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lunes, 31 de diciembre de 2012

El año en el que Pepe y Sheila se fueron a Alemania


“Ojala sufras los peores tormentos en el octavo circulo de El Infierno de Dante, allí donde los brujos, los astrólogos, y los falsos profetas son castigados como se merecen” sin lugar a dudas, esta sería la maldición que, desde el respeto y el cariño, el gitano que hay en mí habría lanzado si el pasado 31 de Diciembre de 2011, alguien me hubiera vaticinado que recibiría al año 2013 en las frías tierras de Germania junto a “La Filóloga Hispánica que surgió del frío de Bochum” con la que aquella inolvidable tarde mantuve una agradable conversación telefónica mientras la lluvia mojaba las calles de La Villa de Jovellanos y La Primera emitía por enésima vez “Vente a Alemania, Pepe”.


Aunque durante las primeras horas del 1 de Enero de 2012 este Heavy – Metal Warrior que, por cortesia de IRON MAIDEN, tantas veces bailo “La Danza de La Muerte”, temió que sobre él cayera una maldición por empezar el año allí donde con la mano arriba y la cintura sola se baila la “Danza Kuduro” lo cierto es que, vivido lo vivido, sin duda alguna aquella noche fue un gran comienzo para un año simplemente extraordinario.


Si bien a principios de Enero la suerte no estuvo a mi FAGOR, y, como consecuencia de ello, caí derrotado en Tafalla (Reino de Navarra) junto a “Los lobos del águila”, semanas después – concretamente el 8 de Febrero – yo que lo veía todo “En blanco y negro”, por sorpresa para mí, vi como Los Dioses de La Guerra se aliaban con mis tropas y me permitían atravesar Die Tore des Himmels (Las Puertas del Cielo).


Y es que fue aquel bendito día cuando Das Krieger Mädchen se AVALANCHo sobre “El Ángel Caído” que, por culpa del “Antojo de un Dios”, tantas veces pensó que, hiciera lo que hiciera, jamás sería digno de combatir junto a la dama que aniquilo a “Mis Demonios & Mis Fantasmas”, y cuya amistad y palabras de afecto fueron para mi tan valiosas como la ayuda que La Virgen de Covadonga presto a los guerreros astures comandados por “Pelayo” que, durante la tormenta de acero que se desato aquel lejano día de 722 en el que el cielo se abrió entre nieblas y las nubes quisieron ser piedras, derrotaron a las tropas sarracenas al mando del general Al Qama.


Si bien fueron muchos los momentos inolvidables que compartimos juntos, fue el 26 de Junio uno de los días más especiales puesto que por si fuera poco celebrar que dos años antes se cruzaron nuestros caminos en CLANDESTINO BAR, ese día el choque de nuestras jarras de cerveza dio el pistoletazo de salida a lo que, al fin y a la postre, fue el mejor verano de mi vida.


Si bien para mí las únicas playas que despertaban mi interés eran las que el 6 de Junio de 1944, durante el desarrollo de la Operación Overlord, tras duros combates con las tropas del III Reich, fueron conquistadas a sangre y fuego por las fuerzas aliadas, ha quedado grabado a fuego en mi memoria el recuerdo de las gratas y calurosas tardes de verano durante las cuales se hundieron en el arenal de la playa de Luanco los pies del que esto escribe y de los de su amada, esos que, semanas antes, siguieron las huellas de El Cid Campeador hasta la hermosa ciudad de Burgos, allí donde en la humilde y sencilla casa de Dios rogué que la mujer por la cual grito a los cuatro vientos “¡Viva la vida!”, hasta el fin de los días, protagonice junto a mí un historia digna de ser inmortalizada por los trovadores folk – metaleros liderados por Das letzte Einhorn (El Último Unicornio).




Como no podía ser menos cabe destacar que uno de los capítulos más importantes de nuestra particular novela de caballería se escribió el 8 de Septiembre, el día que – mientras degustábamos las exquisiteces salidas de los fogones del restaurante Taj Mahal – emulando a los 20.000 obreros que contribuyeron con su esfuerzo a la construcción del palacio en honor de Mumtaz Mahal, pusimos los cimientos del puente aéreo que meses después, con la inestimable colaboración de AirBerlin, permitió a “Las legiones malditas” establecer su cuartel general bajo el cielo sobre Bochum.


Dado que son y siempre serán para mi dos de las personas más importantes, sería impresentable por mi parte no dejar constancia de las gratas horas vividas con Marta y María o María y Marta, mis hermanas de sangre que – en el fragor de la batalla en lo más duro del frío invierno – este donde este sé que me brindarán su fuego de cobertura sin dudarlo ni un segundo.


Como lleva ocurriendo desde hace varios años, este cordero de Dios comprobó nuevamente que los hermanos de armas que forman parte de “La vieja guardia” – ya sea en tierras de Castilla, bajo el ruido y la furia de una banda de heavy – metal o en cualquier otro lugar – siempre que los necesite estarán ahí para infundirme aliento y acompañarme a lo largo de mi travesía por El Valle de Las Sombras, una travesía que este año me llevo a cruzarme con personas que espero y deseo accedan a enrolarse en mis unidades de choque.


Puesto que un año más los noticieros destrozaron a zarpazos la esperanza de que algún día La Humanidad le ponga el bozal a Los Perros de La Guerra que tantas vidas segaron en 2012, “El Señor de Las Bestias” que esto escribe – dadas las lecciones de nobleza y cariño que recibió por parte de Maruja y Kenzo – quiere dejar constancia de que lo que más desea para el 2013 es conseguir llegar a ser “Tan civilizado como los animales”.


Dado que con cada final de año todos y cada uno de nosotros, en mayor o menor medida, no podemos evitar desear que el nuevo año llegue cargado de buenas noticias y éxitos tantos personales como profesionales yo espero y deseo que los pilotos de los aviones de vigilancia Lockheed U-2 que surquen los cielos durante el año 2013, llegado el próximo 31 de Diciembre, comuniquen al cuartel general de la CIA que, a pesar de que Heráclito de Efeso afirmaba que “Todo cambia, nada permanece…”, yo tengo motivos más que suficientes para escribir un “blog - mamotreto fin de año” en el que quede constancia de que Sheila, Marta y Maria y mis compañeros de armas siguen siendo las extraordinarias personas con las que me gustaría disfrutar de "El día de año nuevo" y todos los que me queden hasta el día que expire mi último aliento.

martes, 25 de diciembre de 2012

La cocina es alquimia de amor - Guy de Maupassant


Que los cinco minutos que tardo en preparar en el microondas un bote de fabada o de callos sea el máximo tiempo que hasta la fecha he pasado entre fogones, sin lugar a dudas, es una de las cosas que más deberían avergonzarme más un teniendo en cuenta que yo fui uno de aquellos niños a los que, mientras estaban haciendo “Vainica Doble”, el cantautor que dio voz a “El hombre del traje gris al que le robaron el mes de Abril” sorprendía siempre “Con las manos en la masa”.



Y es que aunque – Canal Cocina mediante – Jamie Oliver y ese guapito de cara llamado Julius Beniert pusieron todo su interés y esmero para conseguir que hombres como yo aprendieran a cocinar para así no depender toda su vida de “la comida de mama” o de los exquisitos productos de CONSERVAS LA NOREÑENSE lo cierto es que solo Karlos Arguiñano consiguió llamar mi atención gracias a sus chistes y no precisamente a su extraordinarias dotes para conseguir que unas kokotxas pochadas estuvieran ricas, ricas y con fundamento.


Dicho esto, el vago que no tienes huevos para romper los huevos necesarios para hacer una tortilla, y al que al ser reclamado en la cocina le embargan unos deseos de huida tan grandes como los que empujaron a Cosmo Carboni (Sylvester Stallone) a “cocinar” junto a sus dos hermanos un plan que les permitiera escapar de “La cocina del infierno”, hoy – desde el respeto y el cariño – dedica este blog a las mujeres que cocinaron para él.


Y es que esas notables cocineras que son Mi Santa Madre, Mis hermanas de sangre y a “La Filologa Hispánica que surgió del frio de Bochum” – dadas las extraordinarias dotes culinarias de las que me han dado fe - bien merecerían y merecen ser destinatarias de grandes alabanzas, alabanzas estas que, en honor a la verdad, pocas veces salieron y salen de la boca del que esto escribe y que gracias a ellas pudo y puede llenar su estomago con exquisitos platos.

Si bien un “simple cocido” ya requiere un proceso de elaboración que exige la máxima atención para evitar que la legumbre elegida salga dura, en esta entrañable época del año – tal como bien podrán comprobar los “comodones señoritos” que se acerquen a la cocina - es cuando “las amas de casa”, sacrificando unas cuantas horas de su vida, y mezclando con maestría una tonelada de cariño y una pizca considerable de paciencia, consiguen que en la mesa en torno a la cual se reúnen sus seres queridos se den cita manjares tan exquisitos como los que preparo para mí la mujer gracias a la cual mis penas perdieron su sabor.


En este día de Navidad en el que aún me relamo por haber sido el destinatario de “una prueba de amor” que habría conseguido que los estómagos de José, María y Jesús se sintieran tan afortunados como el del Rey Herodes, más que nunca me gustaría ser rico para poder poner un gran presente a los pies de la autora de tal obra maestra culinaria.

Dado que por desgracia para mí soy tan pobre como aquel tamborilero que para ver a su rey recorrió el camino que llevaba a Belén y bajaba hasta el valle que la nieve cubrió, lo único que puedo hacer es hacerle saber a través de este blog que le estaré eternamente agradecido por la inolvidable y deliciosa cena de Nochebuena con la que me agasajo.

Danke schön, liebe Sheila

lunes, 17 de diciembre de 2012

Zwei spanichen Abenteuerliche unter dem Himmel über Bochum


Si hubiera una razón por la que yo bien me merecería recibir unas cuantas collejas, sin lugar a dudas, esta sería haberme reído en su día de Chris Peterson el irresponsable e infantil adulto de 30 años cuyas patéticas aventuras eran el leit – movie de “Búscate la vida”, telecomedia que a principios de los 90 se emitió a través de Canal +, y durante cuya cabecera el muchacho mencionado anteriormente daba sobradas muestras de que era REMatadamente estúpido.



Y es que mientras que a través de esos cantos a la vergüenza ajena que eran “Salvados por la campana” y “Sensación de vivir” se nos vendía que la perfección era la seña de identidad de los jóvenes que moran en el “Paraíso terrenal” sobre el que voló Barón Rojo y en el que todo acaba bien y todos pueden hacer realidad El Sueño Americano, el personaje al que dio vida Chris Elliot daba fe de que en la patria del Tío Sam y Superman también tenían cabida fracasados que no tenían ninguna intención de prosperar y abandonar el hogar paterno.


Como bien supondrán todos aquellos que no veían descabellado que mis padres tuvieran que recurrir a los GEO para conseguir que este rendido admirador de “Águila Roja” abandonase el nido en el que se crio durante 35 añazos, es lógico que me avergüence por haber dejado que mi comodidad y un punto de inmadurez – propias del tipo del que en mis tiempos mozos me burle – me llevasen a retrasar la hora de salir a buscarme la vida lejos del hogar del que a día de hoy me separan los miles de kilómetros que recorrí para llegar a la tierra bajo el cielo sobre Bochum.


Con la siempre grata compañía de la bella dama que desde el 8 de Febrero sirve junto a él, el pasado 24 de Octubre comenzó la nueva y fascinante etapa vital del que tantas veces vibro con esos grupos cuya casa es el rock and roll y que durante sus giras, tras conseguir que el escenario se convierta en un volcán gracias a Los Suaves sonidos metálicos arrancados a sus instrumentos, se ven obligados a hacer parada y fonda en hoteles tan acogedores como el Hotel ibis Bochum Hauptbahnhof, hotel este en el que, al día siguiente, los reclutas que desde hace más de un mes forman parte de las unidades de asalto “Españoles por el mundo” pusieron en marcha la conquista de Alemania bajo la atenta mirada de las cuatro paredes y el techo de “Una habitación con vistas” a la estación de tren a la que, procedentes de Düsseldorf Wehrhahn, llegamos a bordo del tren de las 11:24 perteneciente a la compañía ferroviaria Deutsche Bahn, y al que – debido a la excitación que me invadía ante mi nueva vida en una nueva ciudad – recibí con la alegría y el alborozo que embargaron a Dan Evans (Christian Bale) cuando vio llegar “El tren de las 3:10” con destino a la dura prisión de Yuma, el lugar donde, tras los barrotes de una de sus celdas, el peligroso forajido Ben Wade (Russell Crowe) pasaría las horas previas a su ahorcamiento.


Transcurridos cincuenta y cuatro días desde nuestra llegada a Bochum, estoy en condiciones de afirmar que mi existencia en una de las ciudades más importantes del estado de Renania del Norte-Westfalia está resultando de lo más satisfactoria y enriquecedora, y me ha dado suficiente material para realizar el pertinente “blog homenaje”, blog este en el que haré hincapié en los denominados “lugares de interés”.

Situada geográficamente entre Essen y Dortmund, la ciudad en la que en el año 800 Carlo Magno estableció una corte imperial empezó adquirir importancia en el siglo XIX gracias al importante desarrollo experimentado por la industria carbonífera y del acero.

Dado que hasta finales del siglo XX ambas industrias fueron los pilares sobre los que se sustento la economía de la región de la cuenca del Ruhr, son muchos los lugares de Bochum en los que se “homenajea” a los tiempos pasados.

“La campana de Bochum”, esta obra de arte de la ingeniería mecánica salida de una de las factorías de "Bochumer Verein für Bergbau und Gußstahlfabrikation (BVG)" (Asociación de empresas de Bochum dedicadas a la Minería y el Acero) – gracias al novedoso y sofisticado proceso de mecanizado que le dio forma – gano cinco medallas en la Exposición de Paris (1867), y actualmente exhibe sus 15 toneladas de peso y sus 3,13 metros de diámetro en la plaza cuyo nombre rinde tributo a Willy Brandt, uno de los primeros líderes de izquierda de la Alemania Occidental que contribuyo al proceso que culmino ese ya lejano día de Noviembre de 1989 en el que en la ciudad dividida por Der Eiserne Vorhang (El Telón de Acero) los "Vientos de cambio" hicieron sonar "La campana de La Libertad".


Sin salir de dicha plaza nos encontramos con el majestuoso y bello edificio en el que tienen su sede todas las oficinas dependientes del Rathaus (Ayuntamiento), oficinas como por ejemplo el Burgerbüro, allí donde los extraños en tierra extraña llevaron a cabo el proceso de empadronamiento, proceso este durante el cual – aparte de intentar “explicar” las diferencias entre Lander y comunidad autónoma – fuimos interrogados sobre nuestras creencias religiosas, circunstancia esta que da fe de la importancia que tiene la religión en uno de los países en los que hace siglos, en nombre de Dios, se abrieron numerosas sucursales de El Infierno durante el transcurso de La Guerra de los Treinta Años que enfrento a católicos y protestantes.


Como recuerdo de su pasado minero son muchos los lugares de Bochum en los cuales se puede ver “El martillo y la pica”, símbolo de la minería en Polonia, Gran Bretaña y Alemania y que en este último país siempre va acompañado de la expresión „Glück Auf“ (Buena suerte), la cual era utilizada a modo de saludo por los mineros y que forma parte del estribillo de „Das Steigerlied“ (Canción del capataz minero), una canción popular alemana que expresa la esperanza de los mineros de volver sanos y salvos a casa después de un día lleno de peligros y trabajo duro.


Las vagonetas repletas de negro carbón que recorrieron las entrañas de Bochum hasta aquel día de 1973 en el que cerró la última de las 17 minas grandes que funcionaban desde el final de la II GM, en 1979 fueron sustituidas por los vagones de metro de la compañía BOGESTRA que recorren los 21,53 Km. de vía férrea que integran el Stadtbanh.


Dado que cabalgar a galope tendido sobre los lomos de un corcel de guerra mientras mi dama me abraza solo es posible en los sueños de gloria de este caballero andante, “El Caballo de Hierro” asignado a la Línea U – 35 (Riemke Markt – Hustadt) fue el que me permitió llegar hasta Die Ruhr – Universität Bochum (RUB).

Dicha universidad, inaugurada en 1965, tiene el honor de ser la primera en la región del Ruhr y la primera que se construyo tras la Segunda Guerra Mundial, conflicto este durante el cual la ciudad fue duramente castigada por la aviación aliada. Si en Noviembre de 1944 las bombas lanzadas por 700 bombarderos británicos tuvierón como objetivo destruir la planta de acero “Bochumer Verein” – símbolo del poderío industrial germano – las 1300 que en 1945 cayeron desde el cielo sobre Bochum tenían como objetivo allanar el camino de las tropas aliadas que intervinieron en la denominada Campaña del Petróleo.

El 10 de Abril de 1945 fue cuando, durante el desarrollo de dicha campaña, Bochum – seriamente dañada por los bombardeos sufridos – fue tomada por la 79na División de Infantería estadounidense, unidad de combate esta de la que formaban parte los Marines, esos Ministros de La Muerte a los que los soldados alemanes que les hicieron frente durante la batalla librada en el Bosque de Belleau, Francia (Junio 1918 – I GM) bautizaron como Teufelshunden (Perros del Diablo) por demostrar en el campo de batalla un gran coraje, “arma” esta que junto al esfuerzo y la inteligencia también formo parte del arsenal gracias al cual, en el año 2010, la filóloga hispánica que me brinda su fuego de cobertura se licencio con honores en la RUB y salió por la puerta grande de la misma con una impecable hoja de servicios jalonada de brillantes hazañas académicas que tienen mucho más merito si se tiene en cuenta que dominar el idioma con el que se forjo “El anillo de los nibelungos” fue uno de los obstáculos que tuvo que superar para conseguir convertirse en una experta en todo lo concerniente a la lengua de aquel para el cual perder una mano en la batalla de Lepanto no fue ningún impedimento para escribir esa obra cumbre de la literatura universal que es “El Hidalgo Don Quijote de La Mancha”.


Aunque el tópico dicta que los alemanes viven para trabajar lo cierto es que paseando por Bermudadreieick uno se da cuenta de que también saben disfrutar de su tiempo de ocio. Y es que todo aquel que se adentre por dicha calle verá que esta está llena de pubs y locales de hostelería como por ejemplo Bratwursthaus, un lugar que se jacta de servir las mejores salchichas Bradwurst de toda Alemania.


Es en esa misma calle donde los aficionados a El Séptimo Arte pueden saciar su apetito cinematográfico gracias a las salas de los cines Bofimax, Union Kino y Casablanca, cine este en el que el que esto escribe vivió su bautismo de fuego con el cine hablado en la lengua de Klaus Kinski por cortesía de “Die Wand”, película que esta fue premiada en el Festival de cine de Berlín y que bien podría haber formado parte de la sección oficial de la última edición del Festival Internacional de cine de Gijón.


Hallándome en la ciudad que vio nacer a Axel Rudi Pell – el virtuoso de las seis cuerdas que realizo una extraordinaria versión de “Like a children again” (The Mission UK) – fue inevitable para mi sentirme tan feliz como un niño otra vez cuando al traspasar las puertas de la juguetería Wagner & Raschka me volvía a encontrar con Los Playmobil junto a los que tantas aventuras vivi cuando moraba en esos paraísos perdidos que son la infancia.


Dado que tal como decía uno de los protagonistas de “El secreto de sus ojos” - Una persona puede cambiar de nombre, de calle, de cara…pero hay una cosa que no puede cambiar… no puede cambiar de pasión – este apasionado de la lectura está en condiciones de afirmar que la librería Mayersche será el lugar donde me adentrare cuando no pueda resistir la tentación de meterme en una brillante armadura, y, con un escudo en la diestra y una espada en la siniestra, ir en busca de Der Heiligen Gral (El Santo Grial).


Puesto que no solo de cine y literatura vive el hombre, huelga decir que han sido ya numerosas las ocasiones en las que me he visto llevando el carro de la compra por los pasillos de los diversos supermercados de la ciudad, supermercados estos en los que – aparte de ver los enREWEsados nombres que los alemanes dan a los alimentos – experimente un brutal choque con “el mundo real”; y es que yo que hasta hace poco más de un mes ahorraba para ampliar mi biblioteca y mi discoteca, de golpe y porrazo me vi haciendo cuentas para conseguir que el presupuesto familiar nos permitiese llenar unas cuantas veces la cesta de la compra con productos Guten & Günstigen (Buenos y Baratos).


Aunque no es “algo típico de Bochum” es justo y necesario dedicar unas palabras al locutorio al que, hasta el día que pudimos conectarnos desde nuestro dulce y calido hogar, nos vimos obligados a recurrir para solventar tramites de nuestro interés. En dicho lugar, nada más entrar, se puede apreciar que, hoy por hoy, son muchos los miles de extranjeros que han visto en Alemania el lugar donde labrarse ese prospero futuro que en su país de origen les es esquivo. Y es que, dejando al margen a los ciudadanos turcos que lo regenta, en INTERCAFÉ 2004 se dan cita cada día decenas de personas de diversas nacionalidades, sexo, raza y religión a los que les une la necesidad de ir hasta allí para, Skype mediante, contactar con sus seres queridos e intercambiar con ellos unas palabras llenas de afecto y cariño.


Para finalizar cabe reseñar que, con toda seguridad, para el viajero / aventurero que en estas fechas se desplace hasta Bochum será un placer ver la bonita iluminación navideña que jalona las calles de la ciudad, y pasear por el Weihnachtsmarkt (mercadillo navideño) allí donde, hasta el próximo 22 de Diciembre, tendrá ocasión de llenar su estomago con sabrosos dulces, y remojar su gaznate con una jarrita de Glühwein, un vino caliente que, sin lugar a dudas, es una excelente arma para combatir a las huestes comandadas por El General Invierno que, con la bayoneta calada y a sangre y fuego, ya han conquistado Germania.


Transcurridas ya unas cuantas semanas desde el día en el que llegue hasta el país donde se habla el idioma que Carlos V utilizaba para dar órdenes a su caballo, no puedo garantizar que la mesa de cristal donde a la hora de comer – por cortesía de mi amada – las preocupaciones pierden su sabor no acabe hecha añicos por cortesía de una de las embestidas del torpe Mr. Bean que hay en mí.

Eso sí, lo que si garantizo es que nunca jamás me arrepentiré de haberme metido en el traje y la piel del pirata al que por su bravura llamaban Der Befürchtete(El Temido) y emprender una travesía a lo largo del Ruhr junto a la mujer a la que a través de estas líneas le hago saber que, si un aciago día "Tempestades de acero" se AVALANCHan sobre “El Barco” en el que navegamos con viento en popa y a toda vela, puede estar segura de que gustosamente naufragaré junto a ella.

miércoles, 24 de octubre de 2012

El blog del hasta pronto…


Suele suceder que – a pesar de que no hayan tenido una extensa y exitosa carrera cinematográfica – hay actores que nunca olvidaremos por haber sido los protagonistas de series y películas que amenizaron unas cuantas horas de nuestra vida en aquellos lejanos días en los que fuimos moradores de ese paraíso perdido que es La Infancia.

Para mí – aunque nunca jamás estará en la lista de candidatos al Oscar como Mejor Actor – William Katt ocupa un puesto de honor en el particular paseo de la fama de mi memoria sentimental dado que, gracias a «El gran héroe americano» al que dio vida, «El pequeño malandrín» que yo fui disfruto de algunas de las horas más gratas de su infancia, horas estas que – en honor a la verdad – también eran muy dichosas para la mujer que me dio la vida dado que los primeros compases de la inolvidable banda sonora compuesta por Joey Scarbury suponían el principio del fin de las brillantes ocurrencias que pasaban por mi cabeza: coger a El increible Hulk e irme con él a practicar buceo a pulmón libre en un duerno para las vacas o armarme con un palo que, por cortesia de mí mente trastornada, se convertiría en la espada salvaje utilizada para decapitar a los geranios que ella con cariño cultivaba en el jardín y que, para su desgracia, eran dragones para mí.


Como si el destino lo tuviese preparado, hace unos días, “la caja tonta” mediante, volví a ver los rubios cabellos del alter – ego de Ralph Hinkley en «El gran Miércoles», una película que habría sido indiferente para mí si no fuera porque al igual que Jack Barlow (William Katt), Leroy Smith (Gary Busey) y Matt Johnson (Jan-Michael Vincent) yo también viviré mí particular gran Miércoles, y es que – mientras que los jóvenes mencionados anteriormente vieron como ese día les llego la oportunidad de cabalgar a lomos de La Gran Ola – el que esto escribe, hoy Miércoles 24 de Octubre – a bordo de un Boeing 737 - 800 de la compañía aérea AirBerlin – recorrerá las miles de millas que le separan de Alemania, la tierra donde – a parte de comenzar un capítulo de mi existencia que supondrá el «Punto de quiebra» entre mi vida pasada y mi vida futura – protagonizare grandes hazañas bélicas gracias a “La Filóloga Hispánica que surgió del frío germano”, la mujer que por muy mal que vayan las cosas conseguirá con su fuego de cobertura que me sienta tan bravo como los guerreros sajones y turingios que, el 10 de agosto de 955 al mando del emperador Otto I., der Große, derrotaron a los fieros magiares comandados por el harka Bulcsú durante el transcurso de La Batalla de Lechfeld, la cual es considerada por muchos expertos como una de las más decisivas de la historia europea.


Ante tal tesitura, antes de que mis Kommando Spezialkräfte enfilen «La calle del adiós» que les llevara al campo de batalla bajo «El cielo sobre Bochum» es justo y necesario que, a través de este espacio de divulgación, haga saber a las personas que tengo en muy alta estima que las horas que compartí con ellas cuando «Fuimos soldados» fueron para mí la vara y el callado gracias a las cuales fue mucho más llevadera mi travesía por El valle de la sombra de la Muerte.


Dado que si no fuera por ellos sería imposible para mí escribir el que será el capítulo más fascinante de mi particular novela de caballería, “Los autores de mis días” – Mi Santa Madre y Mi Estimado Progenitor son las primeras personas a las que quiero dedicar unas palabras antes de irme.

Aunque en demasiadas ocasiones mi comportamiento con ellos fue manifiestamente mejorable lo cierto es que faltaría a la verdad si no reconociera que son los que mas se merecen mis palabras de agradecimiento puesto que estoy seguro de que si no hubiera sido por el adiestramiento que me dieron no habría llegado a ser una de esas personas que cae bien a casi todo el mundo.

Mis hermanas de sangre, Marta & María o María & Marta, merecen saber que siempre estaré en deuda con ellas por haber estado a mi lado y tener siempre unas palabras de animo para mí, palabras de animo que – ya fueran dichas cara a cara o por el teléfono que hacía mas corta la distancia entre La Villa de Jovellanos y la ciudad donde los pájaros visitan al psiquiatra – dejaban claro que, pasará lo que pasará - tanto en el fragor de la batalla como en lo mas crudo del frío invierno - nuestra alianza sería tan inquebrantable como la que unía al pequeño D'Artacan con Amis, Pontos y Dogos, «Los tres mosqueteros» cuyas hazañas, más de mil, nunca tenían fin.


Como no podía ser menos, el macuto de “El chico que llevaba la carpeta forrada con caratulas de películas de Sylvester Stallone, Arnold Schwarzenegger y Chuck Norris” va cargado con el grato recuerdo de las vivencias compartidas con los que desde hace veintiún años le honran con su amistad. Y es que si gozosas fueron "las horas adolescentes" durante las que comprobaron que soy un inútil total para la práctica del fútbol, y surfearon junto a mí y al que llamaban Bodhisattva más aún lo fueron los días en los que me iba junto a ellos lejos del mundanal ruido de Gijón, ciudad esta en la que, tras las cuatro paredes del Triskel, en calidad de miembros de ese grupo terrorista sin animo de lucro que responde al nombre SPROVNA exponíamos nuestras particulares recetas para solucionar los problemas del país.


Aunque es menor el numero de años que fue testigo de la alianza militar que establecí con los colegas que conocí en la magna Escuela Universitaria de Ingeniería Técnica Industrial, huelga decir que también su recuerdo viajara conmigo debido en buena medida a que en esos momentos en los que la “Resistencia de materiales” amenazaba con romper en mil pedazos mi moral de combate unas horas en su compañía conseguían devolverme las fuerzas para continuar en el campo de batalla, un campo de batalla en el que gracias a uno de ellos mis tropas se lanzaron a la carga espoleadas por el ruido y la furia del heavy – metal.


Si bien convertirme en un «Ronin» que eligió una senda del samurái que no atravesaba «La jungla humana» donde se dan cita «Los demonios de la noche» provoco que ciertas personas me compararan con aquel pastor espartano cuyo acto de traición provoco que «300» compatriotas suyos fueran masacrados por los persas en El Paso de Las Termopilas, lo cierto es que para mi fue un placer combatir junto a ellas y junto a otros muchos legionarios con los que, al alzarse la luna en el cielo sobre Gijón, a la señal “Ira y Fuego”, conquistamos los antros de perdición de La Villa.


Aunque la frase “cuando un amigo se va algo se muere en el alma” es sin duda una de las frases más hermosas que se han escrito sobre ese poderoso sentimiento que es La Amistad, lo cierto es que para bien o para mal, al final - como cantaría mi admirado Julio Iglesias - “La vida sigue igual”. Ante tal tesitura se que, cuando me llegue la hora de meterme en la parka y la piel del “Capitán Lawrence” y emprender una aventura vital durante la cual disfrutaré de la mejor compañía, todos aquellos que sirvieron junto a mí seguirán con su vida, una vida durante la cual me gustaría que – a parte de no cambiar nunca y protagonizar gestas dignas de ser cinceladas en La Eternidad – me recuerden mejor de lo que fui…

martes, 16 de octubre de 2012

El jardín regado con las aguas del Río Sella y las lágrimas de La Mandrágora


El 3 de Agosto de 2002, diecisiete días después de que “Al alba y con viento duro de Levante” los miembros del Equipo 31 del GOE III, cinco miembros del Tercio de la Armada, tres miembros de la Unidad de Operaciones Especiales y dos miembros de un equipo ACAF (Adquisición y Control de Apoyos de Fuego), recuperasen para El Reino de España el Islote de Perejil que días antes había sido ocupado por gendarmes del Reino de Marruecos, las fuerzas de choque al mando del que esto escribe, hallándose en el campo de batalla en el que se había convertido la calle principal de Ribadesella, vieron como, abriéndose paso entre la gente y sin temor en la mirada, iba directo hacía ellas un fornido y melenudo muchacho.


Aunque en un principio me temí lo peor, lo cierto es que, por sorpresa para mí, descubrí que bajo tan ruda apariencia se escondía Juan Miguel Fernández, un chaval encantador con el que – mientras el sol se alzaba en el cielo sobre la villa anteriormente mencionada – mantuve una amena conversación sobre heavy – metal, y es que – lejos de lo que yo pensaba – lo que le llevaron a encaminarse raudo y veloz hacía mis posiciones fue el uniforme de combate de mis tropas, una camiseta de EDGUY, un grupo alemán de power – metal que a pesar de ser oriundo de Fulda – ciudad famosa por la gran calidad de los neumáticos que allí se fabrican - en la séptima edición del FESTIVAL DERRAME ROCK que se celebro en Junio de ese año “pincho” ante los heavys que allí se habían dado cita, los cuales – en lugar de llorar “Las lágrimas de La Mandragora” – se decantaron por reír al ver el lamentable espectáculo del que fueron testigos debido en buena medida a que Tobias Sammet – frontman y alma – mater de la banda – fue incapaz de frenar a tiempo la ingesta de sidra.



Como no podía ser menos, a raíz de tan sui generis toma de contacto, fueron unas cuantas las conversaciones que, tanto con él como con su hermano Roberto, tuve siempre que se cruzaban nuestros caminos en las salas donde el escenario se convertía en un volcán en erupción que bramaba con sonido atronador.

Años después, y gracias a Adrián – un amigo en común que confirma que es cierta teoría de “los seis grados de separación” (vamos, que "el mundo es un pañuelo") – tuve noticias de que, a través de la Editorial Dolmen, Juan Miguel había publicado “El jardín impío”, novela esta a cuya presentación en sociedad tuve el placer de asistir el pasado 21 de Abril en compañía de la hermosa dama que protagoniza junto a mi mí particular novela de caballería.


Ni siquiera todo el cariño y el cuidado puesto por una joven para cuidar un ejemplar de La Joya de Babilonia, la especie de planta más bella y espectacular de los míticos jardines colgantes que ocupan un lugar de honor entre las Siete Maravillas del Mundo, es capaz de evitar que una gran desgracia caiga sobre la familia.

Y si una especie ha sobrevivido tanto tiempo es porque sabe garantizarse su propio sustento…

Con esta inquietante carta de presentación se invita al lector a ser testigo de cómo los habitantes de Villa Nova viven una pesadillesca odisea al abrirse en el lugar una sucursal de El Infierno por cortesía de unas siniestras flores y plantas muchísimo más peligrosas que “Las flores del mal” a las que canto BARÓN ROJO, grupo este que seguramente puso la banda sonora a alguna de las horas que el autor dedico a la redacción de su primera obra publicada hasta la fecha.



La soledad en la que se halla sumida por culpa del absorbente trabajo de su marido será la culpable de que una joven vuelque todo su cariño en el cuidado de su jardín, un jardín cuya fastuosa grandeza – según lo reflejado en el diario de la jardinera - exige que la tierra sea regada con sangre humana.

Aunque en un principio el marido de la joven piensa que esta está como una regadera, no tardara en descubrir que “La Joya de Babilonia” es realidad un ser monstruoso, un ser monstruoso cuya lucha por la supervivencia pasa por convertir a los parroquianos del lugar en zombis.

A partir de tal premisa, a lo largo de 270 páginas que logran mantener la tensión en todo momento, se entabla una feroz batalla entre "los No – muertos" y "los Vivos", los cuales – a parte de evitar caer en las garras de los que quieren despedazarlos para alimentar a “su madre” – tendrán que hacer frente a los debates de índole moral que se generan llegada la aciaga hora en la que, a la señal “sálvese quien pueda”, el hombre se convierte en un lobo para el hombre.

Si bien todos y cada uno de los protagonistas calan en el lector debido en buena medida a que es fácil identificarse con sus emociones – miedo, tristeza por los caídos, deseos de venganza, remordimientos por salvar a unos y dejar a otros, etc. - he de reconocer que fue inevitable para mí simpatizar con Jaime, un rudo motero cuya descripción física hace que no sea descabellado afirmar que el autor, como buen apasionado del Heavy Metal que es, a la hora de darle vida tuvo en mente a Jon Schaffer, el musculoso caballero de Indiana que fundo la banda ICED EARTH, y que es autor de “Watching Over Me”, esa triste y hermosa balada cuya escucha, sin duda alguna, provocaría irrefrenables llantos a los habitantes de Villa Nova que, a raíz de los acontecimientos que tuvieron lugar allí, a lo largo de los años, a través de la rabia y las lagrimas, vivirán bajo la mirada de aquellos seres queridos a los que no pudieron salvar.



Cabe destacar que, a parte de la referencia a sus artistas favoritos, el autor – como hijo de la cuenca minera que es – se sirve de Villa Nova para dar parte del deterioro que han sufrido todos esos lugares que hace años vivian gracias al negro carbón que se arrancaba de sus entrañas y que actualmente tienen ante ellos un negro futuro, un negro futuro que – mientras que por una parte cerro la puerta a la esperanza – por otra abrió una inmensa puerta a través de la que se fueron muchos de sus habitantes…

Dicho esto, no quería finalizar la presente reseña sin dejar de manifiesto que el hecho de que Juan Miguel consiguiera ver publicado uno de los numerosos relatos que escribió espoleado por “la bestia creativa” que lo poseyó a raíz de la lectura de aquel ejemplar de “El Señor de los anillos” que alguien metió en la funda de su guitarra, es un claro ejemplo de que si tenemos “un sueño” – sea cual sea este – no debemos dejar de regarlo todos los días con nuestra ilusión y nuestra entrega.


Felicidades, estimado Juan Miguel

sábado, 13 de octubre de 2012

El corazón de las tinieblas, allí donde no brillan ni los corazones purpura

Uno de los recuerdos más gratos de mi infancia son aquellas horas en las que el salón de mi casa se convertía en el escenario en el que bajo mi dirección Los Playmobil protagonizaban historias cuyo guion era un descarado plagio del de aquellas películas “Made in USA” que amenizaban mis tardes de Sábado y por cortesía de las cuales llegue a saber más de las guerras entre “rostros pálidos & pieles rojas” que tuvieron lugar en los Estados Unidos de América que de las que enfrentaron a “los moros y cristianos” en esta España mía en esta España nuestra a la que las patadas de Los Mercados han despertado de su santa siesta.


Y es que, sin lugar a dudas, “El país de las barras y estrellas” ha sido el que mejor ha sabido explotar su historia sirviéndose del Séptimo Arte, un vehículo mediante el cual consiguieron entre otras cosas que para el gran público “los buenos” fueran “los soldados azules” del Séptimo Regimiento de Caballería que protagonizo un buen número de películas del oeste en las que jugaba un importante papel el más rancio patrioterismo, ese “actor secundario” gracias al cual “las bonitas historias de ficción” embellecieron y engrandecieron la hoja de servicios de ese cuerpo militar al que pertenecían los 268 que «Murieron con las botas puestas» en Little Big Horn (26-06-1876) mientras George Armstrong Custer entonaba la popular y etílica canción irlandesa “Garry Owen”, y que el catorce años después – concretamente el 29 de Diciembre de 1890 – fue el autor de la tristemente conocida como “La Masacre de Wounded Knee”, una de las páginas más negras de la historia de la humanidad, y durante la cual fueron aniquilados sin piedad casi 300 indios Lakota (Sioux) entre los que había mujeres, niños y hombres desarmados.


Fruto del empeño que pusieron los estudios cinematográficos hollywoodense en hacer saber al mundo las obras y milagros llevadas a cabo por los hijos de la nación que nació el 4 de julio de 1776, durante la década de los 80 – además de las películas de acción protagonizadas por «Los Prescindibles» (Sylvester Stallone, Arnold Schwarzenegger o Chuck Norris) – gozaron de gran éxito y popularidad las que tenían como trasfondo La Guerra de Vietnam.

Aunque «Boinas Verdes», «Desaparecido en combate» y muchas otras películas marcadamente patrioteras intentaron mejorar la imagen de los cientos de miles de hombres que se habían visto obligados a combatir en el sudeste asiático, lo cierto es que el buen hacer de John Wayne y Chuck Norris no pudo elevar la moral combate de un país que a parte de la guerra había perdido la inocencia mientras en las televisiones de todo el mundo se veía a niños abrasados por el napalm y los 347 cadáveres que habían dejado tras de si los “valientes” soldados del 20º Regimiento de la 11ª Brigada de Infantería que la mañana del 16 de marzo de 1968, al mando del oficial William Calley Jr., entraron a sangre y fuego en la aldea de My Lai.


Llevados por el deseo de exorcizar a los demonios que atenazaban a EEUU a raíz de tan sucia contienda fueron muchos los directores que mostraron con gran crudeza como los cientos de miles de jóvenes inocentes que integraban el «Pelotón» que el Tío Sam desplego en Vietnam se acabaron convirtiendo en Ministros de La Muerte nacidos para matar que mientras teñían de rojo «La chaqueta metálica» de las balas con las que llenaban el infierno de comunistas perdieron su humanidad gracias a la brutalidad y al horror que con el cuchillo entre los dientes les esperaban agazapados en las selvas vietnamitas como «El cazador» que acecha a su presa en los bosques de Pennsylvania.


El deseo de saber más sobre el conflicto que dio lugar a las películas por cortesía de las cuales más de una vez tuve la tentación de coger la escoba y marcar el paso al son de “Aquí mi pistola, aquí mi fusil” fue el culpable de que en mi arsenal literario acabara teniendo cabida “Árbol de humo”, una dura novela en la que Denis Johnson relata las vivencias de algunos de los hombres y mujeres que moraron en El Infierno en el que se convirtió la tierra bajo el cielo que entre 1963 y 1970 fue surcado por los helicópteros Bell UH-1 Iroquois.


La mencionada novela, la cual fue premiada en 2007 con el "National Book Award" (Premio Nacional del Libro), tal como bien apunto Robert Saladrigas, La Vanguardia es: "Un texto duro, inclemente, comprometido, no apto para pusilánimes ni para quienes buscan evasión en la lectura. En suma: gran literatura".

El día que millones de americanos vieron en vivo y en directo como moría John Fitzgerald Kennedy, es la fecha elegida por Denis Johnson para dar comienza a la historia, un comienzo este en el que, a través de las palabras de Nguyen Hao descubrimos que los habitantes del país que la guerra cubrió con un manto de tristeza y dolor consiguieron superar su travesía a través del valle de las sombras gracias al apoyo de sus dos filosofías de vida: el confucionismo y el budismo. Y es que mientras que las primera les enseña a como comportarse cuando el destino les depara paz y orden, la segunda les entrena para aceptar su destino aun cuando esta les traiga sangre y caos.

La figura de James Houston, un joven procedente de las clases rurales de Arizona, sirve al autor para plasmar como los peones que tomaron parte del juego de ajedrez dirigido desde los despachos del Pentágono sufrieron un paulatino proceso de deshumanización, un proceso que para el mencionado muchacho comenzará en Fort Jackson (Carolina del Sur), un campo de entrenamiento en el que a parte de conocer el dolor gracias al duro entrenamiento vera como su fortaleza mental es puesta a prueba por cortesía de los oscuros pensamientos que poco a poco se hacen fuertes en su mente.

Las primeras dos semanas de instrucción fueron las más largas que había vivido nunca. Cada día parecía una vida entera en si mismo, vivida con incertidumbre, humillación, confusión y fatiga. Todo ello fue dando paso a un estado predominante de terror a medida que las nociones de matar y ser matado le empezaban a llenar la mente. Se sentía bien sobre el terreno, en las filas, en plena acción con los demás, gritando como monstruos, clavando la bayoneta a hombres de paja. Pero cuando se quedaba solo, aquel miedo apenas le dejaba ver con claridad. Solamente lo salvaba el agotamiento. Ser llevado más allá de los límites físicos ponía su pared de cristal entre él y todo aquello: no podía oír bien, no se acordaba de lo que acababa de mirar, de lo que acababan de enseñar. Solamente esperaba el momento de dormir. Tenía sueños histéricos durante la noche entera, pero dormía tanto tiempo como le dejaban.


Llegado a Vietnam, por si fuera poco para él hacer frente a “Los Demonios de La Guerra” tendrá que combatir contra la nostalgia que le invade cuando piensa en los seres queridos que dejo atrás y entre los que se encuentra su madre, una fanática religiosa que reza por él día y noche y que le anima a que siga trabajando por el Señor para mantener La Verdadera Fe en un mundo oscuro amenazado por los malditos comunistas.

El ansia de aventuras y el deseo de poner tierra de por medio entre él y la responsabilidad que supone hacerse cargo de su esposa y de dos hijos pequeños que le dan miedo es lo que hace que en un primer momento el patriota Skip Sands considere que el mejor lugar del mundo es una capital en guerra donde las mentiras, cicatrices, mascaras y complots codiciosos se dan cita personas sin pasado y con muy poco futuro entre las que se encuentran psicópatas, vagabundos, héroes y espías como él que mantienen encuentros en siniestros callejones y cierran tratos en media docena de idiomas mientras en sus rostros se dibujan falsas sonrisas y con la mirada calculan sus posibilidades.

Hubo una vez una guerra en Asia que tuvo entre sus tragedias el hecho de que vino después de la Segunda Guerra Mundial, una guerra moderna que sin embargo había conseguido conservar o revivir algunas de las glorias y romances de las guerras anteriores. Aquella guerra en Asia, sin embargo, no genero más romances que una serie de mitos infernales.

Entre los moradores de aquella guerra que iban a quedar desfigurados por ella – incluso, o sobre todo, desfigurados ante si mismos -, había un joven americano que según el momento se consideraba a si mismo el Americano Impasible o el Americano Feo, pero que no deseaba ser ninguno de ambos, sino que lo que quería ser era el Americano Sabio o el Buen Americano, aunque acabo viéndose a si mismo como el Americano Real y al finalmente simplemente como el Puto Americano.

Tal como dejan claro estas palabras impregnadas de tristeza y desencanto, por desgracia para él, el agente de la CIA mencionado anteriormente no tardara en descubrir que la guerra en la que se involucro para detener el comunismo no es tan buena como creía y como se la presentan los hombres que la dirigen, hombres como su tío, un venerado héroe de guerra al que todos conocen como “El Coronel” y que es el que ha urdido el proyecto de «guerra psicológica» llamado «Árbol de Humo», el cual consiste básicamente en llenar con alucinógenos los túneles que recorren el subsuelo del país, para que los soldados rebeldes que los utilizan se vuelvan locos.

Aunque los métodos de “El Coronel” no tienen nada que ver con los del brutal Sargento instructor Hartman seguramente para este último sonarían como música celestial las soflamas militarista con las que el primero arenga a los hombres bajo su mando.

La guerra es noventa y nueve por ciento mito. A fin de llevar a cabo nuestras guerras las elevamos al nivel de sacrificios humanos, e invocamos constantemente a nuestro Dios. La cosa tiene que significar algo más que el mero hecho de las muertes, o bien todos acabaríamos desertando. Creo que necesitamos ser mucho más conscientes de eso. Creo que también necesitamos invocar a los dioses del oponente. Y a sus diablos, a su aswang. El enemigo les tiene mas miedo a sus dioses y a sus diablos y a su aswang del que nunca nos tendrá a nosotros.

Vamos a ganar esta guerra. Y los esfuerzos de esta sección en concreto van a ser cruciales para ello. Pensad en nosotros como en infiltrados. Esta tierra que tenemos bajo los pies es donde el Vietcong ubica el corazón de su nación. Esta tierra es su mito. Si penetramos esta tierra, penetramos su corazón, su mito y su alma. Eso si que es infiltración de verdad. Y esa es nuestra misión: penetrar el mito de la tierra.


Las vivencias de los miembros de las LRRP (Long Range Reconnaissance Patrol) son expuesta a través de los rudos Cuchi Cuchis, hombres que con una pistola en una mano, sus pelotas en la otra y una linterna agarrada con los dientes, se deslizaban de cabeza por los oscuros túneles que recorrían la región de Cu Cuchi y en los que, según las leyendas, a parte de monstruos, reptiles ciegos e insectos que no habían visto nunca la luz, había hospitales y burdeles, y cosas horribles, montones de casquería procedente de las atrocidades del Vietcong, bebes muertos, curas asesinados.


"Es el amor a nuestro país lo que nos hace venir, pero tarde o temprano la venganza se convierte en la motivación central". Siguiendo al pie de la letra esta máxima un miembro de la LRRP cegado por el odio y por un buen puñado de anfetaminas arrancara a un prisionero estremecedores alaridos de dolor que por fortuna para este cesan gracias al misericordioso tiro de gracia de “El Coronel”, el cual, tras asistir a tan desagradable espectáculo, llega a la conclusión de que aunque la historia perdone a los artífices de la guerra, los hombres enloquecidos por culpa de ella jamás lo harán.

Trung Than, un espía norvietnamita que ha demostrado su lealtad a la causa atravesando Las Tres Puertas – prisión, sangre y negación de sí mismo – en la hora en la que decide vender su lealtad a “Los Yankees”, acaba comprobando que la peor prisión de todas es aquella a la que conduce renunciar a amigos y parientes.

Un asesino a sueldo del servicio secreto alemán será el que ponga rostro a los hombres – depredadores que, conscientes de que el éxito de su misión requiere violar la tierra y alimentarse de sus gentes, cometen algún pequeño crimen para poner de su lado a Los Dioses de La Oscuridad.

El hecho de que la crueldad de la guerra no es ajena a nadie queda de manifiesto gracias al personaje de Kathy, una enfermera canadiense que visto lo visto en el hospital de campaña en el que trabaja llegara a la triste conclusión de que el dolor de las madres que ven a sus niños con miembros amputados y cuerpos jalonados de quemaduras no será nada comparado con el de aquellas que en el futuro, a consecuencia de las armas químicas empleadas durante el conflicto, parirán a criaturas con cabezas enormes y caras deformes.

Si a través de los ojos de Kathy contemplamos El Horror en estado puro, a través de sus pabellones auditivos nos llegan la confesión de un soldado que a pesar de los litros de alcohol con los que trata de aplacar a sus demonios y fantasmas consigue enlazar una serie de palabras que, sin lugar a dudas, dejan bien claro que como alguien dijo una vez: La guerra solo trae muertes. Nadie gana.

Te pasas una temporada triste por los niños, un mes, dos meses, tres meses. Estabas triste por los niños, por los animales, no te ibas con las mujeres, no matabas a los animales, pero al cabo de una temporada te dabas cuenta de que aquello era una zona de guerra y que todo el mundo vivía en ella. Que no te importaba si aquella gente vivía o moría al día siguiente, que no te importaba si tu mismo vivías o morías al día siguiente, y entonces apartabas a los niños a patadas, te ibas con las mujeres y disparabas a los animales.

En resumen, una extraordinaria novela sobre la guerra de Vietnam – sobre todas las guerras - que nos deja claro que no hay paz ni salvación para los que por una u otra razón se adentran en el corazón de las tinieblas, allí donde no brillan ni los corazones purpura.