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sábado, 22 de marzo de 2014

Una más de las miles de mujeres a las que impidieron que, tanto en el brillante presente como en el miserable mañana, amaran y cuidaran al bendito fruto de su vientre


Yo que un día de 1993, siendo alumno del Instituto de Educación Secundaria Nº 7, respondí “No, mando yo” al oír de labios de la que fue mi tutora en 2º de B.U.P. “A ver José Luis, ¿aquí quién manda, Adrián o yo?”, nunca olvidaré aquella mañana en la que “Por no llamarla Filomena” fueron las palabras que por cortesía mía quebraron el silencio de dicha clase segundos después de que la pregunta “¿Por qué te llamaron Rocío?” fuera realizada por Julio, un compañero mío muy majete que, tras oír la baza que, sin que nadie me invitara, metí en su cortejo de la mencionada moza, raudo y veloz saco su DNI para hacerme ver que la autora de sus días había sido bautizada con el nombre que tanta gracia a mi me hacia.


Veintiún años después, como no podía ser menos dada mi prodigiosa memoria, el recuerdo de ese momento se hizo dueño y señor de mis pensamientos al salir de la Sala 11 de Ocimax YELMO, el lugar donde la última película dirigida por Stephen Frears fue visionada por mi y Mi Santa Madre, la mujer que me dio la vida y que, a mediados de la década de los ochenta, enfilando la calle que va hasta el complejo de ocio mencionado anteriormente, tantas veces llego a la librería donde, por un puñado de monedas, compro Cuadernillos Rubio para conseguir que fuera extraordinaria la caligrafía y la ortografía de «El que un día de Diciembre de 1992, con I de Insuficiente, consiguió Indignarla con esa cartilla de notas en la que brillaban con luz propia las ocho Ies que daban fe de que había parido a un cenutrio», un cenutrio que meses después, para sorpresa de la buena mujer y de los compañeros de clase del susodicho, consiguió que siete de los ocho cates se convirtieran en aprobados, circunstancia esta última que provoco que – al día siguiente de recibir una ovación cerrada por tal lección de pundonor – «El hijo de Filomena» dijera: José Luis, ayer se oyeron voladores, ¿Quién los tiraba?, ¿tu madre?




Fue precisamente en las Navidades de 1992 cuando, mientras «El que jugaba con Playmobils» cumplía su condena a no ver la pequeña pantalla por haber hecho el indio entre Octubre y Diciembre, en las pantallas grandes de los cines de La Piel de Toro, los aficionados al cine de aventuras tuvieron ocasión de ver esa Obra Maestra del Séptimo Arte al final de la cual en “El último mohicano” se convirtió el hombre al que, tanto en la pelicula dirigida por Michael Mann como en la novela escrita por James Fenimore Cooper, “padre” llamo aquel al que no le unía ningún vinculo de sangre, y que por Daniel Day Lewis fue encarnado veinte años antes de que este último se metiera en el traje y la piel de Abraham Lincoln, el político republicano que el 4 de marzo de 1861 se convirtió en el decimosexto presidente de los Estados Unidos de América, y cuya estatua de 6 metros de altura y 6 metros de anchura - desde el 30 de mayo de 1922, y gracias a los hombres que, armados con cinceles y matillos, en veintiocho bloques de mármol esculpieron la gigantesca reproducción del asesinado por John Wilkes Booth - puede ser vista en el interior de uno de los monumentos mas visitados de Washington D.C., la ciudad norteamericana en la que, durante las elecciones en las que Bill Clinton se gano el derecho a ocupar el Despacho Oval de la Casa Blanca, a sueldo de la BBC trabajo Martin Sixsmith.


Uno de los muchos sinónimos que en castellano tiene el insulto contenido en la frase que marco la campaña electoral en la George H. W. Bush se enfrento a «El que tubo relaciones inapropiadas con una becaria» es el calificativo con el que fue estigmatizado Lev Nikoláievich Myshkin, el príncipe que protagoniza de una de las novelas más famosas de uno de los hijos de La Madre Rusia que formaron parte del temario que, para poder licenciarse en Literatura Rusa, en las universidades de Oxford, Harvard, la Sorbona y San Petersburgo estudio el periodista mencionado anteriormente, y cuya brillante trayectoria profesional se vio truncada por el estupido incidente del que fue protagonista en los días en los que, atraído por la Tercera Vía de Tony Blair, se desvío del exitoso camino labrado por su labor periodística y se convirtió en asesor del Partido Laborista.


Y es que, tras ser testigo en Varsovia del nacimiento del sindicato Solidaridad y estar en la capital de la URSS en el momento que se derrumbaban los pilares del régimen totalitario que reprimía a los habitantes de la extinta potencia mundial, en 2002 Martin Sixsmith fue despedazado por sus compañeros de profesión cuando con la frase "Princess Margaret is being buried [on Friday]. I will absolutely not allow anything else to be" (La princesa será enterrada el viernes. No voy a permitir que nada más sea enterrado) se opuso a que una noticia negativa que afectaba al ejecutivo presidido por el inquilino del Número 10 de Downing Street se hiciera pública aprovechando la poca atención que recibiría debido a que en esos días los focos de la prensa apuntaban hacia el féretro de «La hermana de la monarca cuya reacción ante la repercusión que para la familia real británica tubo la muerte de "la princesa del pueblo" centro el argumento de la película por la cual en 2006 al Óscar al Mejor director fue nominado el artífice de la que es hoy bloggeada».


«El escocés nacido en Edimburgo que entre 1997 y 2007 fue primer ministro del Reino Unido», y que en 2003, en la pequeña pantalla, fue encarnado por «El actor que ese año firmo también “El contrato” que lo vinculo a la que sería la primera de las cuatro entregas de esa saga en la que el personaje por él interpretado en tres de ellas contribuye a que aullemos de gozo los amantes del cine de acción», fue el que dijo recientemente que “tener delirios de un hombre triste y viejo” era el último éxito de Rupert Murdoch, el magnate de la prensa que lo acuso de ser el causante de su divorcio, y que es propietario del entramado empresarial que ha tenido que pagar indemnizaciones millonarias por las escuchas ilegales que hicieron los reporteros de News of The World, y que, entre otros muchos, tuvieron como objetivo a Steve Coogan, el humorista inglés nacido en Manchester que tras leer el Sábado 19 de septiembre de 2009 el artículo “La Iglesia católica vendió a mi hijo” que en las páginas del periódico The Guardian escribió Martin Sixsmith, raudo y veloz compro los derechos del libro que este último publico ese mismo año, y que cuatro años después ha sido objeto de la adaptación cinematográfica en la cual «El que perdió la cabeza durante el rodaje de “Tropic Thunder”» se mete en el traje y la piel de «El que con la frase “Una historia de interés humano solo es un eufemismo de reportajes sobre personas ignorantes para que sean leídos por personas ignorantes” consiguió en 2005 que Charla con un auténtico gilipollas prepotente fuera el titular con el que su encuentro con él fue resumido por la camarera que en bandeja de plata le sirvió la oportunidad de plasmar en papel el dolor que embargaba a la mujer que a ella le dio La Vida, y a la que cincuenta años atrás le quitaron al hijo que tubo siendo una adolescente».


«El viejo zorro australiano que sospecha que - por culpa de “la erótica del poder” que sedujo a la joven que provoco la ruptura del matrimonio entre Francois Hollande Valérie Trierweile - lleva sobre su cabeza un casco como el que, según la cultura popular, llevaban los fieros guerreros surgidos de las frías tierras nórdicas y que - entre 835 y 865 – surcaron los mares liderados por Ragnar Lodbrok, el legendario rey encarnado en la pequeña pantalla por El modelo de Calvin Klein nacido en la patria de El principal accionista de la FOX» fue precisamente La Musa que inspiro al guionista que creo a Elliot Carver, el villano que valiéndose de su imperio mediático urdió un maquiavélico plan que finalmente no logro su objetivo gracias a Bond, James Bond, el agente secreto con licencia para matar que constato que “El mañana nunca muere” y que desde 1953 esta al servicio de la que actualmente se sienta en el trono en el que, en aquellos días en los que William Shakespeare estuvo enamorado de Viola de Lesseps, estuvo sentada la que en los libros de Historia es apodada La Reina Virgen, y gracias a cuya existencia, desde 1998, el Oscar a Mejor actriz de reparto esta en posesión de la Dama de la Orden del Imperio Británico que, en 1995, con M de Mujer de armas tomar, demostró que tenia un par de pelotas bien puestas al apuesto y elegante Oficial de la Orden del Imperio Británico que dio vida al que destruyo el satélite GoldenEye, y que el 16 de mayo de 1953 nació en Drogheda, una localidad industrial enclavada en las bellas y verdes tierras de Éire, y que esta a 234 Km. de Tipperary, el condado en el que estaba el orfanato en el que en su juventud estuvo internada la mujer en cuya ajada piel se ha metido Judi Dench.


Es en 1952 cuando una adolescente llamada Philomena Leetras quedarse embarazada de un joven al que conoció en la feria que se ha instalado en Ros Cré – es internada por su avergonzado padre en el convento del Sagrado Corazón de Jesús y María, el lugar donde la mencionada joven, al igual que otras ovejas descarriadas del rebaño de Dios que no han comprendido que la pureza del alma es sinónimo de la mortificación de la carne, vivira bajo el ferreo regimen disciplinario de unas Servidora de Dios cuya “caridad cristiana” es tan discutible como la de “Las Hermanas de La Magdalena”, y que a ella y a otras madres solteras las obligaran a que paguen la manutención de sus hijos y la suya propia trabajando 364 días al año en una lavandería que poco tiene que ver con aquella en la que en 1985para escándola de la conservadora sociedad inglesa de aquellos días, y ante la cámara cinematográfica de Stephen Frears - las manos de Omar acariciaron el torso viril del que siete años después sería «El que por los rostros pálidos que le dieron la vida fue bautizado con el nombre de Nathaniel, y que "Ojo de halcón" era llamado por los miembros de la tribu algonquina que lo adoptaron y que, hacía el año 1757, oían los aullidos de los lobos a la luna mientras descansaban dentro de las Wigwam que habían construido en los terrenos de la cuenca del río Hudson (Estado de Nueva York)».


A pesar de que es muy poco tiempo la única hora del día en la que puede ver a Anthony - la criatura que parió con tremendo dolor durante el parto al que tanto ella como el fruto de su vientre sobrevivieron gracias a una monja que, tal como pidio Ganxhe Agnes Bojaxhiu, es "la expresión viva de la bondad de Dios" - Philomena consigue siempre sacarle el máximo partido viendo divertirse y crecer al que sabe que, más pronto que tarde, le será arrebatado de su lado gracias al contrato que – al igual que sus compañeras de encierro, y torturada por el sentimiento de culpa que la oprime por haberse criado en un entorno social marcada por la férrea moral católica irlandesa – firmo al entrar en el convento, y mediante el cual, a parte de dar su consentimiento a que su hijo fuera adoptado, renuncio a volver a entrar en La Vida de aquel que llamara “mama” a una mujer en cuyo vientre él no estuvo, y en cuyo rostro no se dibujo la sonrisa que durante nueve meses se dibujo en el de ella al pensar en el niño o la niña al o a la que, fuera como fuera, amaría y cuidaría tanto en su brillante presente como en su miserable mañana.




Por fortuna para Philomena, en la noche que siguió al día en el que Anthony cumple cincuenta y tres años, el encuentro entre su hija Jane y Martin Sixsmith será el principio de una historia que ella desea que termine viéndose ella reflejada en los ojos del hombre que estuvo presente en sus pensamientos todos y cada uno de los segundos que siguieron al instante en el que, teniendo él tres años de edad, a bordo de un coche, lo vio recorrer los primeros metros de los miles de kilómetros de distancia que lo separaron de ella.


Como no podía ser menos, el echo de que procedan de mundos bien distintos, provocara que no empiece con muy buen pie la relación que, por motivos muy distintos, unirá a una voraz lectora de novelas románticas con ese tipo que, con cierta petulancia, afirma que él disfruta leyendo tochos sobre la historia del imperio dentro de cuyas fronteras hace siglos estuvo el país en el que, por su parte septentrional, penetra el Séverski Donéts, el principal del río que en Véshenskaia forma un recodo que es como un arco de los que usaban los tártaros, y cuyas apacibles aguas actualmente vibran por culpa del sonido de los tambores de guerra golpeados por Vladimir Putin.


Buena prueba de lo anteriormente expuesto es esa escena en la que Philomena, de forma rotundo y concisa, “Si” responde a ¿Cree en Dios?, pregunta esta que previamente ella ha hecho a Martin, y a la que este último, dando Fe de su laicismo militante y bastante irreverente, responde “Es una pregunta demasiado complicada como para darle una respuesta simple”.

La pésima imagen que Martin tiene de Los Ministros de Dios en La Tierra empeorara aún más a raíz de la visita que, junto a La Musa de su próximo libro, hace al lugar donde esta última pasó buena parte de su juventud. Y es que, tras las paredes del convento Sagrado Corazón de Jesús y María, con impotencia y rabia contenida será testigo de cómo las que dirigen dicha institución intentan con te y con pastas saciar el hambre de respuestas de Philomena, la cual, al igual que ha ocurrido en anteriores ocasiones, con resignación cristiana aceptara las pobres explicaciones que le dan las que cargan con esa pesada cruz que es hacer frente al dolor de los que fueron victimas de los pecados cometidos tiempo atrás por la Iglesia Católica.


En una de esas tabernas donde, el pasado 15 de Marzo, los irlandeses aficionados al rugby vierón a El XV del Trébol ganar el Torneo VI Naciones en la final retransmitida por la cadena de televisión en la que, antes de las noticias de la 6:00 h. de la tarde, se emite el rezo del Ángelus, por fortuna para Philomena, las “Amistades peligrosas”, o, mejor dicho, las amistades muy bocazas que Martin consigue hacer entre pinta y pinta de Guiness, le hacen saber al mencionado periodista que fueron verdes billetes de dólar Yankees los que compraron a l@s nacid@s en las verdes tierras de Irlanda.




La información privilegiada de la que Martin es receptor en el local de hostelería donde, si hubiera querido, podría haber tomado un “Café irlandés”, será para él “La coartada” perfecta para hacer “El viaje” durante el cual, junto a Philomena y a bordo de un avión, devorará los miles de kilómetros que hay entre la isla británica cuyas carreteras fueron recorridas por “La camioneta” conducida por Bimbo, y el país cuyas extensas llanuras, en 1865, fueron perforadas por los miles de Tirafondos Ferroviarios con los que cientos de hombres, en su mayoría negros e irlandeses, unieron las vías férreas sobre las que cabalgo "El caballo de hierro" gracias al cual se hicieron inmensamente ricos caciques ferroviarios como aquel en cuyo traje se metió el que dio vida al mejor amigo del panadero de Barrytown que, tras quedarse en paro, vendiendo comida de forma ambulante consiguió alimentar a su mujer y a sus tres hijos.


Durante la estancia en EEUU, la cual, al igual que la misión encargada al malhumorado detective Jack Cates, tiene un limite temporal, dará lugar a que se establezca lo más parecido a una relación materno – filial entre el cínico y sabelotodo periodista, y la adorable anciana de suaves maneras que reparte dulzura allá por donde de va; y es que la tierra donde nacieron las películas donde policías de caracteres contrapuestos eran Cashtigados a bailar juntos un Tango cuyo objetivo era sacar a peligrosos criminales de la pista de baile será el lugar donde Philomena, dando Fe de su firme carácter irlandés, a Martin dará las lecciones de respeto y la educación que, si hubiera tenido ocasión, habría dado a su hijo, a ese hombre al que, ya sea rico o pobre, desea abrazar con todas sus fuerzas, y decirle que, si las monjas no se lo hubieran arrebatado, le habría entregado un amor tan grande como el que, hace siglos, a un joven irlandés deseaba darle la sirena a la que El Cielo, conmovido por las lagrimas que la susodicha derramaba al ser rechazada y que empapaban sus cabellos de oro, transformo en arpa para que al fin pudiera sentir sobre su cuerpo las fuertes manos de aquel al que todos los días al atardecer le ofrecía su amor.


Sin lugar a dudas, visto lo visto, hay que destacar la lección de interpretación que una vez más ha dado la veterana actriz inglesa nacida en York un día de Diciembre de 1934, más aún teniendo en cuenta que, desde hace tres años, los guiones de las películas en las que ha intervenido les son leídas como si fueran historias por esos amigos suyos que, al igual que su numerosa legión de admiradores, desean evitar que se tenga que retirar por culpa de la degeneración macular que en 2011 le impidió que, durante su estancia en “El exótico Hotel Marigold”, captara todo el colorido que inunda las calles de Bangalore con la precisión con la que, en 1985, la elegante Sra. Eleanor Lavish, a través de la ventana de “Una habitación con vistas”, pudo ver todo el esplendor de la bella campiña inglesa.


Dado el reprobable comportamiento que tuvo la Iglesia Católica, sin lugar a dudas, es un ejemplo de mesura y templanza el echo de que Stephen Frears no haya aprovechado el drama de Philomena Lee para pescar espectadores en ese río revuelto por ese anticlericalismo que ha acabado convirtiéndose en la religión de esa parte de Occidente que sin piedad ataca al catolicismo mientras pone el culito en pompa ante la cimitarra de los fanáticos barbudos que viven siguiendo los preceptos del Islam, esa religión de paz que – tal como queda claro en la Sura 2: 190-195 del Coran – es sinónimo de Guerra Santa.

“Combatid por Dios contra quienes combatan contra vosotros, pero no os excedáis. Dios no ama a los que se exceden. Matadles donde deis con ellos, y expulsadles de donde os hayan expulsado”


Y es que, sin lugar a dudas, se puede afirmar que la película dirigida por «El inglés nacido Leicester gracias al cual los televidentes pudierón ver el gran combate que fuera del ring libro "El boxeador que flotaba como una mariposa y picaba como una avispa habría sido muy distinta si tras el título de credito Direted by hubiera aparecido el nombre del inglés nacido en Nuneaton que nunca permite que las múltiples aristas de la realidad le estropeen sus cinematográficas soflamas ideológicas; y es que no seria osado afirmar que si el libro firmado por Martin Sixsmith hubiera caído en manos de «El que con la fuerza de “El viento que agita la cebada” agita la conciencia de la bienpensante sociedad occidental» - teniendo en cuenta que este último aprovecho su cortometraje sobre el “11 - S” para mostrar su enfermizo odio a EEUU – finalizada la proyección de “Philomena”, seguramente los que nos dimos cita en la Sala 11 del centro de ocio sito en La Calzada, raudos y veloces, y gritando “La única Iglesia que ilumina es la Iglesia que arde”, fuéramos hasta el número 2 de la Calle Manuel Rodríguez Álvarez para, con el fuego purificador alimentado por el feroz anticlericalismo inoculado por aquel por cortesia del cual yo recorri la “Ruta irlandesa”, reducir a cenizas la Parroquia de Nuestra Señora de Fátima, ese templo de culto que merece ser respetado por el simple echo de que tras sus muros, a parte de que no se inculca el odio hacia otras religiones, son muchos los corderos de Dios que encuentran la fuerza necesaria para seguir caminando por El Valle de Las Sombras aunque sobre sus cabezas estén “Lloviendo piedras”.


Gracias en buena medida al buen hacer de Stephen Frears y de Judi Dench, “Philomena”, a parte de ser digna merecedora de los entusiastas aplausos del respetable público y de la critica especializada, ha sumado un buen número de nominaciones a prestigiosos galardones cinematográficos que finalmente se han materializado en el Premio BAFTA que, por ser los autores del Mejor guión adaptado, recibieron Jeff Pope y Steve Coogan, precisamente cogida del brazo incorrupto de este último fue como, el pasado 12 de Enero, La madre biológica de Michael Hess llego hasta el escenario levantado en el salón principal del Hotel Beverly Hilton (Los Ángeles), lugar este en el que los allí reunidos para ver la 71ª Edición de los Globos de Oro se vieron reflejados en los ojos de la mujer cuyo drama inspiro película mencionada anteriormente, y que a su vez, semanas después, se vio reflejada en los ojos de El que actualmente se sienta en ese trono de madera que según una leyenda medieval es La Cátedra de San Pedro, y en el que en 1968 se sento Kiril Lakota, el obispo ucraniano surgido del frío de un campo de concentración siberiano, y al que, con sus pies dentro de “Las sandalias del pescador”, encarno el que cuatro años antes se metio dentro de los zapatos del griego que bailando el Syrtáki nos enseño que en la vida hay que ser medio loco para romper las cadenas y ser libre.


Fue el pasado Miércoles 4 de Febrero cuando Philomena Lee, ante El Santo Padre y tras asistir junto a este último y Steve Coogan a la proyección en el Vaticano de la adaptación cinematográfica de su historia, pronuncio las palabras expuestas en el párrafo que sigue a este, y que dan Fe de que, a pesar del sufrimiento y del dolor que se hicieron dueños y señores de su corazón, ella jamás permitió que su alma cristiana fuera mancillada por el odio hacía Los Ministros de Dios en La Tierra que con el execrable crimen que fue denunciado por Martin Sixsmith quebrantaron el mandamiento que les dio El morador de El Reino de Los Cielos, y que, tal como podemos leer en el capítulo 13 de Los Evangelios según Juan, rezaba "Amaos los unos a los otros como yo os he amado".

“Me siento honrada y encantada de haber estado hoy con el Papa Francisco. Tal como muestra la película, siempre tuve mucha fe en la Iglesia y en la buena voluntad para enderezar los errores del pasado. Espero y creo que su Santidad el Papa Francisco se va a sumar en la lucha para ayudar a las miles de madres y niños que necesitan poner un cierre a sus propias historias”.


Al margen de la gran calidad cinematográfica de la película hoy reseñada, cabe destacar de esta última también el echo de que sea en cierta medida un homenaje a las madres, a esas mujeres que son denominadas con la palabra que, tal como bien apunto Kahil Gibran, es la más bella pronunciada por el ser humano, y que por no dar cabida en su vocabulario a la palabra “egoísmo” y tener siempre una reconfortante palabra de animo lista y dispuesta para elevar la moral de combate de aquell@s a l@s que dieron La Vida, son una “rara avis” que por su ternura y bondad merecen ser cuidadas con mimo y cariño en estos tiempos individualistas en los que todos y cada uno de nosotros nos preocupamos solo de nosotros mismos, y, tras encomendarnos al “Dios de La Guerra” y adoptar como propia la máxima vital de Carlos Salvador Bilardo (Pisálo, Pisálo…¡¡Al enemigo ni agua!!), vamos por La Vida embistiendo al personal y dando fe de malos modales que llenarían de vergüenza y tristeza a las que siendo niñ@s tantas lecciones de buena educación nos dieron.


Y es que de entre todas las mujeres las más benditas son aquellas que desde el primer segundo de vida de sus hij@s, con una sonrisa en la cara y sin pedir nada a cambio, están siempre disponibles para l@s que aunque tengan treinta y siete añazos siempre serán niñ@s para ellas, y que, pasados los años, en honor a la verdad, en demasiadas ocasiones con excusas tan elaboradas como “mama, no tengo tiempo demuestran ser un@s desagradecid@s con l@s que les dieron Amor madre, ese bien sagrado que, según el doble campeón olímpico Charles Paddock, no contempla lo imposible, y que Marion C. Garretty definió como “el combustible que le permite a un ser humano hacer lo imposible”.




Sin olvidar el sufrimiento de las mujeres españoles a las que durante la dictadura franquista les robaron a sus hijos, aprovechando la entrada en la cancha del pelotudo que entre 1983 y 1990 fue entrenador de la selección albiceleste, es buen momento para honrar la memoria de esas mujeres a las que, durante el régimen militar que entre 1976 y 1983 gobernó con puño de hierro en Argentina, una bala bendecida por la Iglesia Católica, y disparada a bocajarro las privo de besar y acariciar a las criaturas que durante nueves meses llevaron dentro de sus vientres, esos sobre los que sin piedad les fue aplicada la picana por cortesía de la cual una descarga de corriente recorrió sus cuerpos, y una mueca de dolor desencajo sus rostros, esos en los que, para desgracia de ellas, jamás se dibujarían las sonrisas provocadas por las alegrías dadas por sus hijos.


Puesto que Pilar Gancedo Alonso es la seguidora más fiel de mis mamotretos, y sigue hacía delante llegado el punto en el que otros y otras se rinden y dejan de leer abrumados por mi engolada prosa y datos cronológicos sacados de la Wikipedia, como no podía ser menos, dada la temática de la película que hoy ha sido reseñada a través de este blog que se que a Mi Santa Madre le gustara mucho por no tratar de guerras, libros, películas y grupos heavy – metaleros que provocan que se preocupe por mi salud mental, es justo y necesario que el punto final del mismo este precedido por el sincero agradecimiento que este junta letras quiere darle a la autora de sus días por haber conseguido que escribiera recto sobre los renglones torcidos de Dios y por haberle enseñado que en ese Cuadernillo de Rubio que es La Vida siempre hay que poner el acento en la palabra compuesta “buena persona”.




jueves, 13 de marzo de 2014

Stokes´s six o Los amantes del arte – soldados de Roosevelt


Todos aquellos que gracias a la lectura de este blog han llegado a la conclusión de que él que lo firma, vestido con un uniforme militar parcheado con el emblema de la XIX Bandera de Operaciones Especiales de la Legión "CL Maderal Oleaga", gustosamente cantaría las estrofas del himno “El novio de La Muerte”, seguramente anonadados y estupefactos se quedarán al saber que “Voy a ser mama, voy a tener un bebe” a punto estuvo de ser el arma con la que – tras recibir la carta en la que capitán general de la VII Región Militar de España le invitaba a cumplir con la patria – intento librarse del Servicio Militar el “Rebelde sin causa” que esto escribe, y al que la rebeldía se le paso rápidamente el día que recibió un buen guantazo del hombre junto al cual, siendo un niño y sin moverse del sofá situado frente al televisor, dejo sus huellas en aquellas partes del mundo que fueron el escenario donde se desarrollo la II Guerra Mundial.


En estos días en los que la sobremesa televisiva del Sábado esta copada por telefilmes protagonizados por jovencitas que descubren que su maduro y viudo padre ha rehecho su vida junto a una jovencita que tras su angelical rostro oculta un oscuro pasado, y que en su bolso de mano guarda unos cuantos carnets falsos, con añoranza recuerdo aquellos días en los que – Sesión de tarde mediante – tras enfrentarme al dilema vital “Evasión o victoria”, acompañe a los soldados aliados que durante “La gran evasión” escaparon de un campo de prisioneros; detone los explosivos que con ruido y furia evitaron que con ruido y furia “Los cañones de Navarone” disparasen proyectiles contra la armada aliada; forme parte del comando britanico que, en una isla bañada por el Mar de China, llevo a cabo una misión suicida; durante el transcurso de la Operación “Objetivo Birmania” dije “uy, vaya lío los amigos de Errol Flynn son mis amigos; colabore en la construcción de “El puente sobre el río Kwai”; me jugué el pescuezo junto a “Doce del patíbulo” que, por cortesía del comandante Reisman, se salvaron de que sus cuellos fueran partidos por una corbata de cáñamo trenzado; y, junto a “Los violentos de Kelly”, revente la puerta blindada de la cámara acorazada tras cuyos muros estaban guardados miles de lingotes de oro.


El grupo de indisciplinados uniformados que en 1970 fueron liderados por el exteniente degradado a soldado raso que en 1968, dieciocho años antes de ascender y convertirse en “El sargento de hierro” que comia alambre de espinas y meaba napalm, luciendo los galones de teniente protagonizo “El desafío de las águilas” junto al mayor británico que quince años antes capitaneo a “Las Ratas del desierto” que en el norte de África, entre 1941 y 1943, se enfrentaron al Deutsches Afrikakorps comandado por el Generalfeldmarschall (Mariscal de campo) apodado Wüstenfuchs (Zorro del Desierto), sin lugar a dudas bien puede decirse que fue la estrella que veintinueve años después guío a los “Tres reyes” que dan título a la película que ocupa el puesto 73 en mi particular versión de “La lista de Schindler”, y que tubo el honor de ser la culpable de que por primera vez pasara yo por la taquilla de los Cines Yelmo Ocimax.


268 películas después - junto a la mujer que, el 24 de Octubre de 2012, hizo la ruta Ranon – Düsseldorf sentada a mi siniestra, y a bordo de uno de los aviones que allá “Arriba en el cielo” hacen publicidad de la compañía aérea AirBerlin – cruce las puertas de la Sala 13 del complejo de ocio sito en la Calle Maestro Amado Morán para ver la última película dirigida y protagonizada por “El pacificador” que, entre 1992 y 1998, provoco que muchas féminas desearan enfERmar para ser atendidas por él en “Urgencias”, y que, en 1999, metido en el uniforme de un capitán de las Fuerzas especiales del Ejercito de los Estados Unidos de América, en las arenas del desierto de Irak dejo sus huellas junto a las de “El único superviviente”, y el exNavy SEAL que fue reclutado por la Agencia de Seguridad Nacional a la que en 2002 estuvo Vinculado el aficionado a deportes extremos que fue encarnado por el que, cuatro años antes, fue uno de los ocho miembros de la Compañía Charlie del 2.º Batallón Ranger que, tras sobrevivir a El Infierno en el que el 6 de Junio de 1944 se convirtieron las playas de Normandía a las que llegaron a bordo de barcazas de desembarco impulsadas por motores Diesel, cruzaron las líneas enemigas para salvar a James Francis Ryan, un soldado de la Compañía Baker al que dio vida Matt Damon, y que debe ser enviado de regreso a casa para evitar que en el Cementerio Nacional de Arlington solo esten enterrados tres de los cuatro hombres a los que con dolor dio la vida la señora Ryan.


El guapito de cara que en 1998 dio vida a uno de los hombres que durante “El día más largo”vistiendo el uniforme de la unidad militar adjunta al 506.º Regimiento de Infantería de Paracaidistas de la 101.ª División Aerotransportada - participo en el asalto gracias al cual quedaron inutilizados los cuatro cañones de 105 mm que desde un solar ubicado en Brécourt Manor disparaban a la playa de Utah, y que en 2010 encarno a uno de los miles de Marines estadounidenses que en 2003 invadieron Irak durante la Operación Nuevo Amanecer, y cuyo cuartel general en Bagdad estubo dentro de la denominada “Zona verde”, es precisamente el encargado de interpretar a James Granger, un experto en arte medieval que desempeña las funciones de comisario en el Museo Metropolitano de Arte (Nueva York), y que esta inspirado en uno de los miembros del selecto grupo de reputados historiadores británicos y estadounidenses cuyo nombre de guerra fue “Monuments men”, y que, durante los últimos meses de la II Guerra Mundial, realizo en Europa una peligrosa misión cuyo final tubo lugar en el país en el que se habla la lengua materna de Lola, la joven corredora cuyo sudor recorrio la espalda de aquella que tras ver en acción al agente Jason Bourne Frankamente podría haber afirmado que el mencionado muchacho era una Potente máquina de matar.


A 75,6 Km. de distancia de Münster - la ciudad de Renania del Norte-Westfalia donde nació «La bisnieta de un pizarrero siciliano que como miles compatriotas suyos emigró a Alemania durante el siglo XIX» - tras las cuatro paredes del apartamento donde vivimos los que durante cinco meses en alemán escribimos algunas de las paginas de esa novela de caballería que juntos protagonizamos y que bien podría titularse “El Guerrero y La Princesa”, fue donde, con “Mi casco por almohada”, tras sintonizar el televisor en el canal Kabeleins, fui testigo de cómo, entre el 1 de abril de 1945 y el 21 de junio de 1945, la sangre derramada por miles de soldados norteamericanos tiño de rojo la negra arena volcánica de las playas de la mayor de las islas que forman el archipiélago Ryūkyū, y que están bañadas por el Océano Pacifico e iluminadas por el Sol Naciente que, cincuenta y ocho años después, sobre el pavimento de las calles de Tokio proyecto la sombra de Bob Harris, el maduro actor que se desplazo hasta la Capital del Este para protagonizar un anuncio publicitario, y que fue encarnado por el que recientemente, durante 118 minutos - cumpliendo ordenes de “El hombre de Kentucky” enamorado de si mismo que el 6 de mayo de 1961 nacio en la ciudad en la que, el 19 de abril de 1775, setecientos casacas rojas del Ejército Británico fueron derrotados por los milicianos estadounidenses apodados Minutemen - quedo “Atrapado en el tiempo” en el que vivió el arquitecto que ha servido de base para crear al personaje que responde al nombre de Richard Campbell.


El que integro las filas de “El pelotón chiflado” junto al cual desfile durante una noche de Domingo de finales de los 80, y al que yo, si hubiera sido delito provocar carcajadas, habría de denunciado en el “Juzgado de guardia” mas cercano a mi hogar para que su comportamiento fuera fiscalizado por un colega de "Dan" Fielding, por fortuna para él, en las calles de la ciudad japonesa mencionada anteriormente no se cruzo con los violentos Yakuza que, bajo la “Lluvia negra”, un día de 1989 decapitaron a Charlie Vincent, el policía neoyorquino al que dio vida el actor cubano que un año después cortejo a la directora de cine que en 2003 filmo lo que sucede cuando un mensaje no se entiende por quedar su significado “Perdido en la traducción”, y que en 1990 murió ante los ojos de su padre en la ficción, y ante la cámara cinematográfica del hombre del que en 1971 heredo su apellido, y que, ocho años después de darle la vida, realizo una de las mejores películas que se han hecho sobre el conflicto bélico en el que participo Walter Sobchak, el huraño e impredecible compañero de fatigas de “El gran Lebowski”, y que es encarnado por John Goodman, ese gran actor (y nunca mejor dicho) que, metido en el uniforme militar talla XXL que cubre las generosas carnes de Walter Garfield, durante el entrenamiento militar del mencionado escultor obligado a convertirse en soldado, ha tenido que superar pruebas físicas tan duras como las superadas por aquel patoso recluta que, por cortesía del Sargento de Artillería Hartman, sufrió en sus carnes lo que yo habría sufrido si – tras salir del catre al son de “Quinto Levanta / Tira del colchón / Que viene el sargento con el cinturón” – hubiera tenido que superar exigentes pruebas físicas ante la atenta mirada de un instructor militar tan duro y despiadado como aquel por cortesía del cual supe que las balas del calibre 7,62 mm. que salían de la boca de los fusiles M1903 Springfield estaban protegidas por una chaqueta metálica.


Sin lugar a dudas, la existencia de los nacidos para matar que, tras salir del infierno que fue su estancia en el centro de entrenamiento ubicado en Parris Island (Carolina del Sur)entre el 1 de noviembre de 1955 y el 30 de abril de 1975combatieron bajo el cielo sobre el Sudeste Asiático, fue mucho más agradables gracias al programa radiofónico que empezaba con el grito “Gooooooooooooooooooooooooooooooooood morning, Vietnam!” salido de la garganta de Adrian Cronauer, y durante el cual este último, valiéndose de imitaciones, chistes y noticias jocosas, consiguió durante unas horas que en los “Corazones de hierro” que albergaban dentro de su pecho “Los chicos de la Compañía C”, a parte de la amargura y el dolor provocados por lo visto y hecho durante la guerra, tuviera cabida una alegría tan grande como la que en 1944 a los judíos encerrados en el ghetto de Varsovia embargaba cuando la llegada de las tropas aliadas les era anunciada a través de noticias que en realidad eran las “Ilusiones de un mentiroso” de cuya garganta, gracias a la magia del cine, salio la misma voz que salio de la de aquel disc-jockey que entre 1965 y 1966 estubo al servicio de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, y cuyo sentido del humor era tan afilado como la navaja de afeitar que recorrió el rostro de “Jakob El mentiroso”, y que fue empuñada por aquel de cuya Fe religiosa dio fe la estrella amarilla bordada en el abrigo que protegía del frío al cuerpecito de Bob Balaban, el pequeño actor que junto a un “Pequeño gran hombre” cabalgo junto al “Cowboy de medianoche”, y que, por deseo de George Clooney, encarna a Preston Savitz, el escritor y coreógrafo que, por orden del Tío Sam, se vera obligado a bailar al son del ruido y la furia de Die Maschinenpistolen Gemacht in Deutschland (subfusiles automáticos hechos en Alemania).


Frank Stokes – el historiador de Arte encarnado por George Clooney, y que, tras haberlos reclutado, liderara a James Granger, Richard Campbell, Walter Sobchak y Preston Savitz – consciente de que sería un suicidio recorrer los campos de batalla de Europa acompañado solo por "los hombres de los monumentos" mencionados anteriormente, con buen juicio recurrirá a un par de hombres de acción para conseguir que sea un éxito la misión llevada a cabo por la diminuta sección del ejército aliado conocida como MFAA (Monuments and Fine Art and Archives / Programa de Monumentos, Bellas Artes y Archivos), y cuya creación tuvo lugar en diciembre de 1943, casi medio año después del día de finales de Junio en el que Franklin Delano Roosevelt (presidente de los EEUU en aquellos convulsos días) creo la “Comisión Interamericana para la Protección y Salvamento de Monumentos Artísticos e Históricos en Zonas de Guerra” para aplacar los lamentos de los directores de museos de EEUU que le suplicaron que evitase que Las bellas obras de Arte que llenaban los museos europeos fueran destrozada por los congeneres de “Los Perros de La Guerra” que 1974 dieron un golpe de estado en la República de Zangaro.


Aunque Frank Stokes es consciente de que – al igual “Los borrachos” que hacia 1629 fueron inmortalizados por Diego Rodríguez de Silva y Velázquez – es un alcohólico sin remedio, el jefe de "los hombres de los monumentos" tendrá a bien que el adiestramiento de estos últimos sea supervisado por el Teniente Donald Jeffries, un militar británico que, para conseguir que su padre vuelva a estar orgulloso de él, quiere arrebatar de las manos de los nazis a “La Virgen de Brujas” cincelada por Miguel Ángel Buonarroti que siendo niño contemplo junto a él, y que esta encarnado por Hugh Bonneville, el actor londinense que en 2009 fue amigo en la ficción de aquella muchacha que setenta años antes, escucha de grabaciones secretas mediante, descubrió que su país – Inglaterraharía frente al expansionismo territorial nazi con la política de apaciguamiento defendida por Arthur Neville Chamberlain, el político conservador que fue Primer Ministro del Reino Unido entre el 28 de mayo de 1937 y el 10 de mayo de 1940, y que como "un hombre animado por la esperanza de pasar a la historia como fundador de la paz" fue definido por El que el 13 de mayo de 1940, tras los muros de la Cámara de los Comunes, sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor prometió a los hijos de la Gran Bretaña.


Si el 22 de junio de 1940 - días después de ese paseo militar que fue para el Panzergruppe de la Wehrmacht romper La Línea Maginot defendida por los miembros de la segunda y cuarta divisiones de infantería marroquí (Tirailleurs Marocaines) y la tercera división de infantería argelina (Tirailleurs Algerienes et Tunisiens) que durante “Días de gloria” fueron carne de cañón al servicio de los europeos que los insultaban llamándolos «indigènes» - Albert Lebrun (Presidente de la Tercera República Francesa entre el 10 de mayo de 1932 y el 10 de julio de 1940) no hubiera ordenado al general Charles Huntziger que firmara el Armisticio mediante el cual La patria de “Juana de Arco” se rindió ante la eficiente y letal maquinaría bélica del Tercer Reich, es muy probable que la carga explosiva que llevaban en su interior las bombas de hasta 500 kilogramos de peso lanzadas por la Luftwaffe hubieran pulverizado las toneladas de piedra que integran los muros de la Cathédrale Notre - Dame, ese templo de culto católico cuya aguja perfora el cielo que, a bordo de un avión, le habría gustado surcar al Teniente Jean Claude Clermont, el aviador sin avión que será el sexto hombre del sexteto de Stokes, y al que da vida Jean Dujardin, el actor nacido en el país en cuya capital el 14 de noviembre de 1840 nació “El artista” cuyas obras - siglos después de su muerte, y tal como demuestran los 37 millones de dólares por los que el pasado 7 de noviembre de 2012, en la casa Christie's (Nueva York), fue vendido el cuadro “Le Pont sur le chemin de fer d'Argenteuil" – tienen un elevado valor Monetario.


Ese bello y extraordinario ejemplar de la arquitectura de estilo gótico que fue construido entre los años 1163 y 1345 fue precisamente el que dio titulo en 1831 a la novela que con 29 años firmo Victor Hugo, el escritor romántico que treintaiún años después con la tinta negra de su pluma dio la vida a Javert, el Inspector de policía encargado de evitar que la ley fuera quebrantada por “Los Miserables” que malvivían en una localidad llamada Montreuil-sur-Mer, y que en 2012, tras salir de las páginas en las que en 1862 fue dibujado por el pintor e ilustrador Gustave Brion, adopto en la pantalla grande los rasgos de Russell Ira Crowe, el australiano nacido en Wellington, que dos años antes interpreto a la versión madura del arquero al que en 1976 en su vejez Sean Connery dio vida en la película en la que Audrey Hepburn se metió en la piel de la que treinta y cuatro años después fue encarnada por Catherine Élise Blanchett, la australiana nacida en Melbourne que – ocho años después de conversar en ingles con acento alemán con el periodista que en 1945 investigo la desaparición de “El buen alemán”en ingles con acento francés construye los puentes de dialogo gracias a los cuales en 1944 Claire Simone acabo uniéndose a uno de los hombres monumentos que lucharon para impedir que triunfe El Mal nacido del huevo de la serpiente que fue incubado en Alemania.


Aunque sea una auténtica temeridad afirmarlo, es muy probable que La Vieja Europa no hubiera sido arrasada por la guerra entre el 1 de septiembre de 1939 y el 2 de septiembre de 1945 si en el otoño de 1907 el encargado de seleccionar a los jóvenes talentos que eran dignos de asistir a las clases impartidas tras los muros de la Akademie der bildenden Künste Wien (Academia de Bellas Artes de Viena) no hubiera considerado que era banal y desprovista de talento la obra pictórica de un joven austriaco nacido en Braunau am Inn dieciocho años antes, y que un par de décadas después, tras ese rechazo por cortesía del cual no consiguió que en los libros de arte su nombre figurara junto al de pintores tan famosos como el flamenco que pinto “De Triomf van de Dood”, consiguió que “El triunfo de la Muerte” fuera una realidad gracias a El Imperio del Terror que construyo junto aquellos a los guío con esa enloquecida mente suya que 1925 escribió ese panfleto racista titulado Mein Kampf (Mi lucha), y que con sorna Frank Stokes denomina "novela romántica".


Y es que, tal como podrán comprobar todos aquellos que, tras hacer parada y fonda en Oświęcim (Polonia), crucen las puertas de Państwowe Muzeum Auschwitz - Birkenau (Museo estatal de Auschwitz - Birkenau), a miles de personas La Muerte las libero del sufrimiento que padecieron en el campo de concentración en el que al entrar vieron la inscripción Arbeit macht frei (el trabajo libera), y que sin lugar a dudas es una buena muestra de la “Crueldad intolerable” de los esbirros del que encargo al arquitecto Albert Speer que los kilómetros cuadrados sobre los que fue levantada Berlín fueran ocupados por Germania, la colosal metrópolis cuyo mayor atractivo turístico debería ser el Führer Museum (Museo del Führer).


Con el objetivo de que fueran colgadas en las paredes del museo construido a mayor gloria suya, Adolf Hitler ordeno a sus tropas que – entre matanza y matanza – dedicaran parte de su tiempo a robar las obras de arte que encontraban durante su paseo militar.

Ante las informaciones que confirmaban la existencia de Befehl betreffend Zerstörungsmaßnahmen im Reichsgebiet, la Orden sobre las demoliciones en el territorio del Reich que implicaba aplicar por parte de la Wehrmacht la política de tierra quemada para impedir el avance de las unidades militares de Los Aliados, estos últimos pondrán en marcha un plan que tiene como objetivo conseguir que la destrucción a la que ellos han contribuido durante la guerra no sea aún mayor por culpa de la que coloquialmente será conocida como Orden Nerón.

Dado que tan destructivo documento - a parte de ordenar al Schienenwolf (Ferrocarril Lobo) que destroce las vías férreas que recorren la piel de La Vieja Europaexige que todos los materiales inmovilizados que se hallen en el territorio del Reich deben ser reducidos a cenizas, los hombres de los monumentos mencionados anteriormente entrarán en acción para evitar que las esculturas y los cuadros que engrandecen a La Humanidad alimenten un fuego tan abrasador como el que, en la noche del 19 de julio del año 64 de Nuestro Señor, devoro a la ciudad italiana que, durante toda una noche, y mientras tocaba la lira, vio arder aquel emperador romano que, además ser un sutil ignorante farsante sin alma ni honor, siempre será tristemente recordado por ser el tormento de los justos, un ladrón y un asesino que no se apiado ni de su santa madre.




En los estudios Babelsberg de Potsdam (área metropolitana de Berlín) y en el Museo Imperial de Guerra de Duxford (Cambridgeshire, Reino Unido) ha sido donde - tomando como base la novela firmada por el historiador Robert M. Edsel y que lleva por título “The monuments men: allied heroes, nazi thieves and the greatest treasure hunt in history” – ha sido donde George Clooney, Matt Damon, Bill Murray, John Goodman, Hugh Bonneville y Cate Blanchett han dado vida a unos personajes de ficción que han sido construidos en base a las obras y misión de George L. Stout (conservador de arte), James Rorimer (experto en arte del Museo Metropolitano de Nueva York), Robert K. Posey (arquitecto), Walter Hancock (escultor), Lincoln Kirstein (escritor y coreógrafo), Ronald E. Balfour (militar e historiador) y Rose Valland (adjunta en el Museo del Jeu de Paume de París), los hombres y la mujer que por amor a El Arte arriesgaron sus vidas.


Tal como podremos ver a lo largo del metraje de la película, a pesar de que llegan al frente europeo con una orden firmada por el General Eisenhower, y en la cual este especificaba "que no se destruyera ningún monumento del legado artístico, a menos que fuera imprescindible para salvar vidas", serán muchos los militares que se negarán a cumplirla debido en buena medida a que no están dispuestos a ser ellos los que, armados con una pluma, tengan que violar la blancura de un papel para decir a una mujer que el joven en edad militar al que parió con dolor murió para evitar que no fueran destruidos los cuadros que con los vivos colores de su paleta hace siglos un hombre pinto sobre un blanco lienzo.


Dado que la misión no tuvo todo el apoyo militar que sus ejecutores necesitaban para garantizar el éxito de la misma, es digno de elogio el echo de que, sin temor al peligro y jugándose el pellejo durante una guerra que por estar dando sus últimos coletazos no era menos peligroso, consiguieran evitar que – al igual que le ocurrió al “Retrato de un joven” pintado por Raffaello Sanzio – centenares de cuadros, entre los que por ejemplo cabria destacar al bello retablo títulado Het Lam Gods (La adoración del Cordero Místico) y que pueden ver todos los que crucen las puertas de la catedral catolica construida en honor del patron de la eleGante ciudad belga que es capital de la provincia de Flandes Oriental, fueran devorados por un fuego tan ardiente como el de los rayos del Sol que brilla en el cielo que observo “El astrónomo” en el año 1668 fue inmortalizado por Johannes Vermeer van Delft, y que, tras ser robado a los nazis que a su vez en 1940 se lo robaron a la familia Rothschild, por cortesía de los que eran sus propietarios actualmente esta expuesto en el Museo del Louvre (Paris).


Todos aquellos que contemplen la prueba grafica con la que Paolo Uccello dio fe del duelo entre “San Jorge y el Dragón”, sin lugar a dudas, bien podrían afirmar que la noble dama que es testigo de él fue una de las que paseaban su belleza por el castillo de Neuschwanstein, esa majestuosa construcción que esta sobre el desfiladero de Pöllat (Alpes Bávaros), y que fue utilizado por los Nazis para esconder las obras de arte que, tras la ocupación de Francia, incautaron a los judío que residían en dicho país.


Dado que las bombas aliadas fueron tan dañinas como las lenguas de fuego que devoraron los cuadros que para desgracia de estos últimos estuvieron en el punto de mira de los soldados alemanes que colgados a sus espaldas llevaban los Flammenwerfer 35, los hombres de los monumentos, allí donde se conjugo el verbo destruir, dePisa, dePisa, tuvieron que construir estructuras que garantizarán provisionalmente la supervivencia de estructuras históricas de incalculable valor.

Buen ejemplo de esto último fue el tejado provisional que contribuyo a la salvación de lo que quedaba de los restos del Camposanto monumentale, el monumental cementerio situado en el lado norte de la Piazza del Duomo (Plaza de la catedral), y que en 1944 fue pasto de las llamas por cortesía de la bomba que, desde el cielo sobre Pisa, fue lanzada por un avión de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos.


Visto lo visto, sin lugar a dudas se puede afirmar que al igual que David O. Russellel director ante cuya cámara cinematográfica “Tres reyes” vestidos con uniforme de camuflaje robaron el oro que a su vez Saddam Hussein había robado a Kuwait - George Clooney ha intentado que sus “monumentales amantes del arte – soldados” sigan las huellas dejadas por las cadenas de los carros de combate Sherman que estuvieron al servicio de los heroicos soldados de Kelly, y cuyo avance fue dirigido por el excéntrico comandante al que dio vida el que en 1981 fue el espía alemán sin escrúpulos que en “La isla de las tormentas” paso a través de “El ojo de la aguja”.


A pesar de las escenas que muestran la simpática relación amor – odio que hay entre Preston Savitz y Richard Campbell pintan sonrisas en el rostro de los espectadores, y estos últimos son agasajados con el visionado de cuadros tan bellos como los que, en las entrañas de Merkers (Turingia), los generales Dwight David "Ike" Eisenhower, George Smith Patton, Jr. y Omar Nelson Bradley vieron con los ojos en los que un día de Abril de 1945 se grabo el símbolo del dólar al ser deslumbrados por el brillo de los 8.527 lingotes de oro que integraban El tesoro del III Reich, y cuyo valor era de $520 millones, lo cierto es que no son suficientes meritos cinematográficos como para que este justificado que una buena calificación sea estampada en la hoja de la película en la hoja de servicios de la película hoy bloggeada, y a la que solo la salva de la quema el echo de que haya arrojado luz sobre unos hechos históricos que, como dirían Stokes y los suyos, estaban ocultos en una mina como aquellas en las que Los Nazis ocultaron su artístico botín de guerra.


"La intención no era dirigir una película patriótica sino rendir un homenaje a un grupo de personas que hizo algo que la historia no había visto nunca. Por primera vez, el ejército victorioso no se llevó el botín a casa sino que lo devolvió. Eso es algo grandioso" a pesar de que con estas palabras el dueño de los labios que a millones de féminas les gustaría sentir sobre sus suaves pieles afirme que su quinta película como director no es patriotera, lo cierto es que anonadado y estupefacto se queda el respetable público al ver que en el tramo final – marcado por la amenaza “¡Que vienen los rusos!”el que por estos lares sería llamado “pijoprogre” es poseído por el espíritu de uno de esos patriotas actores norteamericanos cuya orina es del color de las barras y estrellas que adornan la bandera de EEUU, y a los que los independientes periodistas de LaSecta, con la superioridad moral que los caracteriza, llamarían “facha”.


Dado que se puede afirmar que La Humanidad, hasta el fin de sus días, se pasara por el Arc de triomphe de l'Étoile la máxima que reza “Haz el amor, no la guerra”, y que, un día de 1965, Gershon Legman lanzo sobre las posiciones de los defensores de esa carnicería que fue la Guerra de Vietnam, teniendo siempre presente que una vida humana siempre tendrá más valor que cualquier obra de arte, siempre que se pueda se debería salvar del ruido y la furia de las bombas a El patrimonio de una nación, "eso" que Irina Bokova definió como “algo esencial para que los ciudadanos de una nación puedan preservar su identidad y su autoestima, beneficiarse de su diversidad y su historia y construirse un futuro mejor” durante el discurso en el que pidio que fueran protegidas las obras de arte y antigüedades que había en Libia, y que en 2011, como Directora General de la UNESCO, pronuncio mientras sonaban los tambores de guerra que anunciaban que aviones de combate al servicio de la OTAN, y entre los que se encontraban los McDonnell Douglas EF-18 Hornet de la Fuerza Aérea Española, ejecutarían una operación militar bautizada con el pomposo nombre de Protector Unificado, y durante la cual bombardearían ese país africano que ese zumbado que era el coronel Muamar el Gadafi llamo Gran Jamahiriya Árabe Libia Popular Socialista.


Aunque por si solas las obras de artistas como Leonardo Da Vinci y de Alejandro de Antioquia no consiguen que este Mundo Salvaje sea un lugar mejor, lo cierto es que ver la sonrisa de La Gioconda, y recorrer ese Valle de Las Sombras que es La Vida cogidos de la mano de la Venus de Milo sin brazos provocan al menos que no nos sintamos tan mal mientras vivimos rodeados del dolor y el horror provocado por esos congeneres nuestros que tienen apetito por la destrucción, y que empuñan pistolas que disparan balas que provocan heridas por las que brota sangre tan roja como las rosas que, junto a un puñado de anémonas, un día de 1890 llenaron el Jarrón japonés pintado por Vincent Van Gogh.