985, gracias a los torpedos que lanzo contra la línea de flotación del sector naval consiguió que la catadura moral de su santa madre fuera puesta en duda por los trabajadores de los astilleros mientras estos mantenían con los policías antidisturbios duros enfrentamientos cuya banda sonora era el ruido y la furia de las bocachas lanza – cohetes y las escopetas lanza – pelotas de goma.


Ante lo satisfactoria que fue la aventura vivida entre el 11 y el 16 de Julio en las tierras de Burgos que recorrió el Legendario guerrero que combatió contra el invasor que llevaba Media Luna en su estandarte, el 24 de Octubre, volando Contra el viento y a bordo de un Boeing 747 de la compañía Air Berlín, llegaron a Bochum este caballero andante y El hermoso Ángel de Guerra hecho mujer que, canciones de WARCRY mediante, le escribió la mas bella y conmovedora dedicatoria de cumpleaños.


La camarera italiana con cuya poca paciencia acabe fue testigo de mis problemas para abrir la puerta del portal del número 98 de Nordring, allí donde estaba el apartamento en el que pase cinco meses inolvidables junto a Sheila, la cual, a parte de conseguir con su cariño que las preocupaciones del día a día perdieran su amargo sabor, fue la autora de los exquisitos platos que mi paladar tubo el inmenso placer de degustar.


Mientras los gatos del callejón maullaban a gritos una canción de GAMMA RAY, las cuatro paredes de nuestra fortaleza fueron pintadas con el sonido de las risas que a tan bella y noble dama arrancaron las historias narradas por el trovador que esto escribe y que estaban protagonizadas por El turco que con ojos golosos cogía mis monedas de céntimo y era abroncado por su mujer por mirar a las mozinas que frecuentaban el cibercafe que regentaba, Andreas "Diplom", Inga "La alemana gigante", El apuesto y elegante mozo que en el EDEKA compraba los alimentos que formaban parte de su dieta sana y equilibrada, y la familia de Laura "Kein Problem", la casera que no tenia tiempo para solventar las quejas de sus inquilinos debido en buena medida a las muchas horas de su tiempo que le robaban los jaleos en los que se metía El primo Carlo, ese fornido y tatuado muchacho al que tantas veces ayudo para evitar que su reingreso en prisión desgarrara el corazón de La Nonna, esa anciana mujer que a bordo de un barco llego a Alemania tras dejar atrás el pueblo italiano donde nació.


Tras ceder a «La Amazona que cruzo el Ruhr a galope tendido» las riendas de los caballos que tiraban de nuestro carruaje, a bordo de este último devore junto a ella las millas que nos separaban de Hattingen, Essen y Dortmund ciudades todas estas en las que disfrutamos de extraordinarios momentos que – al igual que los que vivimos y viviremos solos o en compañía de otros - recordaremos hasta el día en el que nuestra vida se consumirá como los copos de nieve que cayeron sobre nosotros desde el cielo sobre Nordrhein - Westfalen (Renania del norte - Westfalia).


Dado que nada de lo anteriormente mencionado habría sido posible si no fuera por ellos, los siguientes líneas están dedicadas a los que fabricaron y ensamblaron las piezas de mi carro de la vida y que tratan a su hija adoptiva de cuatro patas con un inmenso cariño que es una milésima parte del que han volcado sobre mi desde aquellos lejanos días durante los que, emulando a Maruja, gateaba por El sendero de La Vida sin rumbo y sin destino…


Y es que, a lo largo de estos 36 último años, La fiel lectora de los blogs de Jhosfergan y El fiel seguidor del equipo formado por los levanta chapinos que defienden la camiseta del FC Barcelona - a parte de corregir las faltas, tanto ortográficas como personales, cometidas por El delantero matador que siempre estaba en claro fuera de juego - sudaron la camiseta para conseguir que, a través de sus oídos machacados por el volumen brutal de la musiquina de MANOGUAY (más conocidos como MANOWAR), le entrara en su dura mollera que en ese campo de fútbol que es La Vida hay que jugar para ganar pero siempre con deportividad.


Aunque en un principio al palestino que había en mí no le hizo ninguna gracia que, emulando a los colonos judíos, Marta y María, María y Marta, ocupasen una considerable franja de la tierra santa de la que era yo dueño y señor, lo cierto es que fue un gran honor para mí que me acompañaran en el viaje vital durante el cual, siguiendo las huellas del zorro sobre el que cabalgaban Lisa y David, el Gnomo, atravesamos La Niñez, ese territorio que - tal como bien apunto Mario Benedetti - a veces es un paraíso perdido, y otras un infierno de mierda.


Dado que, por motivos laborales, ambas se trasladaron a la capital de El Reino, tuve ocasión de ir junto a ellas de Madrid al cielo, concretamente al cielo que se refleja en las cristalinas aguas del lago que baña Inverness, esa ciudad donde quedo patente la fortaleza de los lazos que unen a El Clan MacFergan y que da fe de la belleza que atesoran Las Tierras Altas que en el año de nuestro Señor, 1314, fueron testigo de como Los Highlanders en cuyo pecho latía con fuerza un corazón bravo, hambrientos y en inferioridad, cargaron sobre los campos de Bannockburn y, tras luchar como poetas guerreros, como escoceses, conquistaron su libertad.


A finales de la década de los 80, siendo un Santo varón del Santa Olaya, durante las clases de Gimnasia, dio buena muestra de su inutilidad el niño que, gracias a la biblioteca de dicho colegio público, surco junto a “Los Tigres de Mompracem” los mares que bañan las costas de Borneo, llego hasta Troya de la mano de “La Iliada” e hizo el indio en los territorios de Norteamérica cuya espectacular belleza cazaron los ojos de Hawkeye, “El último mohicano”.


Tras constatar que jamás triunfaría en deportes que requiriesen velocidad y una mínima coordinación, centre todos mis esfuerzos en ganar la sana y enriquecedora competición que nos propuso ese profesor de Lengua y Literatura al que nunca olvidaré. Consecuencia de ello, al positivo que gane por “Si las cinco hermanas fueran marionetas, Bernarda movería los hilos” – metáfora esta que se me ocurrió tras combinar la obra teatral “La casa de Bernarda Alba” con el cartel de la película “El Padrino III” - a lo largo de tres cursos lectivos, se le unieron los que conseguí gracias a esas redacciones mías en las que, con alguna que otra falta de ortografía, di parte de la obra y milagros del Nobel autor de la novela “Viaje a la Alcarria”, y de todos aquellos escritores que durante el año, por una razón uno otra, eran galardonados con premios literarios nacionales e internacionales.


Finalizados los tres cursos que realice en el colegio donde a la profesora de Ciencias sociales le quedaron los ojos como platos al leer con horror y pavor que aquel al que llamaba Gancedo había contratado al “El Equipo A” para solucionar el problema que le planteo dar respuesta a una pregunta sobre los grupos paramilitares que surgieron en Europa a raíz del ascenso del nazismo y el fascismo, llegue hasta el Instituto de Educación Secundaria Nº 7 cabalgando sobre los lomos de mi corcel de guerra y perseguido por Jorge, ese buen amigo mío junto al que años después viví esa experiencia de “Máximo riesgo” que fue para nosotros cabalgar sobre las olas siguiendo a aquel al que llamaban Bodhi.


Fue allí donde atamos nuestras monturas al lado de las de Carlos, Francisco y Daniel, tres depredadores del área que dieron fe de su técnica depurada y su exquisito trato al balón en la pista de fútbol donde, tras aplastar una lata de Coca Cola, disputamos vibrantes partidos durante los que, jugándose el tipo, mas de uno remato de cabeza el afilado balón.


Por fortuna para mí y para Daniel y Jorge, Francisco y Carlos accedieron a que formáramos parte del alocado Grupo salvaje que formaban junto a Iván, Pedro y Abel, y que fue protagonista de aventuras tan emocionantes como las de Los Goonies.


Como bien saben mis lectores, Laura, Montse y dos décadas de historia cuya Banda Sonora Original fue compuesta por el grupo musical Killing Zoe han sido testigo de las andanzas de los integrantes de Sprovna, ese grupo terrorista sin ánimo de lucro que tiene su sede central en la Cervecería El Triskel, y cuya bandera de combate ha sido sacudida por los vientos de guerra que nos llevaron más allá de Pajares.


En la Escuela Universitaria de Ingeniería Técnica Industrial, antes de que tan magno edificio cerrase por derribo, obsesionado con las asignaturas Resistencia de materiales y Calculo, construcción y ensayo de máquinas, comprobé la resistencia de la Rama Mecánica y la Rama Electricidad y electrónica que salían del tronco de un árbol de leva y en las que, entre otros, estaban sentados Sergio el de Tapia, Rafael, Samuel, Los Quiques y Los Jorges. Aunque todos y cada uno de ellos merecen ocupar un lugar en mi orla vital, lo cierto es que tengo que reconocer que, haciendo buen uso del Posicionador de soldadura de cuyo sobresaliente diseño estoy tan orgulloso, dedique unas cuantas horas de mi vida a que los exigentes requisitos de calidad impuestos por la Norma ISO 9001 fueran cumplidos por la soldaduras de los eslabones que formaban la cadena que me unió a los tres peritos mencionados a continuación.


Carlos "El Heavy" y yo, al igual que miles de True Metal Warriors enfundados en camisetas negras, atravesando la Autopista al Infierno, llegamos a las salas de conciertos y los festivales donde fuimos testigos de cómo el atronador sonido de las guitarras y los bajos alimentados con una energía eléctrica similar a la que se genera en la Central térmica de Soto de la Barca, consiguieron que los escenarios donde tocaban grupos de heavy - metal del más diverso pelaje bramaran como un volcán en erupción.


Aunque para Alberto y para mí fue un gran honor que los ancestros de los doce fieros vikingos junto a los que lucho “El guerrero número 13” nos invitaran a que nos uniéramos a ellos y ocupáramos nuestro lugar en Los Atrios de Valhalla, el lugar donde viven los valientes para siempre, lo cierto es que preferimos ocupar las butacas de las salas de cine de La Villa de Jovellanos. Aunque se que, debido a mi pésimo gusto cinematográfico, Alberto más de una vez deseo ser atrapado por "La Momia" para tener una excusa que le permitiese librarse de mí invitación, el mencionado caballero faltaría a la verdad si negara que juntos disfrutamos mucho de aquellas agradables noches de cine durante las cuales, sin movernos de la butaca, viajamos hasta tierras tan lejanas como las que son calentadas por El Sol Naciente cuyos rayos se reflejaron en la afilada hoja de la katana empuñada por “El último samurai”.


Gracias a La senda que provoco que el carro de la vida de este Héroe de leyenda acabase Entre dos tierras, tuve ocasión de conocer a Paco, un tipo que hace honor a su primer apellido y al que le estoy muy Agradecido por hacerme destinatario de sus interesantes criticas de las andanzas de El último de la fila en la que el soldado Adrián esperaba para enviar por correo postal una carta a su Querida Milagros en la que, a parte de mostrarle su amor y decirle que la echaba de menos, le confesaba que al igual que el resto de los hombres de su compañía lloraba como un niño cada vez que oía los ladridos de Los Perros de La Guerra, esas sanguinarias y devastadoras bestias que temía que le arrancarán a mordiscos la posibilidad de volver a escuchar Los Suaves maullidos de los gatos que vivían en el barrio del infierno hasta el que, la noche de un viernes negro, fueron los mensajeros de desgracia a dar Malas noticias a los padres de un joven con cara de bueno, sentimental y sincero que murió sin razón y por nada en el billar de la esquina donde bailaron las navajas mientras Satanás andaba de fiesta.


Dado que - como diría el moreno y azucarado entrenador del equipo de fútbol del que Lara es fiel seguidora – Cholo se vive una vez, durante estos últimos años, a parte de luchar por mi vida dando fe de una fiereza propia de los Dioses de La Arena, bajo la luna que se alzaba en el cielo sobre La Villa de Jovellanos y con el rostro bañado por el sol, cabalgue por verdes prados junto a otros bravos legionarios que, por fortuna para mí, se unieron a la tropa menciona anteriormente.


Este admirador de “Conan, El Bárbaro” que gustosamente habría cruzado el Océano Atlántico enrolado en el ejército que, al mando de Cristóbal Colón, Bartolomé Colón y Antonio de Ojeda, derroto en La Batalla de la Vega Real (Isla de La Española - 27 de marzo de 1495), a los miles de guerreros indígenas que formaban parte de las fuerzas de combate de la alianza entre los cacicazgos de Managua, Maguá, Higüey y Jaragua, hace constar en su hoja de servicios que es un gran honor para él que Ángel también forme parte de sus unidades de choque, y es que, desde la noche en la que se cruzaron nuestros caminos en el campo de batalla, El Huracán Venezolano, emulando a los fieros soldados de la 42 Brigada de Infantería Paracaidista que defiende la seguridad de la patria de Simon Bolivar, con el fuego de cobertura vomitado por el cañón de su fusil de asalto AK-103 ha protegido al convoy militar del que ha constatado que para evitar ser embestido por ese bravo morlaco que es La Vida hay que ser Torero y dejarse el alma en el ruedo.


Dado que el Agente Victorero, tras meterse en el uniforme de un miembro del GRECO, también pinto de vivos colores el paisaje que he contemplado durante el trayecto que he recorrido a bordo de El carro de La Vida y que me llevo hasta la patria de los chicos duros del Grenzschutzgruppe - 9, a parte de desear que se vuelvan a cruzar pronto nuestros caminos, espero y deseo que, sea cual sea el punto GEOgráfico donde Ceferino se entregue en cuerpo y alma para que triunfe el imperio de la ley, La Felicidad emplee con contundencia el material antidisturbios que forma parte del arsenal de las Unidades de Intervención Policial y consiga disolver a la tristeza y a todos aquellos problemas – perroflautas que lo acosen mientras patrulla por ese Distrito Apache que es La Vida.


Tan roja como la sangre que corre por las venas de los animales que son sacrificados en el Matadero municipal es la que, por culpa de la ley impuesta a sangre y fuego por organizaciones criminales, baño las calles de Sicilia y Moscu, lugares estos hasta los que llego mi carro de La Vida gracias a las amenas conversaciones que mantuve con Miguel Machin, un experto en La Mafia siciliana y la Русская мафия (La Mafia Rusa) que me propuso un trato que no pude rechazar: Apadrinarme con su amistad a cambio de que mis blogs se pudieran leer sin peligro a morir por culpa de una insuficiencia respiratoria.


Entre Abril de 2007 y Diciembre de 2009, cada mañana al despertarme mi mente viajo hasta Carpi, la ciudad italiana donde, el 3 de noviembre de 1633, nació Bernardino Ramazzini, el galeno que es considerado como el fundador de la medicina del trabajo y cuyo apellido dio nombre al Servicio de Prevención Ajeno que, además de brindarme la oportunidad de conocer a Gabriel, Natalia, Pablo, Julio, Jaime, Alberto y Félix me permitió recorrer buena parte de la bella geografía asturiana.

Y es que, como Técnico Superior en Prevención de Riesgos Laborales mis botas de seguridad dejaron sus huellas en el hormigón fresco vertido en obras de construcción llevadas a cabo en ciudades, villas y pueblos a los que llegue por cortesía de diversas compañías de autocares; a parte de tratar de imponerme a fornidos Jefes de obra y ver con tristeza e impotencia como mi verbo florido era incapaz de captar la atención de los trabajadores destinatarios de mis charlas formativas sobre PRL, durante las visitas que tenían por objetivo supervisar las medidas de seguridad adoptadas en dichas obras fui testigo del apasionante y complejo trabajo llevado a cabo por los encofradores, encofradores estos entre los que se encontraba aquel que formaba parte de la plantilla de ENCOFRADOS LENA, S.L. y que, a cientos de metros sobre el suelo de El Villar (Oviedo), me dio la oportunidad de demostrar que mis hercúleos brazos eran capaces de bajar la dura palanca que abría la tapa inferior de un cubilote cargado con cientos de metros cúbicos de hormigón.


Llegado el momento en el que cesara el atronador sonido de sus Días de trueno, este Hijo de La Anarquía al que le hubiera gustado recorrer El sendero de La vida sobre los lomos de una moto Harley – Davidson, gritara a los cuatro vientos que, aunque los caballos que tiraban de su cuadriga no eran los más veloces de Roma, consiguió llegar hasta Más allá de la cúpula del trueno gracias a la noble y bella dama que siempre le indico la dirección correcta cuando al llegar a un cruce de caminos era incapaz de guiarse siguiendo las indicaciones de un mapa, y a todos esos familiares y amigos que al pinchar las ruedas de su carro, en lugar de seguir su camino, acudieron en su ayuda y le ayudaron a cambiarlas.


Próxima parada: Kilómetro 37…